Prólogo

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La mañana era fresca y prometedora. Eran las 9 a.m. y Emilia estaba abriendo los ojos con mucha pereza. Eran los primeros días de marzo  y el verano se estaba despidiendo tempranamente.
El desayuno no se podía hacer esperar más porque las tripas comenzaban a tronar. Rápidamente la joven se dirigió al baño para lavarse la cara y los dientes (porque odiaba desayunar con mal aliento). Luego de peinarse sus oscuros cabellos y ponerse un poco de crema hidratante en el rostro se miró finamente a los ojos a través del espejo. En voz alta se dijo "Hoy comienza el final".

En la mesa del comedor estaba su mamá, Gabriela esperándola con el café recién preparado. La mujer de unos 45 años estaba mirando Facebook en su celular. Al ver a Emilia sentarse a su lado, Gabriela le dedicó una cálida sonrisa a su hija.

- Hola hija, buenos días.
- Buen día mamá.
- En la cocina quedó café. Servite una taza antes de que se enfríe.

Mientras llenaba la taza, Emilia sintió la le gua de su perra en su rodilla. Con una sonrisa se agachó hasta donde estaba la pequeña y le dijo "Hola mi chiquita" mientras le daba un beso en su cabecita. La perra movió su cola enérgicamente.
Al volver a la mesa del comedor su Gabriela recordó qué era un día especial para su hija.

-Emi hoy es...
-Sí, hoy empiezo el último día de mi carrera- dijo con una pequeña sonrisa. No quería demostrar sus nervios.
-¡Ay hija... que alegría siento por vos! Te tengo un regalo- dijo extendiendo un paquete en sus manos.
-Mamá no era necesario...- dijo Emilia mientras recibía el paquete y comenzaba a abrirlo.

Era una chaquetilla blanca con algunos bordes de color rosa. Era su primer uniforme. Emilia estaba estudiando para ser maestra y estaba por comenzar el cuarto y último año de sus estudios superiores. Si todo iba bien, al finalizar el mismo se recibiría y estaría matriculada para trabajar en escuelas.
Con entusiasmo Emilia se probó la chaqueta en su habitación y ésta le quedaba a la perfección. Era la primera vez que se veía realmente como una maestra y eso la llenaba de orgullo. Corriendo fue a mostrarle a su mamá y Gabriela la miró con lágrimas en sus ojos.

-Emi no lo puedo creer... ayer eras una niña y hoy estás a punto de converttirte en una profesional. Parate derecha así te saco una foto para mandarsela a tu abuela. Se va a poner tan contenta.

Después de que su madre le tomara más de cinco fotos, Emilia se dirigió a su habitación nuevamente para guardar el regalo. Dentro de poco tiempo lo estaría usando.

Las horas pasaron y se hicieron las cuatro de la tarde. A las cinco comenzaban sus clases, así que con su bolso listo, tomó un abrigo y se dirigió a la parada del bus. Generalmente se subía al transporte público a las cuatro y veinte, pero estaban por hacerse las cuatro media y el bus no aparecía.
Cada vez con más nervios, Emilia miraba su relog en la muñeca derecha y corroboraba que se hacía tarde. Cuando estaba a punto de parar un taxi divisó que el bus se acercaba. Una vez arriba del mismo texteó a su amiga y compañera de estudios Lorena.

*Lore llegaré unos minutos tardes. Guardame un lugar.
*Okey, todo bien??
* Sí, el bus pasó más tarde, estoy llegando.

Al bajar del bus Emilia nurvamente miró tu reloj, eran las cuatro y cincuenta y tres minutos. Tenía que correr.

El bus la dejaba a dos cuadras del instituto, así que literalmete, debía correr si quería llegar a tiempo. Sus pies se movían rápido y sus ojos volvían al reloj a cada segundo. Cuando estaba a metros de la entrada, por bajar la vista a su muñeca, no miró el camino.

El cuerpo de Lorena chocó con el de otra persona y su bolso salió disparado al suelo, volcando su celular y llaves al piso. Rápidamente se agachó a buscar sus pertenecias mientras se disculpaba con quién se había cruzado.

-Disculpame, no te vi por mirar el reloj.-Dijo la joven sin levantar la mirada del suelo, mientras, de rodillas, buscaba sus llaves en el piso.
-No, vos disculpame a mí, iba mirando el celular y no llegué a esquivarte. Esto debe ser tuyo-dijo una voz varonil, mientras le entregaba el celular a Emilia.

Emilia levantó su mirada del piso y miró a quién tenía delante. Era un joven de cabellos cobrizos y ojos verdes. Emilia tomó su celular de la mano del chico que se lo estaba ofreciendo con una sonrisa. Al tomarlo rozó sus dedos con los de él y sintió una corriente eléctrica recorrer su mano. Guardó el celular en su bolso y aún estaba de rodillas, miestras el chico ya estaba de pie. Él, inmediatamente le ofreció su mano a Emilia para ayudarla a levantarse del suelo. Ella aceptó ese gesto y se levantó con las mejillas coloradas. Sintió esta senzación de electricidad de nuevo, pero multiplicada por diez.

-Gracias, tengo que irme a la facultad, voy tarde. De nuevo, perdón. -Dijo Emi con una sonrisa mientras daba el primer paso.
-Que tengas un lindo día. - respondió el joven sin quitar la sonrisa de su rostro.

Emilia corrió los metros que le faltaban. Ya iba tarde, no quería perderse la primera clase. Al entrar a su aula, Lorena la esperaba sentada cerca de la puerta. Al verla llegar, le dedicó una mirada de sorpreza, abriendo sus ojos grandes y señalando sus rodillas

-¿Qué te pasó ahí?- preguntó Lorena en voz baja. La clase había comenzado hacía diez minutos.
-Me caí, después te cuento bien... -respondió Emilia mientras sacaba su libreta para comenzar a tomar apuntes.
-Con lujo de detalles.

Enséñame a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora