Euri
El beso se profundiza, muy a mi pesar, y cuando hago algo para alejarme, algo como golpear con mi puño su pecho o su rostro, su mano se cierne en mi muñeca y, aplicando fuerza, me obliga a mantenerme quieta. Su otra mano libre sujeta la parte posterior de mi cabeza y me obliga a abrir la boca para hacerle camino a su lengua. Siento la necesidad de morderla, de cortársela con mis dientes o arrancársela de tajo con un profundo mordisco, por todo lo que me ha hecho, por todo lo que él representa, por todos los que murieron en sus manos, pero es tan rápido, tan irreal, cuando se separa y comienza a dejar un sendero de besos en mi cuello. Cierro los ojos, las manos las hago puño, y evito decir una maldición por más que quisiera. Finalmente, cuando siento que ya va a parar, hace algo que me arranca el aire y me llena de indignación, ira y unas irrefutables ganas de arrancarle la cabeza.
Me toca. Ahí.
A la vista de todos, sus manos se internan bajo el pliegue de mi vestido y hunde uno de sus dedos sobre mis bragas. Sus dedos presionan una vez más sobre la tela, pero no se atreve a hacer otra cosa aparte de ésa, luego, me sujeta de la cintura y me presiona contra su cuerpo.
En ese momento, me importa un bledo lo que sucede para el resto, pero cuando vuelve a juntar su boca con la mía, mis dientes se clavan con firmeza en lo blando de sus labios y se la rompo. El sabor metálico de la sangre invade mi boca, de tal forma que me asqueo y me alejo. Aun así, sus manos continúan afianzadas en mi cintura y la sonrisa burlona y de líquido carmín, se mantiene.
—Tienes que hacer mucho más que eso, Euri —Susurra, en tono bajo y casi siniestro. Pero no es suficiente. No es necesario decir la amenaza que pugna por salir de mis labios cuando es tan obvia en mis ojos—. Tienes que hacer mucho más que esto.
—Te voy a matar —juro, en un bajo siseo—, y no sabes cuánto disfrutaré sentir tu sangre entre mis dedos cuando te apuñale... —mis ojos se llenan de lágrimas por un breve segundo, pero las espanto cuando mi voz no tiembla mientras digo—: te haré sentir lo mismo que sintió él. A cada pedazo de tu mierda de cuerpo. Y voy a disfrutar —doy una respiración profunda—... voy a disfrutar tu maldita e hija de puta agonía. Y no voy a parar.
Mateo sonríe, con amplitud, antes de dejarme ir y limpiar la gota de sangre que hay en sus labios, incluso veo su mueca asqueada mientras lo hace, pero al final sonríe y, con los ojos puestos en mí, se encoge de hombros. Luego, desvía la mirada al enmudecido público, que observan la escena, atónitos, y me doy cuenta de que, lo último que he dicho, ha sido escuchado por todos.
—Buena broma, Euri —Dice, en voz alta, al tiempo de soltar una carcajada que inclina su cabeza hacia atrás. Sus manos se colocan en su cintura, sin dejar de reír con una mofa que me saca de mis cabales. Me provocó para que yo, a voz popa y sin consentimiento, soltara tremendo comentario amenazador.
«Quiere colocarlos en tu contra» La voz en mi cabeza sisea, con ira iracunda, «Quiere que todos, te tengan un ojo puestos. Quiere jugar.»
—Sí, la mejor de todas —Respondo, mi comentario lo descoloca, pero se recompone con gran velocidad mientras asiente, aun así, me mira con mucha atención cuando avanzo hasta él y me detengo a un solo paso, de manera que debo alzar el rostro para enfrentarlo cara a cara—, tan buena, que parece real. Cómo todo lo que te rodea, Mateo. ¿No te parece?
Su sonrisa se ensancha, y, de forma sutil ante los ojos de los demás, envuelve mi muñeca y me incita a permanecer quieta. Me hace girar sobre mi eje, para poder ser vista por todos, y se presiona contra mi espalda sin dejar de reír por lo bajo. Quiero clavarle un codazo en el abdomen, pero me tiene bien sujeta.
— ¡Bruce! —Su grito me saca de balance, por lo que le miro sobre el hombro con el ceño fruncido. Él me da una breve mirada, antes de que uno de los hermanos Harris suba al escenario y se coloque frente a mí—, llévala a mi habitación, por favor.
ESTÁS LEYENDO
The House of Sex: Intenta huir de mí
Roman pour AdolescentsTercer libro. Quién fue miembro, conoce su historia. Quién temió de los acontecimientos, lo guarda en secreto. Y quiénes aún intentan huir de mí, les deseo mucha suerte. Porque The House of Sex, sólo se resume a eso: Una trampa para tontos, de la qu...