Parte 10

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El bar estaba cerca de la casa de Gabriel así que decidieron ir allí. Emilia sentía crecer sus nervios, sabía qué era lo que iban a hacer. Ella misma lo había provocado. No tenía miedo de él, sino que nunca había tenido sexo, aunque tuviese ya veintitrés años. Sentía mucha inseguridad con su cuerpo como para compartir intimidad con otra persona. 

Gabriel estaba tan excitado que ya le dolía la entrepierna. Sin embargo podía percibir los nervios de Emilia, ella no los podía disimular. Así que pensó en calmarse porque era probable que no tuvieran sexo esa noche... él no la iba a obligar a nada aunque sintiera que estaba por explotar. 

Llegaron a su casa y en la oscuridad se besaron tiernamente apoyados en la parte de atrás del sillón de la sala de estar. Emilia estaba apoyando su trasero en el sillón mientras levantaba una rodilla acariciando la parte externa de la pierna de Gabriel. Eso lo volvió a encender. Él acarició su pierna y decidió alzarla por la cadera haciendo que ella lo rodeara con ambas piernas mientras se sostenía con las manos detrás del cuello de Gabi.

El joven caminó con la chica enredada sobre él, sin dejar de besarla hasta su habitación. La depositó sobre su cama y comenzó a pasar sus manos por su cuerpo sin despegar sus labios de los de ella. En seguida sintió que Emi comenzó a temblar entonces separó sus labios de ella. 

-¿Estás bien? - la miró a los ojos preocupado. 

-Sí, es que yo... bueno 

-No vamos a hacer nada que no quieras. -dijo acariciando su rostro y depositando un beso rápido en sus labios. 

-Soy...yo... soy virgen.- dijo con el rostro totalmente rojo. Eso le causó tanta ternura a Gabriel que solo puso sentir aun más amor por ella, aunque no se lo había dicho.

-Si me dejás ser el primero, voy a cuidarte. Nunca te lastimaría Emi

Ella le respondió con un beso, estaba segura de que quería que el fuera quien le quitara la virginidad. Lo acarició, pasó sus manos por sus cabellos rojos y le dijo.-No mires mi cuerpo, me da mucha vergüenza...

-Mi amor sos perfecta. No tengas pena conmigo.-dijo mirándola a los ojos. 

Después de eso comenzó a bajar el cierre de la espalda del top que estaba usando Emilia mientras besaba su cuello. Cuando lo quitó por completo pudo ver un corpiño de encaje negro que traía puesto.Sólo acarició su piel por el borde de esta prenda. Ella sentía que sus labios le quemaban la piel. 

Con manos temblorosas Emilia comenzó a desprender la camisa que llevaba puesta el joven. Cuando su pecho quedó al descubierto pudo ver que tenía los músculos bien marcados. Pasó sus manos por su abdomen y el chico sintió una electricidad por su cuerpo. Nunca había sentido eso con otra chica. 

Gabriel siguió con el pantalón de la chica. Al bajarlo pudo ver que traía una tanga a juego con el corpiño. Mientras la besaba comenzó a sacarse su jean, quedando en boxers. Emilia no puso evitar notar la gran erección que escondía esa prenda. Lentamente comenzó a tocarlo por sobre la ropa mientras él masajeaba sus senos con el corpiño aún puesto. Los jadeos de ambos se mezclaban aunque aún seguían en ropa interior. 

-Estoy lista.- Emilia le dijo en un susurro

-¿Segura?

-Sí... segura.

Lentamente Gabriel empezó a retirar la tanga que traía puesta su chica. Inmediatamente comenzó a acariciar su parte íntima. Ella se estremecía cuándo lo sentía cerca de su clítoris. Él sabía lo que hacía. Estaba estimulándola para que esté más húmeda y que no le doliera al entrar. Sus caderas lo buscaban involuntariamente.  En pocos segundos Gabriel sacó un preservativo del cajón de su mesita de luz, se sacó su ropa interior y se lo colocó hábilmente. Seguidamente se acomodó entre las piernas de Emilia, entrelazando su mano derecha con la de ella y apoyando la otra en la cama. 

-Relaja las cadera, te va a doler al principio pero en seguida te vas a acostumbrar.- Así que Gabriel penetró de un solo movimiento a la chica.

Ella se estremeció y largó un gemido. Realmente no le dolió tanto como pensaba que lo haría. El se retiró lentamente y volvió a a entrar. Cada vez que lo repetía se sentía mucho más cómoda y comenzaba a disfrutar. Él comenzó a acelerar de a poco el ritmo. Se besaban en medio de las estocadas. Cada vez  entraba más profundo en ella y Emilia sentía que el placer aumentaba.  En un momento sintió sus piernas temblar y llegó al orgasmo acompañado de pequeñas convulsiones bajo el cuerpo de el chico y un gemido más sonoro. Él había llegado también al climax al sentirla temblar bajo su cuerpo. Cayó sobre el cuerpo de Emilia e inmediatamente se hizo a un costado para no aplastarla. 

-Te amo Emilia.- dijo él con la respiración agitada y el sudor brillando en su pecho. 

-Yo también Gabi.- dijo ella en un hilo de voz. Estaba recuperando la respiración un una sonrisa en el rostro. -Me encantó.

-Si te gustó la primer ronda, espera las próximas.- dijo el divertido mientras se quitaba el preservativo y lo hacía un nudo para tirarlo en el cesto de basura que estaba en la habitación. Cuando volvió a la cama la besó y ella le respondió abrazándolo.

-Quiero que me enseñes otras cosas.- dijo con cara sexy, mientras acariciaba su pene.

-Como quieras.- dijo él sonriendo y volviendo a besarla. 

Ella se puso encima de él y se quitó el corpiño dejando a la vista sus dos grandes senos. En ese momento el pene de Gabriel cobró vida nuevamente. Ella lo sintió y comenzó a masturbarlo con su mano. Si bien no sabía como hacerlo él le iba dando indicaciones. Cuando se lo llevó a la boca Gabriel tiró su cabeza para atrás. Le pidió que fuera más suave porque sino acabaría en segundos. 

Ella lamía su miembro mientras intentaba mirarlo a los ojos. Gabriel pensaba que esa era la imagen más excitante que había vivido hasta el momento. Luchaba para poder aguantarse y no eyacular tan rápido. La cadera del chico empezó a moverse penetrando la boca de Emilia. Cuando sintió que no podía más le pidió que se retirara y acabó en los senos de la chica. Ella lo miraba totalmente satisfecha

-Ya traigo para limpiarte.- dijo él mientras iba a buscar papel al baño. Ella se quedó en la habitación mirando por donde se había ido. No podía creer que había tenido sexo con él. Le parecía irreal. 

Enséñame a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora