Oportunidad

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El plan era simple, solo tenía que ir donde ella estaba y disculparse, no era nada que no pudiera hacer, era pan comido, solo tenía que donde ella estaba y disculparse, si claro, él lo podía hacer, en definitiva, podía ir donde ella estaba para disculparse, si señor, él podía, él podía hacerlo.

Norman lo meditaba mientras estaba frente a la puerta donde los perros de Ayshe dormían, tratando de darse ánimos para entrar, cuando finalmente pudo mover la puerta del granero, se encontró con la chica durmiendo en la paja, sus perros estaban a un lado de ella, durmiendo profundamente también.

Norman se acercó lentamente, tratando de no despertar a nadie, en especial a los perros, cada paso que daba lo hacia en un silencio absoluto, llego hasta paja y se inclino para despertarla, pero no pudo hacerlo ya que ella se veía bastante pacifica al dormir.

Norman detallo los rasgos de la cara de la chica, el cabello blanco caía sobre su rostro ocultando la marca de nacimiento, su piel canela que brillaba con la luz que se alcanzaba a colar en el lugar, sus largas pestañas de color albino que se encrespaban ligeramente en la punta, esos labios rosados con un brillo natural que se entreabrían un poco con su respiración.

El tragó en seco al darse cuenta que llevaba mucho rato observándola, pero es que no podía evitarlo, estaba hipnotizado por la belleza que Ayshe desprendía, era totalmente diferente a la de Emma, quien era una chica radiante como el sol, quien te calentaba el corazón con su pureza, Ayshe era todo lo contrario, era un misterio oscuro que lo tentaba a descubrir todos sus misterios. Lentamente se fue acercando más y más hacia ese rostro, hasta que sintió la calidez de sus labios sobre los suyos, solo duro un momento, pero logró estremecer todo su cuerpo con una corriente eléctrica que jamás había sentido.

Norman se apresuró para salir de allí ágilmente, sin despertar a nadie, se recostó en una de las paredes del refugio mientras tocaba sus labios, se sintió extremadamente culpable de haber hecho eso, en especial cuando ella se encontraba durmiendo profundamente y en un estado tan vulnerable.

—Soy el peor... — Susurro mirando hacia el suelo, ahora tenía más cosas por lo cual disculparse.

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Ayshe tocaba sus labios levemente, sintiendo sus mejillas arder, no entendía por qué no le clavó el cuchillo que guardaba entre sus ropas en el instante en el que su peor enemigo le dio otra oportunidad para matarlo.

¡Flechazo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora