25(Vamos a jugar)

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Euri

Por dentro, soy un nudo de emociones que se deja llevar por lo que pasa, por dentro, estoy atada en fuertes nudos que me impiden mirar la realidad de otra manera. Me siento derrotada, angustiada, y, poco a poco, desvaneciéndome en pedazos. Qué injusto que todo sea de esta manera, qué injusto es que esté pagando por algo, que, en realidad, no hice. Sin embargo, mientras camino por las escaleras siguiendo a la mucama, me doy cuenta de que a veces las cosas no son como uno quiere, sino que son como tienen que ser. Justo ahora, después de todo, las cosas son de la manera que ellos quieren.

—Por acá, señorita —la misma chica de la vez pasada, se detiene frente a la puerta después de abrirla. Cuando paso, la reverencia que me brinda no aplaca ni un poco mis nervios—, será atendida en cuestión de poco tiempo.

Asiento, mirando como ella toma las manijas de ambas puertas para cerrarla.

— ¿Por qué sirves a The House? —musito, y mi pregunta la hace detenerse. Aun así, no dice nada mientras mantiene la mirada gacha.

—Supongo que es por asunto de vida —responde—, para nadie es un secreto de que The House puede ser un hogar.

— ¿Al menos estás enterada de lo que esconde este lugar?

Ella por fin me mira, con una sonrisa suave en su boca.

—Incluso he ayudado a limpiar los desastres —y, con eso, cierra las puertas y me deja sola.

Miro alrededor, notando que esta sala no ha cambiado mucho en lo absoluto. El cuadro sigue en el mismo sitio, y sus ventanas están libres de las cortinas recogidas, lo que ocasiona que la estancia se vea aún más iluminada. Acercándome a una de ellas, me asomo a mirar al patio del lugar, en dónde suelen estacionar los autos de todos en la noche, y bufo. No entiendo qué tendrán en mente todos, pero por alguna razón lógica, sé que están asustados. Incluso sé que se ha reducido drásticamente la cantidad de miembros, y que muchas fotos de ellos recorren las redes para dejarles mal visto; incluso también sé, que aquellos que se vieron perjudicados, se han marchado lejos.

Coloco mi mano en la ventana, pensando. Quizás, en caso de que todo salga mal, yo también deba irme lejos.

La puerta a mis espaldas se abre, así que giro. Al mirar quién la cruza, una mueca se coloca en mi boca. Supongo que ella también la hace, pero se acerca hasta el sofá y acomoda la laptop sobre la mesita. El peso del pendrive en mi bolsillo parece incrementarse, como si latiera por ello. Esa laptop, posiblemente, tenga la información que necesito. Sólo debo ingresar el virus. Pero, mirando a Jessica, me doy cuenta de que parece que va a ser complicado.

A simple vista se ve mejor, pero aún tiene en la cabeza una venda, y, no conforme con ello, se ve pálida y ojerosa. La chica que en un principio conocí, parece mostrar su luz tenue a fuerza, como si la forzaran a permanecer de esa manera. Me ubico a su lado, en el otro sofá disponible, y espero a que ella hable. Sin embargo, me pasa el sobre y conecta el equipo a unos cables, y se levanta, para acercarse hasta las cortinas y bajarlas. La luz que sale del aparato, se refleja en la pared, pero ella se acerca y toma una lámina blanca, y la coloca justo en dónde la luz da. La imagen de la pantalla, se ve reflejada en la lámina, y la luz se ve cortada cuando ella pasa por el medio hasta ubicar su puesto. La veo, manipular en el equipo, sin decir palabra.

Confundida por esta faceta de Jessica, desgarro el sobre y saco el contenido. En un inicio, no comprendo, pero a medida que sacó las fotos, me doy cuenta de que es solo una recortada, con la idea de qué parezcan piezas de pulzzle.

— ¿Qué significa esto?

—Una nueva dinámica —responde, tecleando—, una vez que logres armar la imagen, entenderás el mensaje al reverso.

The House of Sex: Intenta huir de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora