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𝐌𝐚𝐥 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐨𝐬𝐨.
Ruel.

— Creo que lo mejor sería que hables con ella y le cuentes la verdad sobre lo que estás haciendo. —sugiere Taylor, quien aún estaba en el auto.

Yo estaba apoyado en la ventanilla de éste. Ella fue una gran ayuda estos días para mí y mis decisiones sobre ser padre.

— No va a creerme, Tay, todo lo que le digo es mentira para ella. —solté en un suspiro.

— Entonces deja de preocuparte tanto por ese chico muerto, ese bebé que quieres y dedícale tiempo a tu esposa. —dice, dándole una calada a su cigarro— Cuando todos quieran tirarte, ella será la única allí.

— Es verdad, Tay-Tay. Muchas gracias por todo. —agradecí con una sonrisa de oreja a oreja. La pelinegra me dedicó una mirada victoriosa y encendió el motor para marcharse de la entrada del palacio en cuestión de minutos.

Acomodé un poco mi pelo y entré al palacio en busca de Juliet. Debía decirle la verdad sobre todo, de porqué estaba tan distante y porqué ya no me encontraba tanto en la palacio.

— ¿Dónde está la Reina? —le pregunté a Albert, que me esperaba en la escaleras de la entrada.

— En el jardín principal, su Majestad. ¿Desea que la llame?

— No, yo mismo iré.

Crucé la mitad del palacio para llegar al jardín. Era de noche y lo único que alumbraba el jardín eran las antorchas y las fogatas que daban algo de calor al lugar. No vi a Juliet en ningún lado, por lo que deduje que estaba en el laberinto Henrys, me adentré en él y luego de unos cinco minutos, encontré a mi esposa sentada en un banco a los costados de las paredes.

Me daba la espalda así que simplemente me acerqué a ella y me senté a unos centímetros de ella.

— Cariño, quiero hablarte de algo.

Empecé pero ella ni siquiera me miró, seguía con su mirada en el suelo y sus manos entrelazadas.

Inhalé y continué— Hace un tiempo estuve pensando en algo, que sé que podría estar yendo muy rápido, pero es casi una obligación para mí y no quería presionarte. Estos días me los pasé en casa de Taylor, una vieja amiga que conocí en la escuela, para charlar ya que ella es psicóloga y tal vez podía ayudarme. Sé que escuchaste que te fui infiel, pero quiero avisarte que sólo estuve en su casa y en ningún lugar fuera de lo común... ¿Estás escuchándome? ¿Quieres hablarlo adentro?

— Si... —responde casi en un suspiro.

Juliet tomó algo que estaba a su costado y se paró del banco. Miré sus manos y el cuerpo se me heló. Lo que más temía estaba ocurriendo y esto iba a ser un aprueba de fuego para lo que sería nuestro futuro. Los labios se me inmovilizaron y no sabía qué decir mientras ella me miraba con la carpeta en sus manos.

La furia comió el primer bocado de mis palabras.

— ¿Estuviste en mi oficina? —me levanté salvaje del banco. Juliet hizo tres pasos atrás y alzó el mentón.

— ¿Quién más sabe sobre esto? —pregunta firme.

Fruncí el ceño, tomé aire y respiré.

GOLDEN AGE; ruel |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora