OH! LEANDRO. leakira

05 : una banda heterogénea de gays felices

─Joder ─gruñí suavemente, tumbándome sobre mi costado. El sofá crujió tan fuerte que me dolió, y me quejé en voz baja agarrándome una pierna.

Me dolía todo el cuerpo. Y mucho.

Los analgésicos no me hacían efecto, solo me sumían en un bucle de pesadilla tras pesadilla en las que la policía me esperaba, pero en vez de armas, tenían cinturones.

Lo que, para mí, era mucho peor.

Cuando era pequeño, no le tenía tanto miedo a la cárcel ni a las autoridades como a mi madre estricta.

Me reí al pensar en ello, los analgésicos aún seguían en mi cuerpo, me habían disparado en la pierna, me dolía la puta cabeza, y estaba a kilómetros de casa.

No cabía duda de que era uno de esos lunes.

Cabreándome del sueño que tenía, me levanté lentamente, mientras la cabeza me daba más vueltas que una peonza, colocando la pierna sobre un brazo del sofá.

Me obligué a abrir los ojos y, a través de mi confusión, pude ver a dos figuras encorvadas, juntas, y dándome la espalda mientras observaban una tenue luz.

Un pórtatil.

Me terminé de levantar, sintiéndome un poco desplazado de lo que estaba pasando. Mirando sobre sus hombros, apenas conseguí distinguir una esquina de la pantalla antes de que el portátil se cerrara de repente.

─¿Qué...? ¿Estáis viendo porno? ─Me puse las manos en las caderas mientras me inclinaba hacia ellos con una sonrisa pícara. Los dos intercambiaron miradas preocupadas y Akira se levantó, devolviéndome al sofá negando con la cabeza.

─Deberías de tumbarte antes de que te digamos nada ─dijo, y yo entorné los ojos.

─Estoy bien, solo me han disparado a la pierna, no a las orejas.

─Akira, no... ─avisó Scarface, pero Akira dudó.

─Dice que está bien, así que debería escucharlo.

─¿Escuchar el qué?

Akira se puso derecho, llevándose el portátil y poniéndose de rodillas frente a mí, enseñándome la pantalla.

─Eres un criminal en busca y captura.

Miré a la pantalla como un tonto, el texto estaba borroso gracias a los analgésicos, pero terminé concentrándome y entendiendo un par de palabras.

En busca y captura

Leandro

Compañero de un criminal

Antes de poder abrir la boca, comencé a sentir náusea, y me desmayé.

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

─Me cago en la puta, qué te había dicho.

─¡Hachi! Deja de decir esas cosas, estás siendo una mala influencia...

─Por el amor de Dios, no soy un niño pequeño.

Me desperté escuchando aquella pequeña riña, y viendo un pañuelo azul sobre el puente de mi nariz, impidiendo mi visión.

Intentando devolverme a la realidad, lo asumí.

Deshaciéndome del pañuelo, me puse en una posición de ilusión, hasta que terminó la pelea.

Scarface, Akira y un hombre con gafas se volvieron a mirarme.

─¿Cómo está? ─susurró Akira a regañadientes, mientras Scarface se encogía de hombros, tocando los hombros del cuatro-ojos.

─Pregúntale cómo está, Dante, tú eres la figura materna.

─¿Cómo te encuentras, chico? ─preguntó Dante, con una expresión preocupada en su rostro. Parecía que el efecto de los analgésicos aún no se había pasado, porque podía sentir cómo las lágrimas se acumulaban en las esquinas de mis ojos. Se parecía muchísimo a mi madre con esa expresión.

Empecé a llorar de repente, sin vergüenza alguna.

─¡Le has hecho llorar!

─Aún está en shock, cálmate, chico, las medicinas están haciendo de las suyas, ¿cuántas aspirinas te has tomado? ─Dante suspiró, alborotándome el pelo mientras me encogía de hombros. Resoplando de tristeza, me limpié las lágrimas, mirando mi pierna vendada.

─Unas cinco.

Dante abrió los ojos, pero no dijo nada mientras me ayudaba a sentarme en el sofá del que me había caído.

Hachiko y Akira se hicieron a un lado, incómodos.

─Os dejo solos dos días y me encuentro con esto. ¿De verdad, Hachi?

El castaño se colocó las gafas negando con la cabeza. Tenía las manos en las caderas y se mordía el labio inferior.

─¿Dónde está Pana?

─Ha ido a por suministros, volverá pronto.

Mi mente vagó a otro lado mientras que mis ojos se adaptaban a la estancia. La habitación era bastante pequeña, con un total de tres puertas. La habitación no tenía ventanas, iluminada por guirnaldas de luz tenue y un par de lámparas.

Las paredes estaban llenas de folios con gráficas y artículos de periódico, y un escritorio descansaba en la esquina de la habitación, repleto de folios y algún tipo de líquido morado extraño y pegajoso. Quien fuese el dueño de aquel sitio no era muy ordenado, claramente.

─¿Quiénes sois todos vosotros? ─pregunté, y los tres callaron. Los dos hombres más mayores miraron a Akira, así que yo también. El otro joven parecía incómodo, pero respondió de todas formas.

─Esta es mi, eh... familia.

─Puedes llamarme Hachiko, soy su padre, técnicamente.

Scarface abrió la boca inclinando la cabeza, haciendo su flequillo blanco a un lado mientras me miraba con unos ojos nuevos. Dante sonrió con aquella sonrisa materna suya, colocando una mano sobre el hombro de Akira.

─Yo soy el prometido de Hachi, nos deberíamos de haber casado hace meses, pero las cosas se complicaron. Soy la mamá.

Los miré, dudoso. La cara de Akira se había vuelto completamente roja, y miraba al suelo. Ahí de pie entre sus "padres" parecían una familia de verdad, no una banda de fugitivos.

El silencio incómodo terminó con el sonido de una puerta siendo abierta de repente. Muchas bolsas de la compra aparecieron de la nada, colocándose en la entrada. Dos pequeñas manos sostenían cada lado de las bolsas.

─¡Y yo soy Pana! La ratilla destructora con gafas.