02 : donde aprendo que mi secuestrador no es un asesino

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. . .

Esta comida sabe a mierda.

Arrugué la nariz con disgusto pinchando la comida ante mí con la punta de un cuchillo sin filo. La comida se trataba lo que supuse que era una saludable mezcla de puré de patatas y zanahorias.

Mi secuestrador, no, Akira me fulminó con la mirada desde su posición, cruzó los brazos con más fuerza sobre el pecho y frunció el ceño mientras mantenía su mirada fija en mí. No parecía que hacerse cargo de mí le hiciese muy feliz, pero él había sido quien me había traído aquí en contra de mi voluntad.

Es lo único que comerás por un tiempo, así que será mejor que te acostumbres respondió Akira bruscamente.

El de la cicatriz se había ido hace un tiempo. Aún no conocía su nombre, ya que tenían cuidado de mantener esa información fuera de mi alcance. Pero habían dejado claro que no me iban a hacer daño, así que me había vuelto mucho más valiente, reprendiendo al chico de las greñas, Akira, para que aflojase las cuerdas que envolvían mis manos y me dejara comer.

Me arrepentía de esto último.

Estirando la cabeza, miré a mi alrededor y descubrí que no me había fijado en aquella trampilla. Podía intentar escapar, tenía las manos libres y el tal Akira parecía desarmado. Frunciendo los labios, me incliné hacia adelante buscando un tema de conversación y dije lo primero que me vino a la mente.

Así que asesinato, ¿no?

Me encogí físicamente, deseando poder darme una patada en la boca por decir algo tan estúpido. Los ojos de Akira se oscurecieron visiblemente.

Lo siento...

No lo maté dijo el chico. Me detuve, y mi disculpa se pegó en el fondo de mi garganta.

¿Qué?

Ya estoy en busca y captura, no tiene sentido contárselo a nadie. Ven lo que quieren ver, y yo maté a su querido alcalde. Eso es todo lo que necesitan escuchar. Las palabras de Akira fueron amargas y llenas de ira. Me apoyé contra la pared con las cejas arqueadas de asombro.

Cuéntame.

¿De verdad quieres escuchar lo que pasó?

Bueno, no tengo otra cosa que hacer ahora mismo.

Hice un gesto a mi alrededor y el chico me miró fijamente por unos segundos antes de exhalar con los brazos cruzados.

Todo sucedió la noche del cumpleaños del alcalde Alfor.

. . .

Akira, te necesitamos por aquí, pronto, este es tu último trabajo y serás libre de irte.

Eso dijiste la última vez.

¿Acaso no he sido claro, joder? Mueve el puto culo o si no... advirtió aquella voz ronca antes de que la línea se cortara. El muchacho resistió el impulso de lanzar su teléfono a la lluvia torrencial. La frustración creció dentro de él.

Unirse a una banda nunca fue una buena idea, pero cuando naces en una, esa es otra historia.

El frío le calaba los huesos. Su aliento salía en breves bocanadas de aire helado mientras conducía su moto. La lluvia caía en capas y era difícil concentrarse en la carretera. Todos estaban en el banquete de cumpleaños del alcalde. Era un buen hombre. Akira lo suponía. Pero no se metía en asuntos políticos de la ciudad de Tropolis, estaba demasiado ocupado tratando de sobrevivir.

Siguiendo las instrucciones de su teléfono, se detuvo frente a un pequeño ático. La parte de atrás del ático del alcalde.

Los vehículos de escolta estaban en la parte delantera, por lo que la llegada de Akira había pasado desapercibida y la seguridad probablemente había bajado por el momento. Saltando la cerca, Akira escaló el árbol frente al edificio, saltando al balcón del alcalde sin hacer ruido.

Sin embargo, lo que encontró casi provocó un grito en él.

Una gran figura estaba agachada sobre el cuerpo, la sangre se filtraba por debajo de él, la lluvia la arrastraba y el balcón aún estaba relativamente limpio.

¡¿Thantos?! ¡¿Qué está pasando aquí?! gritó Akira sobre el estruendo de la lluvia. La figura se puso de pie y se volvió hacia Akira. Un hombre corpulento con un ojo protésico. Su cuerpo estaba construido como un tanque, salvo que más mortal. Agarró el brillante cuchillo en su mano enguantada sin decir una palabra y se la lanzó a Akira, quien la atrapó confundido.

¿Por qué me has llamado?

Es hora de que me deshaga de ti, bribón gruñó el gran hombre cuando Akira miró a su alrededor, al cuerpo que yacía desplomado.

Has... Has matado al alcalde.

No, has sido tú.

Akira bajó la mirada hacia el cuchillo en sus manos y, en una ráfaga de aire, Thantos había saltado por el balcón. Los golpes en la puerta cada vez eran más fuertes. Cuando la abrieron de golpe, se revelaron las botas de Akira manchadas de sangre que no parecía lavarse con la lluvia, sosteniendo un arma que contaba más de lo que había sucedido.

. . .

Me encontraron y me miraron bien a la cara. Debería haberme aferrado al arma, pero entré en pánico y la solté dijo Akira suavemente, mirando al suelo.

¿Y por qué tu pandilla te hizo eso? pregunté. Akira dudó antes de responder.

Nací en ella. Desde el principio quería irme y era obvio que ellos tampoco me querían. Pero dejar una pandilla es casi imposible, las pandillas son como agujeros negros, absorben todo a su alrededor y no dejan lugar a compromisos.

Akira se calló y yo también. Al fin, rascando la esquina de mi boca, dije lentamente:

¿Por qué no te entregas y te hacen un juicio justo o algo así?

Lo pensé, pero no hay evidencia que demuestre que no lo hice. Thanos se limpió demasiado bien y no hay cámaras de seguridad en el balcón privado del alcalde explicó y, ante mis propios ojos, lo vi transformarse del joven robusto y nervioso que había presionado un desintegrador contra mi cabeza hacía un momento en un adolescente cansado y herido sin otro lugar donde esconderse.

Lo siento suspiró. Parpadeé. Había olvidado momentáneamente dónde estaba y en qué situación me encontraba.

¿Por qué?

Por secuestrarte, por encerrarte así, tus padres probablemente estén preocupados, nunca quise ser el malo. Las cosas pasan.

Mi madre, mi madre probablemente esté preocupada le corregí, y él me miró asintiendo.

Sí, madre.

Nos quedamos en silencio mientras Akira miraba por las ventanas y yo me acariciaba distraídamente un mechón de mi cabello.

Un silencio cómodo que se rompió en el momento en que algo pesado comenzó a golpear contra la puerta sellada.

Fuerza especial de la ciudad, abra en nombre de la ley.

OH! LEANDRO. leakiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora