Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Con este acto de redención, acepto que he sido encontrado culpable. La sociedad me puede dictaminar como tal. Yo mismo lo acepto. Y de un modo u otro debo aceptar las consecuencias que se me es dada. La mayoría de estas malévolas cosas las he hecho con anticipación y planeación todo con el propósito de satisfacerme. Descubrí que no me pude contener: Pues la línea entre el placer permitido y el que no es, no existe para mí. Se puede decir que el placer es el conductor de mi vida, y no la racionalización. Por ende, debo aprender a poner la razón por delante.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Estoy en una situación en el cual puedo dañar a varias personas. Pero no debo. Si los pecados que he cometido se me son regresados, no tengo más que otra opción que aceptarlos. Y si es mi destino recibir una cachetada, debo poner la otra mejilla también. Con dolor en mi corazón, debo aceptarlo.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mi ante Dios, Nuestro Señor. Amen.
Amen.
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Las Penas de Un Mentiroso
RomanceEl día que el destino jugó conmigo, solo estas preguntas se me vino a la mente: ¿Puedo fingir mi amor ante una amistad? ¿Se me es permitido enamorarme de alguien que no puedo? Si me enamoro, ¿estare dañando a aquellos a mi alrededor? El dia que esas...