Maletas en la puerta

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Aun no entendía que había pasado, jamás lo hice, al menos no con el.
No quería salir de la habitación, la cama era tan cómoda y aun se podría apreciar tu olor, pergamino y whisky de fuego, hasta ahora seguías siendo mi amoretina.
Escuchaba tus pasos ir y venir, distraídos, torpes y firmes, pero no quería verte marchar cariño ¿que haría yo? Lo mismo que cuando dejaste la solicitud de divorcio en la mesa? Rogarte por una oportunidad, rogarte cambiar... no me humillaría más.
Solo había una foto en toda la casa, estaba sobre el buró y era del día de nuestra boda, lo feliz que me veía y pensé que tú también, pero jamás habías cambiado tu expresión, siempre frío, como si estuvieras en un juicio, a punto de escuchar tu sentencia, tal vez era yo.
"Podría ser tu padre y jamás te hará feliz"
Las palabras de mi difunto padre ahora estaban presentes en mi cabeza, me había advertido de ti, que eras mayor, que tenías planes y que yo solo era una estupida niña con sueños de amor, pero en verdad quería creer, que lo que me habías dicho era verdad, que no habías conocido a nadie como yo y que me harías feliz, que me amabas y que jamás me dejarías, eran promesas vacías, por que ahora mismo, tus cosas ya no ocupan nada en esta casa.
Tus promesas ya las rompiste y ahora solo guardo tu voz, escuchando una y mil veces lo que no quisiste cumplir.
"Los hombres son un gusto, no los necesitas para vivir"
Las palabras de pansy tenían más peso, era la esposa de su mejor amigo y tenía una verdad cruda sobre todo la que la rodeaba, la amaba como a una hermana, las amistades inesperadas son las que más duran, pues las de años, se pierden.
Le había dicho sobre sus inseguridades, le había dicho lo que sentía cada vez que lo veía salir de la casa, lo mucho que lo amaba y lo difícil que era para ella dejarlo,lo amaba tanto, ella ni siquiera la volteó a ver y solo había dicho "No ames a aquel que piensa que de amor se come y que de lujuria se vive" ahora entendía la razón, pansy siempre lo sabía todo, había sospechado la infidelidad desde hacía meses, era yo la del problema, la que no quería ver.
Las pruebas estaban ahí, la voz, las miradas y la ropa con olor a bruja, pero ella lo ignoraba, cada vez que lo veía era solo verlo a él, a lo que representaba, el amor de su vida, pero él ya no la veía igual, él la veía con culpa, no quería ver.
Y luego llegaron las lechuzas con todas esas cartas de una mujer escribiendo lo que pasaba entre ellos y todo llegó un a su fin, cuando al final de la semana pasó por la tienda, no tocó, no era necesario entre ellos, hasta que lo vio, a él con otra mujer y la sangre se le fue a los pies ¿donde quedaba ella? Acaso estaba jugando a ser soltero? Cuando había durado? Dejo de amarla?
Para todas las preguntas no tenía respuesta, a excepción de la última "Si" y eso había sido todo, había desparecido y había roto su casa, pero al llegar él y escuchar la puerta cerrar por segunda vez, solo pudo ver la solicitud de divorcio, lo había hecho.

Escuchaba los sonidos de varita, encogiendo las cosas y luego dejándolas en cajas, no quería bajar, pero tenía que hacerlo.
Se debía de ver fatal, no tenía maquillaje, su cabello alborotado estaba hecho un nido y su valentía ya no estaba.

Bajo los escalones lento, viendo como las fotos seguían ahí, a excepción las que tenía con el, espacios vacíos estaban ahí, los huecos calaban, pero tenía que bajar, tenía que decirle que lo amaba una vez más, podría perseguirlo, podría hacer que se quedara, pero si él se iba por voluntad propia, no habría más que hacer.

Y lo vio de espaldas, como sujetaba algo fuerte de las manos.

-Te amo Severus Snape, siempre te he amado y te seguiré amando hasta que ya no lo haga...

-Véte a la mierda Hermione.- y dejó caer el objeto, tomando la última caja y desapareciendo de la casa.

Observó el piso y vio la foto más reciente de ambos, de esa vez en que ella le confesó que quería embarazarse, darle una familia, una estabilidad.

Y lloro, necesitaba lavarse el dolor, necesitaba volver a sentir el dolor.

Pero de nuevo se quedó quieta en la sala y observó a su alrededor, como es que ahora tenía lujos, como él había aceptado la fortuna de los Prince para tener algo que ofrecerle, la casa se sentía tan sola, al igual que ella.
Observó de nuevo el marco de la foto, el vidrio está quebrado al igual que ella, pero la foto estaba intacta, la tomó por un momento, los vidrios dañaron sus dedos, no importaba, observo la foto y luego a su alrededor, la realidad la golpeó tan duro que casi cayó, pero no lo hizo, fue hasta la mesa y firmó.
No era más la esposa de Severus Snape, era solo Hermione Granger, la niña con sueños hasta el cielo y ahora la adulta perdida en medio de un mar negro.
Y arrojo lo que quedaba del retrato, por que ya no lo quería ver más, por que solo le recordaba lo que tuvieron y no lo que ahora eran, unos completos desconocidos, pero ella no era la otra, ella no esperaría a ser rescatada, ella sola podía.

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