Parte 13

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Durante su primer semana como novios oficiales, Emilia y Gabriel decidieron no mostrarse juntos en la facultad. Emilia no quería que Gabriel perdiera su trabajo y él no quería que juzgaran mal a su novia. Quizán habría gente que podría llegar a pensar que las notas de la chica eran arregladas. Ella se había esforzado mucho durante los tres años cursados para que luego piensen eso.

Emilia salía al mismo horario de Gabriel de lunes a miércoles. Los jueves y viernes ella no estudiaba pero él trabajaba con un equipo de construcción por la mañana para tener la tarde libre y compartirla con su chica. Luego de dos semanas de salir Emilia decidió presentar a Gabriel a sus padres. Contrario a lo que pensaba su mamá estuvo muy tranquila y su padre se limitó a preguntar sobre sus trabajos de arquitectura.

Gabriel llevó presentes para todos aquella noche, a su madre le regaló un par de aros hermosos. Al Facundo le obsequió un reloj que a simple vista se podía adivinar que era muy caro. En cambio a Emilia le entregó el suyo en privado. Esa noche Gabriel se quedó a dormir por invitación de la madre de Emilia. Él gustoso aceptó mientras su novia se sentía incómoda.

Después del postre acompañado de un café Gabriela y Facundo se retiraron a su habitación mientras que los jóvenes se quedaron a lavar los platos. Emilia estaba en la pileta ocupada con los platos de la cena mientras Gabriel desocupaba lo que había quedado en la mesa del comedor. El chico esperó a ver que ellos estuvieran completamente solos para arrimarse a su novia y apoyarla por detrás, pegando su entrepierna al trasero de la chica.

-Basta Gabriel, nos van a ver mis padres.- recriminó en un susurro ella volteando la cabeza para ver al chico.

-Desde acá puedo escuchar el televisor de la habitación, están concentrados mirando netflix.- dijo con seguridad Gabriel mientras besaba a la joven en el cuello.

-Por favor, terminemos con esto así nadie nos ve. – pidió Emilia. Lo deseaba tanto como él a ella, pero temía que sus padres los vieran.

-Hagamos algo... separa un poco tus piernas.

Emilia tenía un vestido holgado que le llegaba a las rodillas. Dudosa decidió hacerle caso. Cuando lo hizo Gabriel se arrodilló detrás de ella y con ambas manos acarició desde los tobillos hasta sus caderas, buscaba llegar a su ropa interior. Cuando la encontró comenzó a bajarla poco a poco hasta dejarla en el piso. Emilia levantó un pie y luego el otro para que él pudiese levantarla. Tomó la prenda de color rojo y se puso de pie al lado de ella. Al ver que Emilia había terminando de lavar los platos la volteo hacia él y mirándola a los ojos se llevó la ropa interior de su novia a la nariz. Aspiró profundamente su aroma. La morena logró ver como los ojos de su novio se oscurecían por la excitación. Se acercó al oído de Gabriel para besarlo y tomarlo de la mano. Lo arrastró en silencio a su habitación y cerró la puerta con llave.

-Vamos a tener que ser muy silenciosos.- dijo ella- mis padres están en la habitación de enfrente.

-Vamos a ser tan silenciosos como una pluma.- respondió él besando el cuello de Emilia. La tomó en brazos y la acostó en la cama.- pensé que tu cama sería pequeña.- expresó al ver la cama matrimonial de su chica.

-Es que me encanta dormir.

-Ahora la vamos a usar para otra cosa.

Gabriel colocó una almohada entre la cama y la pared.-Esto va a hacer más silenciosa la situación.

-Dijo el hombre inteligente- se burló Emilia mientras bajaba el sierre del pantalón de su novio.

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En la mañana despertaron temprano, el padre de Emilia ya se había ido al trabajo y la madre de ella estaba arreglando el jardín. Ellos aprovecharon para volver a tener sexo igual de silenciosos que en la noche. Con un poco de miedo por haber sido escuchados, salieron a desayunar. Gabriela los estaba esperando con el desayuno y parecía que nada se había escuchado. Emilia estaba más tranquila cuando su mamá les dijo que saldría a comer con unas amigas, y eso era señal de que no había escuchado nada porque sino lo hubiera mencionado como primer tema de charla. 

Gabriel le propuso a Emilia, frente a su madre, que salieran a acampar esa noche. Gabriela sonrió y los miró con nostalgia.

