Parte 8

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Cuando los primeros rayos del sol se colaron por la ventana de la habitación de Gabriel él despertó. Observó que tenía una mano en la cintura de Emilia. Ella estaba apoyada totalmente en su cuerpo y profundamente dormida. Como de costumbre, él había amanecido con una erección mañanera y no quería que ella lo notara así que se retiró delicadamente de la cama y se dirigió al baño interno de su habitación. Se duchó con agua fría para bajar la calentura, se cambió y salió silenciosamente. Aún era temprano así que fue a la cocina a hacer el desayuno.

Ya en pleno proceso culinario sintió una caricia en su brazo. Era ella que lo miraba con cara de dormida pero con una sonrisa radiante.

-Buen día, ¿qué haces?

-Buen día bonita. Tostadas con café. ¿Te gusta?

-Sí, claro.-dijo ella mientras lo miraba- es muy temprano, ¿por qué te levantaste a esta hora?

No podía decirle que era por la erección como mástil que tenía, así que pensó algo rápido.-Tenía hambre, sólo eso. Si es muy temprano para vos podés volver a la cama a dormir.

-No... me levanté porque sentí la cama fría cuando te fuiste. -Dijo ella mientras se ponía colorada.

-Ya me extrañas chiquita y todavía no nos separamos- dijo él tomándola por el rostro con una mano y besándola en los labios.- Sabes a menta.

-Usé tu cepillo, espero que no te importe, no tenía el mío.-espetó ella muy despreocupada.

-Bueno... ya no puedo hacer nada pero tenía un cepillo nuevo en el baño.

-Lo dices tarde, nene.- respondió ella entre risas

Juntos se sentaron a desayunar en la mesa del comedor mientras hablaban de cosas banales. A las nueve de la mañana Gabriel llevó a Emilia a su casa. Ella le pidió que la dejara a una cuadra de su casa para que su mamá no lo viera. Antes de bajar se dieron un beso profundo, lleno de amor.

-Gracias Gabi, fue hermoso lo de anoche.

-Gracias a vos Emi, te quiero bonita.

-Yo también te quiero Gabi.-Emilia bajaba del auto y se aseguró de llevar todas sus cosas- no quiero olvidar mis cosas. Chau lindo.- dijo y cerró la puerta.

Emilia caminó la cuadra que le quedaba para llegar a su casa y llegó. Abrió la puerta y se encontró con la casa vacía. Mamá había salido de compras y papá seguramente estaría trabajando como todas las mañanas. Sólo la recibió su perrita Lola que estaba muy emocionada por verla. Emilia la acarició y le besó su cabecita como siempre hacía. 

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El viernes lo pasó con su madre. Salieron a pasear por la ciudad a conocer el nuevo shopping que habían inaugurado hacía una semana. Comieron juntas, miraron ropa y zapatos. Emilia decidió que no perdía nada si le contaba a su mamá lo que estaba viviendo. Ellas dos eran muy compañeras y eran muy honestas la una con la otra. Así fue que la joven tomó coraje y mientras tomaban un helado decidió hablar. 

-Ma... quiero contarte algo pero por favor no enloquezcas ni...

-¿Estás embarazada? -preguntó Gabriela con cara de sorpresa. 

-¡¡Ay mamá, no!! primero escucha lo que tengo para contarte.

-Que alivio... cuéntame hija. 

-Bueno... me estoy conociendo con un chico. Me gusta mucho y él es muy bueno y educado conmigo. 

-¿Dónde lo conociste?

Emilia dudó un poco pero pensó que lo mejor era la sinceridad.- Lo conocí en la facultad... el día que me caí fue porque me choqué con él en la calle, al otro día me enteré que era el profesor nuevo de matemáticas.-dijo Emilia mirando hacia la copa del árbol que estaba en la vereda de enfrente. 

-¿Es mucho mayor que vos? los profesores de tu facultad son muy mayores para vos hija...

-No mamá, es joven. Tiene 27 años. Es muy inteligente, además de ser profesor se desempeña como arquitecto. 

-Ah... qué interesante. Puedes llevarlo a cenar a casa para que lo conozcamos tu padre y yo.- propuso la madre muy entusiasmada. 

-No mamá, aun no. Recién nos estamos conociendo, creo que eso sería muy apresurado. Pero quería contarte porque no soporto tener que mentirte. Ayer no fui a dormir a la casa de Lore. Estuve en la casa de él, Gabriel, pero no pasó nada. Te lo juro. Sólo miramos las estrellas y después dormimos porque ya era muy tarde. 

-Gracias por contarme hija, me encanta que puedas confiar en mí. Yo voy a cubrirte con tu papá. Si se entera lo vas a conocer celoso. Cuando estés lista puedes llevarlo a casa. 

-Está bien, gracias mamá por escucharme. -Emilia sintió que se sacó una mochila muy pesada de los hombros. Ahora estaba más tranquila consigo misma. Continuaron con su paseo hasta las dos de la tarde, luego volvieron a su casa. Emilia decidió dormir una pequeña siesta. Cuando estaba a punto de caer en el sueño vibró el celular en la mesita de luz al lado de la cama. Ella estiró el brazo y era un mensaje de Lorena.

*Conseguí entradas para una fiesta esta noche en el bar de Leo. A las nueve voy para tu casa para que nos cambiemos juntas. 

Emilia lo pensó bien, no era de las que salían a bailar, aunque no tuviese nada planeado para esa noche, terminó aceptando. 

*Okey, te espero en casa a las nueve. 

*Así me gusta, esta noche vamos a romper la pista. 

La morena sólo rió ante ese mensaje. Dejó el celular donde estaba y se dispuso a dormir un rato. 

Enséñame a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora