Capítulo 18

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Pasó cierto momento y le observé. Saludaba varias personas como toda buena persona. No puedo comprender cómo fue que me enamore de alguien tan falso.

Después de todo, una persona falsa atrae a otra persona falsa. ¿Será que su falsedad me recordó a la mía y me pareció atractiva? Preguntas que no encuentro respuesta por negligencia son lo que menos importan esta noche. Lo que importa esta noche es que toda la falsedad de Dolores será expuesta. Después de todo, ella no es la chica amable que todo el mundo creía conocer. Estoy haciéndole un favor al mundo exponiendo dicha fachada.

Me encontré con la urgencia de sentir que, en este juego, yo llevaba la ventaja. Necesitaba sentir lo que ella estaba sintiendo. Así que camine hacia la entrada donde ella se encontraba y espere que ella se moviera. Con movimientos finos se movió hacia el centro de la habitación. Yo, al igual que ella, recorrí el mismo sendero, saboreando la falsedad que ella emitía con cada paso. Creo que esto ya no es odio ni amor. Sino que obsesión. A medida me acercaba, me encontré algo en el piso. Un monedero blanco. Recuerdo haberlo visto en algún lado, pero no recuerdo donde exactamente. Tuve el descaro de abrirlo y ver qué es lo que hay adentro. Metí los dedos para husmear qué es lo que hay adentro y sentí un anillo algo familiar.

Me pareció absolutamente raro aquella sensación de pertenencia.

Esa sensación me hizo recapacitar en que había algo incorrecto conmigo. Como si algo me hiciera falta. Una llama dentro de mí se encendió.

Todo este tiempo lo que me ha hecho falta es mi propio anillo. Aquello con que controlaba mi propia ansiedad. El simple hecho de estar en un estado maníaco hacía que aquel objeto me fuera inútil. Sin embargo, ahora que ha regresado a mi mano, todas las inseguridades y ansiedades que antes me reinaban, volvieron.

Sentí mi mano trémula y saqué aquel anillo. Me la puse en el dedo de en medio, pues ese era el único dedo en el cual me quedaba y comencé a fisgonear con él.

De pronto todo conciencia me regreso. ¿En realidad debería mandar las imágenes desnudas de Dolores?

La duda me comió. Lentamente encontró su manera a mis órganos vitales y me corroía.

Snap, hizo mi estómago. Crunch, hicieron mis huesos.

Adentrándose y adueñándose de mí, sentí aquella impotencia. Había al baile sintiéndome la mejor creación de Dios. Ahora soy la cosa más miserable del mundo.

Pero una voz me distrajo de mis pensamientos.

La chica que no tenía destino, de pronto lo encontró.

Gabriela estaba reverendamente enojada. Su cara lo decía todo, y su pecho agitada le añadía al efecto teatral.

Rápidamente se formaron círculos alrededor de ella y su novio. Los amigos que estaban con él se fueron al instante que ella regresó. Me pareció demasiado repentino ver aquella escena. La música calmada y serena, romántica de acuerdo a la temática del baile, con aquella escena cuasi violenta. Me pareció como una interrupción de cómo todo debía ser. Me di la vuelta y la escena cambio. Ahora enfrente mío había únicamente personas calmadas, seguras de sí mismo. Aquellas que les parecía aquel acto hasta repugnante. Posiblemente estas personas no estén relacionadas con la escena violenta, por ende, la falta de interés. Pero todos aquellos que estaban alrededor de la escena, si sabían que él le fue infiel a ella, lo que quiere decir que estaban relacionadas, de una manera u otra. Lo admito, yo soy de los últimos, al estar directamente relacionado con Gabriela. Sin embargo, en medio de los calmados estaba una cara que no me espere ver.

Lucas. No creí que él estuviese en un baile. A decir verdad, le mentí y él me mintió. Parte de mi plan era hacerle creer a Lucas que no estaba en la ciudad, por ende, no iba a poder ir. Pero él si se lo creyó, y él sí fue al baile, en mi ausencia. Esta acción me pareció absolutamente extraña en Lucas. Le expliqué todo esto en un mensaje, el cual él me dejo ignorado. Pero asumiendo su personalidad, pensé que no iba a venir al baile.

A unos cuantos pasos de Lucas, mire el pelo rubio de Dolores, lanzando una mirada de lastima a Gabriela. ¿Será que ella siente cierta preocupación ante aquella joven en su relación toxica?

Poniendo aparte todos estos pensamientos, me hizo a un lado de aquel auditorio a punto que yo estaba en el medio de los calmados, escondiéndome de Lucas y Dolores obviamente, y de la escena de Gabriela, así podía vigilar la acción y la reacción de los espectadores.

-Déjame decirte que nuestra relación llegara a su fin.

Me sorprendió que Gabriela dijese tales palabras con determinación. El joven le observó de pies a cabeza, y un tono burlesco le dijo:

- ¿Qué acaso no debimos haber hecho eso hacen tiempos?

- ¿Sabes? Yo estuve siempre tratando que nuestra relación funcionará. Sin embargo, tu nunca pusiste de tu parte. Tu toda la vida crees que fui una estúpida...

-No lo fuiste. Todavía lo eres.

La cara de Gabriela se tornó un tanto ácida y todas esas emociones se le fueron hacia las manos y formó un puño.

En algún lado de mi corazón deseé grandemente que el maldito novio de Gabriela obtuviese lo merecido. Él todo el tiempo le engañó. Así que era justo que ella le devolviese a él su merecido. Yo sé que puedes ser mucho mejor que esto Gabriela.

El público murmuró en contra de ambos, a lo que hizo Gabriela recapacitar sobre lo que iba a hacer después. Observó a cada uno de los espectadores. Y luego miro fijamente a su novio.

Con un tenaz movimiento, la palma de la mano de Gabriela encontró su camino a la cara del novio. El joven retrocedió con su cachete rojo y le echó una mirada enfurecida a Gabriela.

Gabriela enderezó su postura y con la cabeza en alto dijo:

-Yo no soy la misma de ayer. A mí de ahora en adelante me vas a respetar. A mí no una persona cualquiera como tú me va a venir a irrespetar.

- ¡Pero nadie te da el derecho de pegarme!

-Y a ti nadie te dio el derecho a engañarme. Sin embargo, lo hiciste. Ahora te atienes a las consecuencias y este show, cariño. Si no quería que tal cosa hubiese sucedido, no lo hubieses hecho.

-Pues la verdad lo hice porque eres tan estúpida que aburres.

Gabriela dio un paso adelante y le escupió en la cara. Los demás estudiantes soltaron un gemido de sorpresa. Estando cara a cara, Gabriela decidió tomar el mando.

-No sigas hablando, ingrato. Toda la vida traté de soportarte. Tú, hijo mimado, malditamente engreído. Tú mismo estás dando a conocer al público con las palabras estúpidas que dices.

Fue en ese momento que Gabriela hizo contacto visual con las masas. Y no solo con ellos, sino que con todos aquellos que estaban en el área de los calmados. Alcanzó a ver a alguien como Dolores. Y luego su mirada se dirigió a donde yo estaba. En aquella habitación llena de gente, éramos solo Gabriela y yo en ese instante. Orgulloso de su acción, le sonreí y con la mirada basto para que ella me entendiera.

Es hora de hacerlo.

Gabriela asintió con la cabeza y regreso la mirada a él joven.

-Hay, te tengo algo que confesar, inútil.

El joven se enderezo, así como para recibir el golpe.

Gabriela caminó de una manera lenta, alrededor de él, observándolo de cabeza a pies, con una mirada despreciativa como si tuviese asco de él.

-Sabes que dicen que la venganza es dulce. Y sobre todo para las mujeres, ¿no?

-Si...

-Pues quiero que sepas...que yo te engañe también, con otras personas. Tú no eres el único aquí que ha cometido semejante falta. Pero yo no lo niego, ni me avergüenzo de decirlo. Esto es para que tú te avergüences.

Las Penas de Un MentirosoWhere stories live. Discover now