5(Tensión)

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Euri

Mateo me mira en silencio, antes de darse la vuelta y comenzar a caminar por el pasillo, dejando la habitación atrás. Mis dientes atrapan mi labio inferior, mientras la duda se asienta en mi sistema; la indecisión es tanta, que mis manos tiemblan. Suspiro con fuerza, antes de seguirle el paso. Su rostro es serio cuando lo miro, pero hay una chispa de burla en sus pupilas que me provocan una sensación incómoda, desagradable y, si la miro desde otro ángulo, podría ser hasta dolorosa.

Sus palabras, anteriormente dichas, hacen eco en mi cabeza, torturándome. Mi mente no da para más, y lo único que viene a mí en estos momentos, es el vídeo que vi la noche anterior, ¿Tendrá alguna relación?

—Es divertido ver como arrugas el rostro —Dice, deteniéndose un momento para girar hacia la puerta a su lado. Saca una llave de su bolsillo y la mete en la cerradura, luego la abre y se hace a un lado, para dejarme pasar. Niego con la cabeza, antes de mirarlo con el ceño fruncido.

—Pensé que iríamos al Ático —Musito, sin dar un paso hacia al frente. Mateo rueda los ojos, con una mueca divertida alzando la comisura de su labio—. ¿Por qué quieres que entre a esta habitación, entonces?

—Tengo cosas que hacer antes —mira hacia atrás, al pasillo que es ceñido por la oscuridad—, así que... ¿vienes o te quedas aquí como una idiota?

—Creo que mejor me quedo aquí antes de entrar.

— ¡Venga! —Dice, internándose por fin en el lugar. Lo veo abrir sus brazos una vez que está dentro, girando sobre su eje con una sonrisa fanfarrona—. Ya no hay más Carla ni su sangre, no está oscuro y puedes verme —Cruza sus brazos sobre su pecho—, tenemos historia aquí. Por cierto, ¿lograste remover la sangre de tus vaqueros? Supongo que era algo difícil de quitar.

Me muerdo el labio, pero aun así permanezco fuera de la habitación, renuente. Mateo asiente al final, sin dejar de sonreír, para luego cerrar la puerta, sin embargo, detiene la acción al punto de entonar la madera.

—Seré rápido, —Dice, esta vez con el rostro serio—, evítame inconvenientes.

Me muerdo el labio, negada a responder o moverme siquiera. Desvío la mirada, la puerta se cierra y yo quedo sola. Recuesto mi espalda contra la pared, sintiendo como un nudo se instala en mi garganta y revuelve mi estómago. Mis pensamientos son agitados, y me remueven las emociones, la expectativa late en mi sistema y la duda es persistente. Sea lo que sea que Mateo me muestre, no debe cambiar mi objetivo principal, y aunque no sé en qué me esté metiendo, tengo en cuenta de que no debo, por más que sea, creer del todo.

Suelto un suspiro hondo, recostando mi cabeza contra la pared a mis espaldas, antes de sobar mis sienes con clara angustia.

Kail, Kail, Kail, ¿en qué te metiste?

—Vamos. —Alzo la cabeza de golpe, Mateo apareciendo en mi campo de visión con un bozal para perros. Frunzo el ceño, él rueda los ojos pero aun así no me responde ni me da alguna explicación ante mi mirada interrogante. Se abre camino y yo le sigo, mordiendo mi labio de nuevo. Los nervios hacen que mis palmas suden, de manera que las restriego sobre mi ropa para eliminar la humedad de ellas. A paso dudoso subo las escaleras, esperando que, de la nada, Kail aparezca frente a nosotros y haga parar a Mateo. Sin embargo, no pasa nada, la sala se mantiene a oscuras. Suelto un suspiro frustrado, mi mente maquinando sobre los motivos para justificar el hecho de que Kail no está aquí, ni ha efectuado alguna acción. Es cómo sí él supiera ésta situación, cómo si permitiera que Mateo me lleve hasta aquí, a nada de mostrarme algo que podría cambiarlo todo.

Suelto un suspiro, cerrando los ojos y empuñando mis manos, tengo una emoción incómoda resurgiendo; y me siento tan diferente, como si no fuera yo la que está llevando ésta situación. Como si fuera otra yo —pero no la que habita en mi mente, sino más la que Amanda se encargó en crear durante el lapso de mi adolescencia— en estos momentos.

The House of Sex: Intenta huir de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora