Euri
Bajo las escaleras con pereza, sintiendo los músculos agarrotados por culpa de lo mal que dormí hace unas horas. El baño que tomé temprano, más el leve desayuno que me dieron esta mañana, se revuelven un poco en mi estómago mientras recuerdo lo sucedido anteriormente con el chico de los ojos grises. Qué Kail no estuviera al día siguiente después de lo ocurrido, era de esperarse. Qué no dijera nada al irse, también. Y aunque muy bien sabía que eso iba a ocurrir, no quitaba el hecho de que sentía las emociones vueltas un nudo en mi pecho.
Habíamos hecho... el amor. Y ahora ya no estaba. Lo tenía claro, estaba segura de que no estaría para este día. Pero intentaba remplazar mi melancolía, con el humor de perros que me cargaba encima. Bastante intenso como para que Shawn, el chico con el que Molly había llegado, me mirara de vez en vez, como si estuviera mirando algo raro.
A paso desganado, mis pies me fueron llevando hasta la cocina. Me tomé la molestia de yo misma servirme un vaso con jugo de mora, y tragármelo todo sin respirar. No había alcohol, y tampoco es como si fuera alguna alcohólica, pero tenía la sensación de que necesitaba algo fuerte para aliviar la pesada sensación en mi pecho. Y ese dulce sabor en particular no me causa lo que necesitaba.
Volví el rostro al sentir una mirada sobre mí, con el ceño fruncido giré sobre mi eje hacia Molly, que se apoyaba en el umbral de la puerta con los brazos cruzados.
— ¿Sucede algo? —Cuestiona, sin despegar los ojos de mí—. Te noto tensa.
Para haber tenido una noche como la de ayer, sí que lo estoy. Tomo un poco más de jugo, llenando mi vaso de nuevo.
— ¿De casualidad no tienes una laptop que puedas prestarme? —cuestiono, dejando el vaso sucio sobre el fregadero. Mi omisión obvia ante su pregunta, no le pasa desapercibida.
Molly alza una ceja, pero termina asintiendo con lentitud.
—Ya vuelvo.
Espero en silencio mirando la cocina con detalle, el espacio moderno y de muebles oscuros, es bonito. Es muy bonito, de hecho. Cómodo y acogedor, al menos así lo sería, si no tuviera las vistas que tenía hacia ese sofá.
Cuando Molly volvió, estuvo rondando a mí alrededor mientras usaba la portátil. Suponía que quería saber qué quería hacer, pero me entretuve un rato viendo vídeos en Internet. Cuando por fin se fue, solté un hondo suspiro y me enderecé en mi asiento, lista para hacer lo que, desde el momento en que abrí los ojos esta mañana, me propuse.
Con algo de duda, saco la pequeña memoria de mi bolsillo y la analizo. Su peso parece incrementar más de lo que quisiera, pero la realidad se aleja bastante. Nerviosa, tomo un hondo suspiro y procedo a colocarla en la hendidura. Una vez hecho eso, espero hasta que en la pantalla aparece un nuevo icono, similar al del objeto ingresado. Muerdo mi labio, dudosa, e intentando aliviar mis nervios al enrollar los audífonos en mi dedo índice. Me los coloco mejor, y entonces doy dos clics consecutivos sobre mi objetivo.
Un solo archivo es el que adorna la pantalla. Casi temblando, doy doble clic.
El vídeo tarda en cargar, y mis nervios se disparan cuando me indica que el formato no está permitido. Confundida, configuro hasta por fin dar con el indicado para comenzar a mirar.
Empuño mis manos sobre mi regazo, y el vídeo comienza.
En un principio, cuando veo la cama y la tenue oscuridad en el cuarto, tan leve que apenas me permite mirar lo necesario, y la lámpara al fondo, pienso que se trata de algo que no me va a agradar en lo absoluto, hasta que la veo.
Contengo la respiración.
Ester, con algo de calma, se deja caer sobre la cama, sentada al borde y mirando a la cámara, me parece. Sonríe con suavidad, y siento los ojos llorosos al verla a ella. Su aspecto físico me hace un nudo en el estómago, y me impide hasta respirar como se debe. Aguarda en silencio, jugando con las mangas de aquel horrible suéter color mostaza que tanto amaba. La veo removerse nerviosa, y soy consciente de que tengo una imagen de cuerpo completo de mi hermana. Viva. O así parece.
ESTÁS LEYENDO
The House of Sex: Intenta huir de mí
Teen FictionTercer libro. Quién fue miembro, conoce su historia. Quién temió de los acontecimientos, lo guarda en secreto. Y quiénes aún intentan huir de mí, les deseo mucha suerte. Porque The House of Sex, sólo se resume a eso: Una trampa para tontos, de la qu...