Euri
La sala de espera es fría, tanto o más que los asientos. Sin embargo, el café caliente en mis manos hace lo que puede para mantenerme en una temperatura aceptada. Mis ojos, a pesar de la cafeína, se cierran cada tanto, y mi rostro refleja cuán cansada me encuentro después de ayer.
Es temprano por la mañana, y los pasillos están de cierta manera desolados. Los únicos en esta sala, son Molly, Kimberley y Shawn, nadie más, aparte de nosotros, espera una mejora en la vida de Liam. Está estable y llegó a tiempo, pero ahora está descansando para una pronta recuperación.
Mis ojos caen en Molly, que se encuentra sentada frente a mí, y la detallo con calma. Entro en dudas de lo que me han dicho, pero tampoco metería las manos al fuego por ella. Creo que he aprendido bastante a los golpes, aunque parece no ser suficiente. Cada vez que se pueda hacer algo, como caído del cielo, ocurre algo que me desarma de pie a cabeza y me llena la mente de un millón más uno en dudas. Es angustiante no saber qué vendrá a continuación, y si acaso no estaré en peligro.
—Euri —la rubia me llama, enderezado los hombros—, anoche, cuándo saliste, ¿dónde estabas?
Frunzo la nariz.
— ¿Acaso tiene importancia?
—Quizás la herida en tu brazo me diga algo —apunta, a pesar de que estoy usando un suéter ancho—, lo único que quizás realmente ocasione esos daños, ha sido que estuvieras haciendo algo malo.
Me inclino hacia al frente, apoyando mis brazos en mis rodillas y entrelazado mis dedos, una sonrisa delicada cruza mi rostro.
—Lo que haga, Molly, no es tu problema.
—Somos un equipo.
—No —señalo lo obvio—, sólo están ayudándome en algo que necesito. No somos un equipo.
—Como siempre toda una fanfarrona, Euri. —La voz de Kimberley atrae nuestra atención, y ella me mira con cierta mofa en sus ojos, brillantes con malas intenciones—, no me sorprendería que alguien te lastime.
—Y a mí no me sorprendería, si alguien te empujara por las escaleras.
—Está bien, ha sido suficiente. —Molly se coloca de pie, yo la imito. No pienso quedarme un segundo más rodeada de ellos—, basta de peleas.
Meto las manos en los bolsillos de los vaqueros, sintiendo el pendrive en mi mano. Me lo traje, porque una vez que todo acá quedé resuelto y me asegure de que Liam está bien, iré de camino a The House, con intenciones de obtener algo de información.
Soltando un silbido bajo, me echo a andar por el pasillo desolado. Escucho como la rubia intenta llamar mi atención, pero decido pasar de ella y bajar por las escaleras. Mi plan es ir al baño y arreglar la desgracia que de seguro soy, así que me dirijo hasta ése sitio en particular. Mi recorrido me trae amargos recuerdos, y, por un segundo, no puedo evitar pensar en Ester y en todo lo ocurrido a su alrededor. Ella entró en The House, con malos pasos, y su final se resumió a algo trágico. Ahora, después de haber intentado tantas cosas para poder tener una vida normal, esto es lo que realmente pasó.
Entrar a The House pinta bien, pero intentar salir de él, te deja puede dejar sin la vida.
Vaya ironía de las vidas.
Al mirarme al espejo del baño, miro mi rostro. Tengo ojeras, mi cabello no brilla en un aspecto saludable, y estoy lamentable. Mis mejillas están hundidas, y puedo decir con seguridad, que perdí unos kilos de más desde que toda esta locura empezó. No puedo evitar compararme con algún muerto viviente, y aun así, le sonrío a mi reflejo con toda la ironía que puedo colocar en mi rostro.
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The House of Sex: Intenta huir de mí
Teen FictionTercer libro. Quién fue miembro, conoce su historia. Quién temió de los acontecimientos, lo guarda en secreto. Y quiénes aún intentan huir de mí, les deseo mucha suerte. Porque The House of Sex, sólo se resume a eso: Una trampa para tontos, de la qu...