Parte 18

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Seis de la mañana. La alarma en el celular de Emilia sonó y ella saltó entre los brazos de Gabriel para poder apagar el sonido que cada vez aumentaba el volumen. Él también despertó y le pareció extraño que sonara tan temprano. Emilia se levantó de la cama y salió disparada al baño. Estuvo ahí un buen rato. Gabriel esperó en la cama unos quince minutos pero al ver que no salía pasó por la puerta del baño a revisar que estuviera todo bien.

-Emi, ¿todo bien ahí?- preguntó preocupado.

-Sí Gabi, estoy maquillándome. En seguida salgo. Vuelve a la cama si quieres, es temprano.

-Voy a hacer el desayuno. Te espero en la cocina.

Gabriel hizo café para él y un té para ella, sabía que no iba a querer cargar el estómago porque estaba muy nerviosa. Hizo un par de tostadas y la esperó en la mesada de la cocina. Cuando ella apareció estaba peinada con una trenza en su cabello que atravesaba de una oreja a la otra, tenía un maquillaje leve, con las pestañas arqueadas y maquilladas y un delineado fino en el párpado superior. Tenía puesto un pantalón negro con unas bonitas botas color marrón y un sweater gris. Traía en una mano su chaquetilla blanca, planchada y pulcra y en la otra tenía un bolso negro. Se la veía muy despierta para ser tan temprano.

-Buenos días señorita maestra.- dijo él besándola en los labios.- ¿Cómo te sientes?

-La palabra nerviosa me queda chica. No voy a tomar café.

-Ya sé, te hice un té de tilo para que calmaras tus nervios. Come al menos una tostada para que no te dé hambre en la mañana. Yo te llevaré a la escuela.

-Amor gracias, no es necesario que me lleves.- dijo ella tomando la taza de té en sus manos calentándoselas, hacía frío esa mañana.- Creo que voy a llevar un pañuelo para la taparme el cuello.

-No es molestia, queda cerca de mi casa. Hace frío así que no es mala idea.

-Gracias, hoy tengo que llegar temprano para presentarme a los directivos.

-Ah... me parecía muy temprano para un día común. Eso lo explica. Bueno desayuna tranquila entonces. Cuando te pongas la chaquetilla quiero tomarte una foto.

Emilia rió mientras tomaba el té. Cuando vio que se acercaba la hora de salir se colocó la chaquetilla y se pintó los labios de un rosa nude que le encantaba. Gabriel le tomó varias fotos que luego enviaría a su suegra y a su familia. Se veía muy profesional pero también un poco tierna. Sabía que le tocaba trabajar con un curso de niños pequeños, en segundo año, y la veía con el carisma necesario para tratar con chicos de esa edad.

Cuando llegaron a la escuela se despidieron con un beso y el chico le deseó mucha suerte en su primer día. Se sentía muy orgullosa de su novia y siguió tomándole fotos mientras entraba al establecimiento. Luego él se retiró a su casa y ella a la sala de dirección para presentarse. En esa escuela estarían Emilia, Lorena y Agustín haciendo prácticas en diferentes grupos.

Agustín era el único varón del curso en que estudiaban Emilia y Lorena. Era un chico muy cerrado y casi no hablaba con sus compañeras. A ellas no les molestaba en lo absoluto. Lorena aún no había llegado pero Agustín estaba esperando en la puerta de la escuela a que alguna de ellas llegara.

-Hola Emilia, buen día.- dijo el joven. Era un chico de 24 años, rubio, de ojos celestes y cuerpo atlético, ya que hacía futbol. Era de las pocas cosas que Emilia sabía sobre él.

-Hola Agus, buen día, ¿cómo estás?

-Bien, un poco nervioso... me tocó el último año, es un desafío. ¿Vos cómo estás?

-Super nerviosa.- dijo resaltando la primer palabra.- A mí me tocó segundo año. Son pequeños aún. Esperemos un poco a que llegue Lorena para presentarnos juntos ¿Te parece?

-Sí, sería lo mejor... creo que ahí viene. – dijo mirando sobre el hombro de Emilia. Era Lore que venía caminando, traía cara de dormida pero el maquillaje intacto.

-Buenos días chicos.- saludó Lorena con un beso en la mejilla a cada uno.- No dormí mucho anoche, estaba muy ansiosa.

-Estamos los tres igual... ¿Vamos a presentarnos? – preguntó Emilia.

-Vamos.- dijeron Agustín y Lorena al mismo tiempo.

La mañana transcurrió, los chicos iban anotando los temas que iban estudiando sus cursos, la modalidad de trabajo que utilizaban, los horarios y demás cosas. Se encontraban en los recreos, les tocaba cuidar a los alumnos en esos momentos. Emilia miraba con una sonrisa cómo se divertían los niños en el parque de juegos. Sentía una energía tan positiva en ese momento. Ese era un lugar que la hacía feliz.

A las doce del medio día finalizó la jornada escolar, cuando todos los niños se retiraron, Emilia, Lorena y Agustín se dirigieron a dirección para despedirse hasta el día siguiente. La directora de la escuela le pidió a Emilia que se quedara unos minutos más porque quería hablar con ella. Lore se despidió con un gesto con la mano de su amiga y bajó las escaleras junto con Agustín para retirarse juntos.

-Señora ¿qué tiene para decirme? ¿hice algo mal?

-Oh no querida... solo quería preguntarte si para mañana no podrías dar clases en el segundo año que estás practicando. La maestra tendrá que faltar por un día y como los niños te conocieron hoy me pareció buena idea que tú estés con ellos trabajando mañana. Te daré todas las actividades planeadas y te pagaremos como a una docente más.

-Claro que sí lo haré, con mucho gusto. Lo haría gratis, es una muy buena oportunidad.

-Querida esto no es muy común. No solemos contratar a personas que aún no estén certificadas pero nos vemos con poco tiempo y hoy pude verte como observabas muy detalladamente las clases y los recreos. Creo que esta oportunidad te servirá mucho.

-Muchas gracias por tenerme en cuenta. Con mucho gusto acepto esta propuesta.

-Perfecto entonces. Toma esto y mañana te espero a las siete con cuarenta para cuidar la puerta de entrada. –La señora le entregó una gruesa carpeta en las manos a Emilia y le tocó un hombro a la joven.- Nos vemos, muchos éxitos en tu primer día.

-Gracias de nuevo, adiós, mañana nos vemos temprano. .- dijo Emilia mientras se ponía de pie para retirarse de la oficina.

Estaba tan contenta que cuando salió no escuchó la voz de Gabriel que la llamaba desde su auto. El chico se bajó del mismo y por detrás tocó los hombros de su novia.

-Señorita maestra, ¿hacia dónde se dirige? ¿Puedo llevarla?

-Oh Gabi, me asustaste.- dijo ella llevándose una mano al pecho.- Voy a casa en realidad, tengo buenas noticias.

-Vamos, te llevo a tu casa así me cuentas todo. ¿De dónde sacaste esa carpeta tan grande? 

Enséñame a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora