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15. Valentine.

"Consagré mi vida a conocer la sabiduría y también la locura y el desvarío. Ahora comprendo que era tan fútil como escribir en el agua, pues donde hay sabiduría hay también pesar. Y quién atesora conocimiento, atesora dolor"
Ruel Van Dijk, Rey de Inglaterra.

Hace dos años atrás.
Canarias, España.
Ruel.

— ¿Te gusta estar de parranda con los plebeyos? —grita Connor, furioso. Toma a Valentine del pelo y la arrastra por todo el viejo sótano.

Yo me encontraba sentado con una botella de ron en mi mano, observando la morbosa escena.

Valentine gritaba de dolor y pedía auxilio, pero los tres sabíamos que nadie podía escucharla en esta vieja casa abandonada.

— Connor, por favor, ¡él se me acercó!

El pelinegro se sacó el cinturón y lo dobló en O. La chica de pelos colorados estaba hecha un asco, sucia, golpeada por donde la veas y su vestido desprolijo.

— ¡No! —Valentine pegó un gritó desgarrador al chocar el cinturón contra sus piernas. Uno, dos, tres, siete... los latigazos iban cada vez más fuerte.

— Ya basta, Connor. —dije en voz alta pero no me prestó atención y siguió.

Connor tiró el cinturón a un lado y comenzó a desabrocharse el pantalón.

— Agh, mierda. —gruñí asqueado y subí las escaleras que llevaban al comedor de la casa. Salí afuera y saqué un cigarrillo para prenderlo.

Miré al cielo, pensando en lo buenas que habían sido estas vacaciones, pero más pensaba en todo lo que habíamos descubierto. Habían papeles que explicaban que el comandante Stiles era el padre de Connor y que su hermana es la chica que busco hace unos meses.

John Stiles, alias Comandante Stiles, entregaba información sobre mi familia al gobierno francés a cambio de mantener a su familia y que la mafia no lo persiga, ya que, por salvar a Connor de que se lo llevara la monarquía greca, decidió meterse en asuntos ilegales, creyéndose un gangster.

Ahora estaba en busca de su hija, Juliet Victoria de Galés Stiles. La familia Stiles y la familia de Grecia debían romperse para poder yo ganar una concesión en el mundo monárquico al convertirme en el rey de Inglaterra, Grecia se debilitaría y atacaré en el primer momento de descuido, siendo así, el primer rey de la edad contemporánea en retomar las luchas de territorios.  Pero todo eso era algo a muy futuro, a penas tenía 18 años y mucho que arreglar.

Connor apareció a mi lado, con las manos abrochándose el cinturón. Tomé un cigarro de la caja y se lo pasé.

— Debes parar de matar en vida a esa niña. —solté, dejando salir todo el humo de mi boca.

— No es una niña y tú no me dices que hacer...

— Ojo como me hablas a mí, Connor Ezio. —canturreé amenazándolo.

Se aclaró la garganta.— Perdón, anyway, creo que deberíamos de enterrar su cuerpo.

De pronto me atraganté con el humo del cigarro, empecé a toser desgarradamente al intentar hablar y toser al mismo tiempo. Cuando por fin pude respirar, hablé:

— ¿La mataste? —pregunté en un susurro.

— No, idiota, era sólo una idea.

Vale, tanto ahogo por nada.

— Coño, que no le he desgarrado el puto intestino porque no tengo un amigo muy largo, sabes. —exclamó. Se me escapó una pequeña risita porque su acento greco era tan gracioso.

— Eres un machista asqueroso. —solté, tirando la colilla del cigarro un cesto de basura lleno de moscas que había a un lado nuestro— Te voy a meter en la cárcel.

— No harías eso, me necesitas vivo.

— Dije en la cárcel, no muerto. —refuté pegándole un empujón a lo que él rió como un niño.

— Necesito que me ayudes a borrarle la memoria a Valentine.

Las risas se fueron por otro lado. El mundo entero hizo un silencio atormentador, si bien yo era de hacer un poco el mal, tampoco me gustaba la idea de borrar los recuerdos de alguien por más horribles que sean. Valentine era mi mejor amiga y Connor la destruyó poco a poco, yo no podía hacer nada, un mínimo movimiento en contra de Connor y miles de cosas saldrían a la luz poniendo en riesgo mi puesto en la corona.

— ¿Te das cuenta que lo que me estás pidiendo no es borrarle el caché a una aplicación... sino la memoria de una persona? —pregunté lentamente, haciendo que recapacite lo que me ha pedido.

Él miró por detrás de mi hombro.

— Soy el legítimo heredero al trono, esta chica suelta causará problemas y más cuando la revolución de las mujeres está en camino.

— Te lo mereces.

— Tú estás como cómplice de esto, Ruel —me miró fijo a los ojos—. Si caigo yo, caes tú.

Y ya saben señores, sólo existen futuros reyes con diferentes adjetivos que describen a cada uno de forma peculiar. ¿Han visto esa serie... donde personas con trajes rojos y caretas de Dalí roban el banco de España sin matar un puto rehén? Se hacían llamar La Resistencia. Nosotros somos la verdadera resistencia; Ruel, el príncipe de la codicia, del egoísmo, del encanto y de la traición.

Ese era yo, y ahí me encontraba otra vez haciendo el trabajo sucio para limpiar mi nombre, inyectándole un sobredosis de sangre de VIH en el cerebro de la dulce Valentine.

Al cabo de dos semanas, ella se encontraba en terapia psiquiátrica. Había desarrollado VIH y una pérdida de memoria irrecuperable. Iba a verla todos los días, a ver a sus padres y el avance de Valentine. Me hice cargo de cualquier medicina, tratamiento y cualquier cosa que hizo falta para que pudiera seguir adelante. Connor no ayudaba, ni siquiera me llamó para preguntar cómo estaba. Fue después de colgar el teléfono después de hablar con él para darme cuenta de la basura que era.

No me alegraba de lo que había hecho, pero tampoco me arrepiento. Era ella o yo.

Y el rey está después de Dios.

Slingshot.

GOLDEN AGE; ruel |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora