Flores azules

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Hermione ya había hablado con la profesora Mcgonagall sobre su situación...
La había ayudado sin rechistar dándole una habitación en el castillo para ella y sus hijos, se sentía agradecida, Hogwarts era el lugar más seguro en todo el mundo, ella podía estar ahí un tiempo hasta arreglar a sus hijos y luego mudarse a alguna casa con ellos.

Se había planteado una y mil veces dejar el puesto de ministra, sin embargo, en un mundo tan machista y oscuro, las mujeres siempre tenemos derecho a estar un paso adelante.
Los niños se habían quedado dormidos a penas había entrado en la habitación, Mizael se dejó caer en la alfombra y María simplemente cabeceó en su hombro.

La cena empezaría en unos minutos y sus hijos no se despertarían, jamás se había dado cuanta de lo cual necesitaba estaba, necesitaba protección e incluso amor, nunca se replanteó volver a enamorarse y dejar que los hombres de nuevo entraran a su vida...
Pero luego había saliendo con Dean y todo acabo, supo en un segundo que jamás podría volver a enamorarse... pero que aun con los contras, ella tenía una oportunidad, una para volver a hacer la misma mujer de antes, segura de sus acciones, ya no estaba más sola, tenía a dos personas que eran dependientes de ella y se sus decisiones, casi se sentía como en los viejos tiempos, cuando Ron y Harry hacían lo imposible para meterse en problemas arrastrandola con ellos...

No sabía dónde quedaría su relación con Dean después de los acontecimientos, pero esperará que por una vez, nadie la dejara vivir las batallas ella sola, tal vez con un poco de suerte.

-Hermione.- Esa voz, esa maldita voz.

-Severus.

-Necesitamos hablar...Solo una vez más, si después de esto no me perdonas lo entenderé y no volveré a buscarte.

Se habían encontrado al doblar una esquina, sabía que él aun trabajaba ahí, qué tal vez se había metido a la boca del lobo... pero ella no lo detendría más ¿Que más podría quitarle aquel hombre que decía amarla? Le había quitado su hogar, le había quitado su amor propio y hasta su orgullo sintiéndose tan pero tan insuficiente...Las últimas palabras dichas por su padre fueron "Acepta las guerras perdidas" y ella ya tenía que hacerlo, tenía que aclarar todo de una vez por toda, estaba demasiado cansada como para seguir peleando.

-Mañana a las 9 de la noche, como comprenderás, no les agradas a mis hijos y sinceramente a mi tampoco, se discreto y puntual.

Y simplemente se fue, estaba harta de su mierda de hombre bueno y valeroso que hacía todo por amor, ella sabía que jamás fue así y hubiera preferido su indiferencia a esas escenas que tanto habían hecho, demostrando solo así su buen corazón y acto de beneficencia.
Se estaba cansando de absolutamente todo, de ocultarse, de mandar e incluso de seguir estando viva a su lado.
La había dejado como si ella no valiera nada, como si tantas veces no la hubiese dicho que la amaba con todo lo que tenía, como si ellos jamás hubieran sentido tanto por ambos, era injusto y torturante  pensar en todo lo que vivieron, por que para ser sinceros, no le sorprendía que él dejara de amarla, tal vez nunca lo hizo, ella había insistido, había suplicado y rogado por él.
Aun cuando era una estudiante ella había hecho lo imposible por que se fijara en ella, por que la contemplara y se fijara todo lo que ella daría por el, la que puso de su parte desde un principio fue ella, siempre ella.
Y había creído tontamente que se lo merecía, que ella podía hacerlo feliz, lo amaba tanto que hasta las ilusiones le revolvían el estomago, era confuso y casi asfixiante aceptar sus palabras autocriticas al principio de la relación, era asfixiante ser ella la que lo llamara a la media noche recordándole lo mucho que lo amaba, lo mucho que se preocupaba por él y demostrándole que no estaba solo por una vez...
Y por fin había llegado a su límite, de absolutamente todo.

Observó el comedor y se sorprendió de que todos estaban ahí ya, tal vez hasta parecía que la estaban esperando, pero no era así.

Se sentó en la mesa grande y se sorprendió de lo bien que se veía todo, que se podía escuchar perfectamente tal vez así sabían todos sus planes con harry.

Pasó tranquila, como tantas veces Severus no estuvo presente, probablemente estaba cenando en las mazmorras.

No podía creer lo que ella había dicho, había aceptado por fin después además tanto insistir, por fin tenía la oportunidad y no la desaprovecharía, estaba listo para suplicar y tal vez para rogar por su perdón, podía sentirlo ella aun lo amaba, sin embargo sus ojos demostraban lo desilusionada que estaba y casi podía ver a través de ellos todo por lo que ella pasaba.

No se sorprendió mucho cuando Minerva le avisó de sus nuevos vecinos, no pudo evitar ir a la habitación de ella y entrar con cuidado hasta las habitaciones.

Maria era simplemente un ángel, ella bellísima y tenía tanta bondad y carisma era casi irreal, era una niña dulce y tenía un carácter tranquilizante, la observó en su cuna, aun no estaba tan Grande, pero estaba seguro que quería verla dormir por el resto de su vida, Se giro a su derecha, donde en una cama estaba Mizael, tenía el trasero levantado y baba salía de su boca, era un niño bueno y un mago extraordinario a pesar de su corta edad y no pudo evitar pensar en lo maravilloso que sería crecer como una madre como Hermione, ella podía enderezar su camino, aun después de investigar quienes eran sus padres, lo supo con exactitud ella había sido su destino desde un principio.
Hijos de personas malignas y magos tenebrosos que habían sido enterrados gracias a ella y a sus amigos los cuales lo hubieran podido sobrevivir sin ella, Voldemort se había equivocado, la verdadera amenaza él la había tenido por esposa y era Hermione Granger.

Pero viendo a los niños se dio cuenta que esa vida quería y que nadie se la arrebataría, esa era su familia

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