Demasiado Pronto

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Tomó con el tenedor el pedazo de tarta que Sebastian había preparado para Ciel y para ella. Sabía exquisita.. Ya iba por la mitad. Esta mañana despertó recordando aquél sueño que anoche tuvo; estaba ansiosa de contárselo a Ciel pero no sabía en realidad cómo iba a reaccionar. En el pasado había tenido el mismo sueño, y casi no lograba recordarlo por completo; sin embargo, esta mañana sí había podido hacerlo.

Sebastian estiró su mano y tomó el plato delante de ésta. Se acercó a su oído y susurró:
-Espera a que el joven amo termine para retirarte. Tiene algo que decirte.-Le dijo. Ella asintió.
El joven Phantomhive bebía su té con suma tranquilidad. Después de lo que Sebastian le había dicho tuvo más interés en saber qué era lo que exactamente quería decirle o saber. En fin, tuvo que esperar a que acabara.
Finalmente, dejó su taza en el plato de porcelana, y al recogerlo Sebastian, comenzó a hablar:
-Seguramente te estás preguntando por qué quise que esperaras hasta que yo terminara de desayunar.. ¿No es así?- Ciel inquirió. Ésta asintió algo tímida.
-Bien....
Comenzó a hablar.
-....Sé que has tenido algunas presiones desde que te he acogido en la mansión Phantomhive, de hecho, creo que te mereces un pequeño descanso. -Le dijo. Los ojos de Arwyn se abrieron.. ¿Vacaciones? ¿Cómo era eso? ¿Otra prueba? ¿Otra lección? ¿Una actitud?
-¿A-A qué se refiere c-conde?-Preguntó algo curiosa pero igual de temerosa. Éste sonrió levemente.
-A que te dejaré un tiempo para relajarte.-Comentó.

En realidad sí que se sentía un poco sorprendida debido a la decisión del joven Conde; algo dentro de ella intuía que él sabía algo que ella no, tal vez… Sebastian no podía quedarse atrás, algo le había comentado, además, la noche anterior Sebastian le había dicho que no se debía de preocupar de ello, ¿el tiempo se lo diría? A decir verdad, solamente quería SABER.

-Sí joven Conde.- Le respondió.

Arwyn limpió con la servilleta sus labios y suspiró; ya quería irse de ahí. No se sentía realmente cómoda ese día en especial. Tenía ánimos de contarle su sueño, más ahora que había vuelto a recordar todo ello, se sintió un poco más decaída.

-Puedes retirarte si lo deseas. Sabes que me encontrarás en mi oficina.- Mencionó antes que ella saliera del comedor.

Sebastian se acercó a su joven amo.

-Bocchan… ¿Cree que sea hoy?- Inquirió.

-Estoy seguro, aunque debo admitir que no me agrada que ella tenga que irse.- Confesó. Su mayordomo sabía perfectamente a lo que su amo se refería, aunque por supuesto que sabía que eso significaría vigilarla tanto como estuviera en la Tierra, ya que en otros mundos no podía entrar sin autorización de una de esas criaturas o por lo menos ser “transportado”.

La mañana pasaba velozmente acercándose el medio día; Arwyn en su habitación arrodillada a un costado de su cama apoyándose en las sábanas de ésta se sentía algo deprimida.

“No pertenezco a este mundo… Lo presiento” Se decía “Creo que en realidad el joven conde no entiende cómo me siento. Me gustaría algún día poder salir sin importarme lo que él pueda decir. No sé si sirvo para seguirlo siempre y ser la típica chica refinada e importante que todos creen que soy.” Pensaba.

Sebastian se acercó a su habitación, pero estuvo a punto de llamarla al escuchar ese tan profundo silencio; sabía que estaba reflexionando. Asintió y se atrevió a entrar.

-¿Joven Arwyn… Puedo pasar?- Preguntó golpeando suavemente a su puerta.

Ésta trató de calmarse, respiró hondo y se puso de pie.

-Adelante Sebastian- Contestó.

El mayordomo entró y cerró la puerta detrás de él.

-Disculpa mi atrevimiento, pero siento que estás algo… Delicada.- Comentó.

Ella no podía fingir frente a él, así que solamente se cruzó de brazos y le dio la espalda frunciendo el ceño.

-Estoy algo incómoda.- Le dijo.

-No estás incómoda… Estás enfadada. Ese sentimiento que surge cuando no estás bien.-Siseó.

Arwyn suspiró.

-¿Y eso qué? No estoy tampoco de humor para hablar con el joven Phantomhive… Ni contigo. Sal de mi habitación si eso es todo lo que llegaste a decirme.- Espetó.

Sebastian sonrió y caminó hacia la puerta.

-Entonces no hace falta que te diga por qué el joven Phantomhive te dio las “vacaciones”.

No hacía falta decirlo dos veces debido a que Arwyn inmediatamente le había detenido el paso llamándolo. El mayordomo lo sabía muy bien.

Volvió y se acercó a ella.

-Vendrán unas personas más tarde, lo más seguro es que te lleven.- Comenzó; eso fue tan repentino que apenas Arwyn podía reaccionar ante ello- Esas criaturas te dirán muchas cosas que tú desconoces hasta el momento, pero yo lo sabía desde que te vi entrar a la mansión…

-Tú me trajiste a la mansión.- Le interrumpió

-Es verdad, pero no me había dado cuenta hasta que arribamos a ella.- Prosiguió; Arwyn continuaba escuchándolo- Te sugiero que no te enfades con el Joven Conde, no se siente bien debido a lo que le informé.

-¿Cómo sabías esto?- Le preguntó.

-Porque si no fuera el mayordomo de la familia Phantomhive… ¿Qué sería si no pudiera hacer tan simple labor?- Sonrió- Además lo sospechaba desde que me percaté de tu verdadero origen.  Mas no sé qué vayan a hacerte allá, de cualquier modo, mientras estés en este mundo humano, siempre cuidaré de ti.

Ese momento se había congelado un momento. Por primera vez le confesaría su verdadero origen y todo lo que ella es desde tiempos remotos. Lo sabía, por supuesto que lo sabía… Vaya, nunca llegó a creer que ese momento llegaría: En realidad, dentro de ella sabía que no era una humana totalmente, pero ¿en realidad? ¿Algo más?

La mansión Phantomhive les dio la bienvenida entonces a ellos… 4 vestidos de traje y lentes, otro igualmente vestido de traje pero de un llamativo rojo.

-Arwyn… Ellos son los SHINIGAMIS.

Instruyendo al ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora