CAPÍTULO 7 "Sabía que era algo negativo"

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CAPÍTULO 7

“Sabía que era algo negativo”

Tras entrar al baño después de mi ligera discusión con Zayn, encendí el grifo y le puse el tapón a la bañera. Me desvestí y canté mentalmente “Skyscraper” mientras esperaba a que la bañera se llenara. Cuando ésta estuvo lo suficientemente llena, aproximadamente un tercio del espacio total, me introduje en ella notando cómo mis músculos se tensaban por la temperatura. Me llevó diez minutos meterme del todo en la bañera, notaba la piel ardiendo en las zonas maltratadas de mi piel. Intenté animarme, era el único recurso que me quedaba en ese momento para seguir adelante, para soportar la tortura a la que me tenían sometida sin derrumbarme. Cerré los ojos con fuerza y me imaginé a mi madre observándome mientras frotaba con fuerza mi piel, librándome de la mugre que cubría ésta, como si eso hiciese a mi madre sentirse orgullosa de mi resistencia. El resto fue sencillo. Me aclaré con agua fría para que calmase el dolor, provocándome temblores, y quité el tapón de la bañera para que se vaciase. Me puse un albornoz y me sequé el pelo mientras entraba en calor. Una vez terminado, pellizqué un poco mis mejillas para que cogieran color y me puse un poco de bálsamo en mis deshidratados labios, a continuación, me vestí con la ropa que estaba guardada en el armario del baño: un vestido de terciopelo granate, de media manga, ajustado hasta la cintura, pero que caía con una falda suelta hasta un poco más arriba de las rodillas; unos tacones plateados, finos y elegantes, cerrados y de aguja; y unos cuantos complementos plateados, igual de elegantes, para mis muñecas y cuello. Jamás me había vestido tan formal en mi vida. A pesar de los incontables tacones y vestidos de marca que mi madre había comprado y colocado en mi armario, yo siempre llevaba mis jeans, mis vans y mis hoodies.

Me cepillé el pelo y lo recogí en dos trenzas, unidas en la parte posterior de mi cabeza en un moño. Cogí el botiquín médico para curarme. Salí del baño y me senté en el borde izquierdo de la cama, puesto que Zayn estaba en el otro extremo.

Comencé a levantarme el vestido hasta la cadera como una autómata. Cuando cogí el algodón y el alcohol, Zayn se acercó gateando por la cama y se colocó detrás de mí. Me sobresalté, lo que causó que lo que tenía sujeto en la mano se tambaleara amenazando con caerse, pero Zayn lo impidió cogiendo él el algodón y el alcohol.

–        ¿Qué haces?

–        ¿Puedo al menos curarte? – Preguntó y noté por primera vez su inseguridad.

–        ¿Al menos? Zayn, ¿por qué dices eso? Suena como si te sintieras culpable. –Aunque en lo que a mi concierna, no lo era en absoluto.

–        Bueno, podría haber evitado que te pasara esto –dijo acariciando suavemente mi brazo. Yo me estremecí.

–        No, no pudiste hacer nada. Me advertiste, pero yo no te hice caso. Ha sido mi culpa, y por no haberte hecho caso, ahora estoy así. Pero no fue culpa tuya, Zayn. –le dije girando un poco mi cuello encontrándome con sus preciosos ojos color miel. Entonces me percaté de lo cerca que estábamos el uno del otro. Pero solo había una cosa rondando por mi cabeza en ese momento… ¿quería besarlo?

Me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer y me giré rápidamente dándole la espalda, sonrojada.

–        Creo que puedo hacerlo sola. –dije tartamudeando agachando la mirada.

Zayn me cogió del mentón levantándome la cabeza.

–        Pero quiero hacerlo yo –contestó mirándome dulcemente y sonriendo.

No pude negarme a tal sonrisa. Le cedí el algodón y el alcohol mientras me separaba un poco, dándole un poco más de espacio a mi lado. Empezó por las piernas, así que se bajó de la cama y se arrodilló frente a mí. Yo temblaba, y no de frío precisamente. Pasó el algodón, ya mojado en alcohol, por las quemaduras de mis rodillas, tan suavemente que apenas sentí el escozor. Miraba fijamente mi pierna, concentrado en su tarea, sin decir ni una palabra. Cuando subió a los cortes de la parte interior de mis muslos me tensé. Él no rompió el silencio y me acarició la cadera para tranquilizarme. Yo lo miré, agarrando fuertemente las sábanas, intentando no soltar ninguna queja.

Diez minutos más tarde había terminado de curarme las heridas de las piernas y de los brazos. No iba a quitarme el vestido y a desnudarme delante suya para que curara las del vientre, espalda y pecho, así que no me quedó otra que aguantar y esperar un rato para poder volver al baño a curármelas yo misma sin levantar sospechas, es decir, acababa de ir al servicio, sería raro que volviese a entrar otra vez y que tardase, además no tenía ganas de responder a sus consecuentes preguntas.

Estuvimos casi todo el tiempo hablando sobre lo que había pasado ese mes. Cuando llevábamos casi dos horas de charla, me levanté para ir al baño –ya había esperado suficiente y el pecho me dolía horrores– pero al ponerme de pie, me mareé y caí al suelo, golpeándome fuertemente la cabeza con la mesilla, perdiendo el conocimiento durante unos segundos.

Zayn apenas tardó un par de segundos hasta llegar a mí. Me levantó con mucho cuidado y me tumbó en la cama. Yo veía todo borroso, pero tras unos minutos en la cama pude mejorar mi vista.

–        ¿Estás bien, Alice? ¿Dónde te duele? ¿Puedes oírme? –dijo tan rápido que apenas le entendí, se notaba lo nervioso que estaba.

–        Sí, me duele un poco la cabeza. Estoy un poco mareada, tengo ganas de devolver – le respondí mientras intentaba levantarme para ir al baño.

–        Estate quieta, Alice. Si reposas un poco, se te pasará. – me levantó un poco la cabeza y me acarició el pelo suavemente, intentando no hacerme daño. –  ¿dónde te has golpeado? – me tocó cada parte hasta que encontró la herida. Sangraba muy poco, pero me dolía demasiado. Entonces cogió unas pastillas del botiquín y me las dio con un vaso de agua que había en la mesilla de al lado. – tranquila, con esas pastillas te sentirás mejor. ¿A qué ha venido el mareo? –  me preguntó.

–        Pues nada, tan solo que tenía ganas de marearme, ¿sabes? –dije siendo sarcástica. Aún sigo sin descifrar por qué Brittany me hacía decir esas cosas.

–        Sé que no te has mareado por propia voluntad, Alice. Pero, ¿a qué se debe el mareo?

–        Creo que llevo días sin comer ni beber, tal vez sea eso. – dije restándole importancia. En realidad tenía un hambre voraz, pero no quería pensar en ello pues provocaría que mi estómago rugiera, avergonzándome delante de Zayn.

–        ¿Qué? Joder, Alice, ¿por qué demonios no me has comentado eso antes? Me dijiste todo menos eso. Espera solo unos minutos, en menos de media hora vendrá a por nosotros El Señor para cenar.

Y exactamente, en media hora, El Señor abría la puerta y nos ordenaba que saliésemos. Lo seguimos hasta llegar al comedor. Algo me llamó la atención. Esta vez, había otro chico y otra chica más que la primera vez que vine aquí. Miré a Zayn y me fijé en la expresión que tenía, al mirar a la nueva chica. No sabía si definirla como sorpresa, confusión, enfado o cualquier otra cosa, solo sabía que era algo negativo.

«SECUESTRADA & TORTURADA» © |Zayn Malik|  LIBRO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora