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𝐋𝐚 𝐜𝐨𝐫𝐨𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧.
Juliet.

Ya habían pasado seis meses desde que Ruel se convirtió en rey y que nos casamos. Ese era el día tan esperado para el rey de Inglaterra, el día que hizo que nos distanciemos un poco y las cosas comiencen a funcionar mal entre los dos.

Hubieron interminables peleas por el mismo motivo de que no me prestaba atención o se iba del castillo y volvía a cualquier hora. Hasta ahora, que estamos peleando:

— No pienso arrodillarme frente a ti, Ruel, dicelo a todos porque no tengo tan poco amor propio como para humillarme frente al pueblo. —reclamé, apoyándome frente su escritorio.

— Juliet, no ahora... es lo único que te he pedido en meses...

— ¡Joder, y es que qué me vas a pedir si vienes a la hora que quieres y la excusa es "los gobernantes son una basura"! —hice una mueca de burla.

— ¡No es una excusa, es una maldita razón! —se levantó brutalmente de su silla haciendo que ésta cayera hacia atrás.

— No lo puedo creer. —me llevé una mano en la frente y empecé a caminar en el mismo lugar.

— Vas a arrodillarte, Juliet Victoria Stiles de Van Dijk...—me detuve y lo miré— Y te lo estoy ordenando como tu rey.

La sangre me hirvió de pies a cabeza en cuestión de segundos. Sentía que los ojos iban a salir de mi cara o que iba a desmayarme de la rabia. Pero en su lugar, los ojos se me cristalizaron.

— Te olvidas que yo también soy la reina, soy la futura madre de tus hijos y la mujer que se rompe el lomo para animarte siempre que estás mal. Mientras todos los demás quieren verte caer, ahí estoy yo. —me acerqué lentamente a él, quedando cara a cara— ¿Y sabes qué? Voy a estarlo siempre, porque somos un equipo y eres mi esposo.

El rubio me observaba detenidamente.— Sé que...

— Me voy a arrodillar en esa estúpida coronación... pero luego no quiero reclamos de nada.

Fue lo último que dije antes de marcharme con un portazo que hizo retumbar hasta el alma muerta de mi padre. Entonces caminé hasta mi habitación para que comiencen a maquillarme.

Me pasé la coronación mal humorada, quería que se termine para poder ir a casa y estudiar, ya que, comencé a hacerlo a escondidas de Ruel. Eso no tenía mucha importancia ahora que era el momento de arrodillarme frente al bendecido rey de Inglaterra.

Me acerqué frente a él, que estaba en el trono ya con la corona de rey y la bara de oro en su mano. Lo miré con desprecio, como nunca antes pensé mirarlo. Ese día, Ruel Van Dijk rey de Inglaterra y duque de Londres, me pareció un hijo de puta.

Toqué las rodillas con el suelo, levantándome el vestido de color como los pétalos de las margaritas. Alcé la vista y solo hice mi papel.

— Yo, Juliet Victoria, duquesa de Londres, juro solemnemente respetarte y obedecerte en los mares y en las tempestades. Declaro ante usted, el rey, que mi vida entera, ya sea larga o corta, será dedicada a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos.

Me levanté lentamente de los escalones y me acerqué a él para besar su mejilla, algo tradicional en la realeza británica. Ruel me miró y una pequeña sonrisa salió de su rostro.

— ¡Dios salve a Londres! ¡Dios salve al rey!

La era dorada había empezado, y por fuera de la abadía se hacía notar, gracias a las luces amarillas que declararon que el Príncipe de Londres había ascendido al trono.

Ruel hizo su primera aparición en el balcón, donde millones de personas lo esperaban ansiosos. Era el evento con más personas en el mundo, contando los espectadores de televisión. Yo sonreía y saludaba detrás del rey, que al verme, ni siquiera se hizo a un lado para saludar juntos a la multitud.

— Míralo. —la voz de Connor a mis espaldas hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo— El nuevo rey, el mundano luego del Señor, lo más cercano al poder divino. Míralo, Juliet. Porque el día que él caiga, recordarás este momento y no tendrás más opción que maldecir.

Miré al pelinegro que me veía serio. No sabía a qué se refería o por qué lo decía, peros si que él tenía razón. La coronación de un nuevo Rey, joven, bello y esmerado, parecía anunciar un mejor futuro.

Pero eso costaría venderle su alma al diablo, quien esperaría con ansias el alma pútrida del rey de Inglaterra.

Slingshot.

GOLDEN AGE; ruel |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora