Euri
Me echo vaho en las manos cuando siento que se están entumeciendo más de la cuenta, el frío cala lo bastante hondo para estremecerme entera, y la sudadera que me cubre el cuerpo no hace mucho que digamos. Incluso temo volver a enfermar y pasar esos afónicos días de agonía sola. Me he dejado las gafas sobre el colchón antes de salir, y me he acordado cuando llegué al punto de encuentro. Tampoco puedo volver porque son quince minutos a pie, y porque cuando mucho he llegado a la hora justa. Pero me estoy estremeciendo por el jodido frío y parece que Jared no quiere dar alguna señal de luz. Esperar aquí también es malo, debido a que es de noche y estoy viviendo en un lugar donde la delincuencia es bastante... peligrosa. Y estar vagando a estas horas siendo una chica, sólo podría significar tres cosas: ser una puta, ser una víctima indefensa o andar en malas juntas que no quisieras saber.
Bufo una vez más, alzando el rostro cuando unas farolas de auto me encandilan, el claxon es un alivio para mis latidos erráticos, así que corro cuando reconozco el auto de Jared. Tengo que cruzar la calle para llegar a él, pero debido a las horas y la ubicación, no tengo ningún impedimento para hacerlo. Una vez dentro, la calefacción me da como si un ángel cálido me abrazara, así que me tomo unos segundos para disfrutarlo al máximo. La música suave y baja que invade el auto, es algo agradable, aunque me hace extrañar la atronadora de oídos que solía escuchar Kail siempre.
Kail, todo me lleva a Kail.
—Hey. —El saludo es simple y escueto, pero lo agradezco enseguida. Respondo igual, mientras él avanza por las calles nocturnas, sólo cruza cinco cuadras y es mucho, cuando detiene el auto frente a una que da más miedo de lo que parece. Es solitaria y algo oscura, también es larguísima, pero la visión no es suficiente para mí. Además de que los vidrios tintados oscurecen el paisaje—. Es allí, una mina de oro para los amantes de la droga, el lugar favorito de los drogadictos —señala, girándose para tomar algo se la parte trasera del coche. Me lo pasa, así que le echo una ojeada al interior de la bolsa oscura y de tela. Son varios paqueticos en bolsas de plástico, de esas selladas y transparentes, de las que tienen la cinta de cierre de seguridad en color rojo, tanto pequeñas y grandes, cada una con un precio y el nombre marcado con rotulador.
— ¿Tengo que venderlas a ese precio?
—Exactamente, a cada uno de esos precios o sé te será descontado de tu... sueldo. —Sorna en su voz, pero asiente igual—. Sé te será fácil si te metes con los que sí pagan.
— ¿Cómo pretendes que adivine eso?
Se encoge de hombros—, por la pinta de matones que se carguen.
Trago hondo el nudo de emociones, antes de volver a mirar lo que sostengo en mis manos.
— ¿Son todos? —Cuestiono, frunciendo el ceño mientras miro el paquete. Me pesa más de lo que creo que debe pesar, pero es más por el hecho de que, ahora que soy un Pichón, me toca, jodidamente que me toca, repartir la droga. Miro alrededor, lo más que me permite la oscuridad del lugar. Estamos en un sitio que desconozco, pero según él, es favorito para los drogadictos que buscan mercancía fresca.
— ¿Acaso querías más? —Sus labios hacen una mueca burlona, pero sus dedos no dejan de tamborear el volante de su auto—, ve allá y haz lo que tengas que hacer, Euri. Te estaré esperando aquí.
Entonces, bajo del auto.
Una vez fuera, Jared se asoma por la ventana del copiloto cuando baja el vidrio, sus dientes derechos me dan una amplia sonrisa y el guiño que me da no me alivia ni un poco el nerviosismo. Estoy temblando constantemente por lo que voy a hacer. Voy a repartir porquería, una porquería que incluso Liam ingiere. Una porquería que destruye hogares, que mata personas, que hace que las personas maten por ello. Estoy a punto de volverme una más que promueve esto, ya sea en contra de mi voluntad o no, voy a repartir algo que destruye vidas.
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The House of Sex: Intenta huir de mí
Genç KurguTercer libro. Quién fue miembro, conoce su historia. Quién temió de los acontecimientos, lo guarda en secreto. Y quiénes aún intentan huir de mí, les deseo mucha suerte. Porque The House of Sex, sólo se resume a eso: Una trampa para tontos, de la qu...