-Recuerdo cuando era joven como ustedes. Me encantaba ir a acampar con Facundo. A él le encantaba la naturaleza y a mí me terminó gustando como a él. Cada fin de semana nos escapábamos juntos.

-Mamá ¿te escapabas de tu casa?

-Sí, varias veces lo hice pero mis padres sabían que estaba con Facundo, él me proponía que me escabullera por la ventana y en realidad ya le había dicho con anterioridad a mis padres que me llevaría a acampar. Yo me sentía una criminal y la verdad es que él ya tenía todo completamente planeado. Yo me enteré varios años después de todo.

Juntos rieron por eso. Gabriela lo dio todo por amor pero no se arrepentía de nada. Facundo siempre que seguía siendo su amigo, novio y esposo y la amaba como el primer día.

Emilia y Gabriel almorzaron en la casa del joven mientras preparaban las cosas para el campamento. Ya estaban transitando una época de noches frescas así que llevaron abrigos y varias mantas por las dudas. Compraron salchichas y pan para asar en el fuego. Emilia preparó sándwiches y cargaron algunas cervezas. Emilia llevó vino porque la cerveza no le gustaba. Hasta prepararon un brownie por si se les antojaba algo dulce.

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Gabriel estaba sacando la carpa del auto y Emilia limpiaba el suelo donde la colocarían. Gabriel por su cuenta armó la carpa y Emi la preparó por dentro con almohadas, mantas y las bolsas de dormir. Después buscaron leña para el fuego que encederían una hora más tarde. La noche se acercaba y con ella la temperatura bajaba poco a poco. Gabriel sacó una guitarra del auto y comenzaron a cantar mientras se reían. Gabi pensaba que ella tenía una voz muy dulce, si no fuese que estaba estudiando para ser maestra, tranquilamente podría dedicarse al canto.

Miraron las estrellas un buen rato en silencio. Gabriel miraba a su chica iluminada por la luz de las llamas de la fogata. Acarició su mejilla y ella dejó de mirar el cielo para mirarlo a él.

-Te amo Gabi.- dijo con los ojos llorosos.

-Yo también te amo, ¿por qué lloras? –respondió mientras limpiaba una lágrima en su mejilla.

-Porque soy una llorona, nada más. No puedo creer que esté siendo tan feliz con vos a mi lado.

-Oh bonita... -dijo pegándola a su pecho.- Siempre voy a estar para hacerte feliz.- dijo y besó su cabeza.

Se mimaron un a la luz de la luna hasta que por el frío entraron a la carpa. Allí estaba cálido y apretado, entraban los dos pero ajustados, bien pegados uno del otro. Gabriel aprovechó para acariciarle un seno sobre la ropa a Emilia pero ella se negó.

-Acá no, ¿y si alguien nos escucha? –dijo ella preocupada.

-No hay nadie a kilómetros. Podríamos estar desnudos afuera y nadie se enteraría.

-Hace frío para desnudarse afuera.- respondió entre risas la chica.

-Pero aquí no hace frío para desnudarse.- dijo sacándose la camiseta que traía.- ¿De verdad no quieres una probada? – dijo tomando la mano de Emilia y pasándola por su propio abdomen hasta hacerla tocar su erección por sobre su pantalón.

-Si voy presa por exhibicionismo el que pagará mi fianza serás vos. – dijo ella mientras colocaba sobre él para besarle el cuello.

-Yo podría sacarte del infierno, bebé.- dijo mientras comenzaba a meter sus manos debajo de la camiseta de Emilia.

No fue el sexo más cómodo pero sí muy excitante. La adrenalina de ser escuchados o vistos por otra persona le daba un gusto distinto. En su primer orgasmo de la noche Emilia intentó acallarlo tapándose la boca con una almohada, pero los próximos los liberó sin tapujos. Ya no sentía vergüenza de su cuerpo cuando se trataba de estar con Gabriel. A él lo volvía loco cómo ella se retorcía cuando llegaba al clímax.

-Ya perdí la cuenta de cuántos preservativos he usado esta noche.- dijo él sacándose el último que había llevado.- Este es el último, si no quieres quedar embarazada es mejor que paremos.- dijo él riendo pero a la vez agitado.

-Te amo pero no quiero hijos ahora.- dijo también agitada pero entre risas. 

Enséñame a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora