17(En medio)

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Euri

Camino siguiendo sus pasos por la nieve, temblando del frío debido a lo poco que mi suéter me cubre. Mis dedos y mis palmas, están entumecidas por el frío, mis pies los siento húmedos debido al manto blanquecino que cubre el suelo. Pero aun así, no me detengo y sigo caminando detrás de Molly, que de vez en cuando me mira antes de seguir. No entiendo a dónde vamos, tampoco porqué sólo hemos venido nosotras dos, lo único que sé es que desea mostrarme algo que no era necesario que los demás vieran.

Un paso a la vez, logro alcanzarla y colocarme codo a codo con ella, ni siquiera me mira. Nos detenemos frente a una pequeña casita de madera, en donde las cadenas y un candado, sujetan la puerta con firmeza. Me resulta irónico que tenga ese tipo de seguridad, cuando siquiera apenas se puede mantener en pie. La veo forcejar, justo para después quitar el candado y posteriormente la cadena; haciendo todo con un absoluto mutismo. Frunzo el ceño, el rechinar de la puerta no parece molestarle, pero es la primera en pasar antes de llamarme.

Una vez dentro, me doy cuenta de lo pequeña que es, apenas y podemos estar las dos de pie y con una diferencia de espacio considerable, pero no parece importarle mucho, tampoco parece molestarle el olor a humedad y encierro que se almacena entre estas paredes de madera. La veo agacharse, al punto de arrodillarse y mirar bajo del estante que ocupa espacio dentro. Al final, estira el brazo y termina jalando una pequeña caja de metal, como aquellas de Navidad que guardaban las galletas. Frunzo el ceño, pero ella sigue en silencio mientras busca. Ni me molesto en hablarle, pero me permito arrodillar a su lado mientras ella busca. Si me trajo hasta aquí, era para mostrarme algo.

—No recuerdas nada, ¿cierto? —cuestiona, tomando una bolsa de plástico con una precinta de seguridad. La quita, antes de sonreírme un poco—. Supongo que no, estabas pequeña.

—Tengo muy pocos recuerdos —Alego, mirándola hacer lo que quiere. Aparta su cabello del rostro cuando se le atraviesa, entonces, empieza a sacar fotos. Me tenso por completo, porque en casi todas aparezco yo de pequeña.

—Estas fotos son de tu padre.

— ¿Cómo lo sabes?

Molly alza el rostro, mirándome con una sonrisa suave—, porque nos estamos quedando en su casa —susurra, esparciendo las fotos sobre el suelo—, y este pequeño cuarto era su fortaleza.

— ¿Por qué... lo haces?

— ¿Qué cosa?

—Mostrarme todo esto.

—Porque su última voluntad, fue que supieras cuánto te amó. Sólo hago lo que él quiso.

Aprieto mis manos en puño, mirando las fotos. Tomo una, acercándola a mi rostro para apreciarlo mejor. Mis ojos brillan y la sonrisa que muestro, aquella a la que le faltan dos dientes, es grande. Sin embargo, no estoy mirando la cámara, estoy mirando más allá, a alguien.

—Me veía tan... feliz —musito, suspirando hondo—, quizás porque sólo era una niña.

—Eso y porque en realidad lo fuiste, Euri. —Se lamenta, con una sonrisa suave en sus labios—, con él lo fuiste, y te pintaron todo a su alrededor como maldad, por esa simple razón, tú cerraste todo recuerdo relacionado a él porque sentiste que era lo que te hacía daño.

—Sólo era una niña...

Molly asiente, mostrándome más fotos. El rostro del hombre es claro en una, tanto que me fijo en el parecido que ambos teníamos. Éramos dos gotas de agua.

—Le... ¿le conociste?

Molly asiente, sonriendo un poco—. Pues sí, pero nada concreto. Recuerdo poco, incluso. Pero sé que te amó.

The House of Sex: Intenta huir de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora