La tarde llegó rápido. Emilia le había dicho a sus padres que había quedado con Lorena para estudiar, ella la cubriría con sus salidas. No quería contarle tan pronto a sus padres que estaría viéndose con un chico. Quería ahorrarse explicaciones.
Al llegar tocó timbre y el chico salió inmediatamente pero en vez de hacerla entrar cerró con llaves la puerta a sus espaldas. Cuando estuvo frente a ella le dio un beso en los labios, apoyando sus manos en la cintura de Emilia. Cuando se separaron envolvió suavemente el cuello de la joven con el pañuelo olvidado. Ella empezó a reír porque le tapó todo el rostro.
-Gracias por devolverlo.- dijo mientras se lo acomodaba como corresponde.
-De nada. Vamos a merendar a otro lugar. Tengo todo preparado en el auto.
Se subieron juntos y después de ponerse los cinturones de seguridad Gabriel arrancó el auto. No le quiso decir a dónde irían, decía que sería sorpresa. Cantaron un montón de canciones en el camino. Tenían gustos parecidos musicalmente. Cuando llegaron él paró el auto y la invitó a bajarse. El fue a abrir el baúl de auto y sacó una canasta grande de allí y le pidió a ella que llevara un par de mantas.
Gabriel la había llevado a un mirador que daba a la ciudad. Estaba rodeado de árboles y flores. Allí había muy poca gente porque estaba cayendo el sol, ya eran las siete y media de la tarde y el atardecer empezaba a hacerse ver.
-Me trajiste a ver el atardecer otra vez.- dijo ella con una sonrisa.
-Así es mi bonita Emi- respondió él mientras sacaba las cosas de la canasta.-Traje café caliente, unas tazas y brownies. ¿Te gusta?
-Claro que sí- dijo ella tomando una manta- Que inteligente fue traer estas mantas.
-Sí, es que se está yendo el sol y va a hacer frío.
-Desde acá se van a ver las estrellas espectacularmente.- dijo ella admirando el lugar.
-Si le damos la espalda a la ciudad y miramos para el otro lado-dijo el joven señalando a su espalda- vas a ver las estrellas fugaces que esta noche pasarán por ahí.
-¿En serio?
-Sí, esta noche hay lluvia de estrellas. Si nos aguantamos el frío vamos a poder verlas claramente.
-Yo sé cómo podemos evitar tener mucho frío.- dijo ella con voz pícara.
-Yo también sé cómo hacer eso.- dijo él siguiéndole el juego.
-Yo hablo de las mantas, no sé en qué estarás pensando Gabriel. -Se hizo la desentendida la morena.
-Creo que sabes muy bien, nena. Anoche en el auto me lo hiciste saber.- dijo él acercándose a ella de manera sugerente.
-Basta, basta.- respondió ella avergonzada tapándose el rostro.
Él se reía a todo pulmón. Hablaron de sus vidas, parecía que los temas de conversación nunca se les terminaban. Ella se sentía tan cómoda estando con él que no podía creer que se habían cruzado apenas hacía unos pocos días.
Las horas pasaban y ellos terminaron acostados juntos bajo dos mantas. Él apoyaba su cabeza bajo su mano izquierda y con la otra abrazaba a Emilia que tenía su cabeza sobre el hombro derecho de Gabriel. Ambos miraban al cielo y escuchaban música. Emilia no recordaba haber estado en una situación similar. Estaba completamente relajada junto a él. Gabriel se sentía pleno con la chica en sus brazos mirando el cielo. El momento era perfecto y ambos hubieran querido que durara para siempre.
De pronto vieron una estrella fugaz pasar por el cielo. Los dos la divisaron claramente mientras en silencio pedían un deseo. Ella pidió "Que sea él el indicado". Él pidió "Que ella nunca se vaya de mi lado".
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Después de varias tazas de café, horas de música y muchas estrellas fugaces, decidieron volver. Eran las tres de la mañana y hacía mucho frío, probablemente la temperatura estaba cerca de los cero grados. Emilia no había tocado el celular desde que habían llegado al mirador. Tenía tres llamadas perdidas de su mamá y la última había sido hacía cinco minutos.
-¡No!¿Qué voy a hacer ahora?- dijo preocupada al ver el celular.
-¿qué pasa?
-Supuestamente estaba estudiando con Lorena pero es muy tarde como para volver a casa.
-Dile que te dormiste y no contestaste por eso.
-Sí ¿pero a dónde voy a ir? Lorena debe estar durmiendo como para recibirme.
-Te quedas conmigo, no hay problema.
-Oh no, ya es mucho...
-No va a pasar nada, quedate tranquila. Tengo lugar de sobra.
-Yo... bueno, voy a llamar a mi mamá para decirle que me dormí.
Luego de llamar a Gabriela emprendieron camino de vuelta a la casa del joven. Ella pensó que al llegar le mostraría que tenía otra habitación y otra cama para ofrecerle, pero no. Tenía una cama matrimonial en su habitación y en la sala de estar tenía un sillón convertible.
-Emi duerme en mi habitación, yo me puedo quedar en el sillón.
-¿Estás seguro? yo puedo quedarme ahí, esa es tu cama, no es justo para vos.
-Tranquila, si gustas puedo prestarte algo para dormir, alguna camiseta.
-Bueno gracias... gracias por todo de verdad.
-No hay de qué- dijo él mientras buscaba en su mueble una camiseta negra.- Toma, esta te servirá.
- Genial. -Dijo ella mientras se metía en la habitación. Se cambió y se acostó.
Estuvo unos minutos acostada mirando al techo pensando en él. Estaba en el sillón que seguramente era incómodo. Así que sin más se levantó de la cama y fue a la sala donde estaba él. Cuando llegó lo vio moverse en el mueble, intentando encontrar una posición cómoda. Y eso le causó gracia, dejando escapar una risita.
-Me asustaste.¿qué haces ahí parada viéndome?
-Te venía a decir que no me molesta compartir la cama con vos. Es grande y hay lugar de sobra para ambos.
-¿Estás segura? ¿no te incomoda?
-Para nada, vamos.- Dijo ella mientras caminaba por el pasillo con la remera negra larga que le quedaba como un vestido y un par de medias blancas.
Gabriel la comió con los ojos, no podía evitar mirar sus piernas. Le parecía totalmente sexy, pero no iba a intentar nada. Tendría que utilizar todas sus fuerzas de autocontrol para no hacer nada que la espantara.
Cuando llegó a la habitación se la encontró sentada en la cama, palmeando una almohada para que él se acercara a dormir. Cuando Gabriel entró a la cama sintió una mezcla de perfumes, el de ella con el suyo. Le parecía majestuoso ese aroma. Emilia se sentía un poco nerviosa pero a la vez segura. Confiaba que nada pasaría si ella no quisiera. Gabriel era muy cuidadoso y respetuoso con ella.
-Espero que estés cómodo ahora. Buenas noches Gabi, gracias por este hermoso día.- dijo ella mirándolo a los ojos.
-Gracias por aparecer en mi vida Emilia. Siempre es un mejor día si estás en él. -Dijo el besando su frente. - Buenas noches bonita.
Ella le dedicó una sonrisa y se dio la vuelta, dándole la espalda para dormir. Él solo se quedó mirando el techo. Nunca pensó compartir su primera noche con ella de esa forma. De todas formas le parecía perfecta en todos los aspectos y respetaba sus decisiones. Intentó dormir por un largo rato hasta que lo consiguió. Soñó con ella, con sus ojos y su sonrisa, era un sueño hermoso y perfecto del que no quería despertar nunca.
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Enséñame a amar
RomanceLa vida era muy monótona para Emilia, pero como dicen por ahí... lo mejor tarda en llegar. Así es como comienza una nueva etapa que es digna de compartir. ------------------------------------------------------------------ Esta historia está ubicada...