21(Ojos almendra)

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Euri

Molly aparca el auto luego de media hora tras el volante. Tamborea un poco sobre el mismo, y ese gesto nervioso me hace fruncir el ceño. Despertando del breve sueño que tuve, vuelvo el rostro a mirar a todos lados, y caigo en cuenta de donde estamos. Con los ojos bien abiertos, la miro. Pero ella ni se molesta en darme alguna explicación razonable. Su suspiro es palpable cuando lo suelta.

— ¿Sucede algo? —Cuestiono, mirando el paisaje. La espesura del blanco por la nieve, me distraen. Cuando vuelvo el rostro a Molly una vez más, ella sólo se limita a bajar del auto y dar un portazo. Confundida, la sigo, y me lamento no haber traído algo para abrigarme mejor.

A veces olvido que estamos en este clima.

Repito de nuevo mi pregunta anterior, pero la rubia sólo guarda las manos dentro de su abrigado suéter, siguiendo su mirada, me topo con un pequeño árbol que apenas y se mantiene en pie, es tan pequeño, qué escasamente llega a medir el metro de altura. Molly se agacha frente a él, hasta terminar arrodillada. Con algo de calma, acaricia la rama más suave.

—Me asustas un poco ¿sabías?

Por fin, luego de lo que parecía una eternidad, Molly hace algún gesto. Se ríe fuerte, echando la cabeza hacia atrás, pero luego, su voz falla y un sollozo agónico escapa de sus labios. Rendida, se acuesta boca abajo sobre la nieve, aún arrodillada, mientras la escucho llorar. Nerviosa y algo asustada ante lo que está ocurriendo, miro a todos lados. Mi respiración pierde el ritmo por un segundo, cuando veo a Harry recostado a un árbol cubierto de nieve. Su cigarrillo en mano más su vestimenta oscura, atrapan mi atención. Se encamina hasta donde se encuentra su hermana, y permite que ella llore sobre su regazo. Confundida y sintiéndome incómoda ante la demostraciones que ambos expresan, miro a otro lado.

—No debiste venir acá —musita, apartando el cabello de su rostro—, no tenías por qué pactar este sitio como encuentro.

—No... No sabía en dónde más.

sabías, pero te pegaste a la idea de no hacerlo. Y viniste aquí —sus ojos me miran, y la mirada fulminante y déspota que me da, me hace tragar en seco—... con ella.

—Lo sé —La rubia se reincorporó, sacudiendo la nieve de su ropa algo húmeda. Sus ojos me miran un segundo, mientras muerde su labio. La imagen nerviosa que muestra, me confunde más de lo necesario.

—Ok... —musito, dando un paso hacia atrás, mirando alrededor con confusión—. Supongo que esperaré en el auto.

—No, quédate —Harry sonríe ante la sugerencia de su hermana, pero termina asintiendo. Confundida ante el chico frente a mí, termino por asentir con duda. Pero aun así, mi cuerpo me lleva retrocediendo un paso a la vez hasta el auto. Nerviosa, y sin entender nada de lo que ocurre, termino por colocarme en la puerta del conductor. Cualquier movimiento que hagan para amenazarme, no dudaré en montar el auto y conducir lejos de ellos.

—Harry, ya cállate. La asustas. —La hermosa rubia pide, y me confunde en sobremanera ver lo rápido que se ha recuperado de su bajón—. Euri, no te asustes, por favor. No te haremos daño.

—No el que sea necesario.

— ¡Harry, qué te calles, coño!

El grito histérico de Molly es suficiente para que abra la puerta, nerviosa y lista para marcharme. Una vez dentro del auto, cierro de un portazo y lo arranco, lista para pirarme de allí, hasta que la veo, a lo lejos, con un abrigo cubriendo su cuerpo.

Y con ese suéter tan horrible.

Juro que es un espejismo, y parpadeo con fuerza. Molly se detiene a mi lado, golpeando la ventana. Me altero, volteando a mirar a la rubia, pero vuelvo el rostro a donde vi a Ester.

The House of Sex: Intenta huir de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora