10. La arpía busca llevarse a Ed

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—Casette 5, cara A—

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—Casette 5, cara A—

¡No me morí!

No todavía, por lo menos.

Hoy solo está conmigo mi hermoso y sensualón esposo (Hola, Eddie bebé) y no están las molestias llamados cuñados.

¡Montemos un botellón! Yo invito.

Luego... Lo que pase lo dejo a tu elección.

Bien, mientras Ed prepara la fiesta, yo me dedicaré a expresar el disgusto que le tengo a la Bruja esa en esta cara del casette.

Bien, mientras Ed prepara la fiesta, yo me dedicaré a expresar el disgusto que le tengo a la Bruja esa en esta cara del casette

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Había dormido tan bien que podría pasarme toda la vida en la cama para siempre.

Para la eternidad.

Al despertar, las tres caras pícaras de los Pevensie (sí, Peter incluido) me recibieron.

Sentí un agarre en mi cintura y vi dos brazos apretujándome contra un pecho.

Mierda.

¿Edmund?

Me sonrojé violentamente y con suavidad y con la intención de no despertar a Ed, me senté en la cama.

—¿Cómo has dormido, Elettra?—preguntó Lucy con una apariencia inocente.

Aunque yo sé que de inocente esa mocosa no tiene nada.

—Ni una sola palabra—repliqué con el ceño fruncido.

Me sentía la cara ardiendo.

Malditos Pevensie.

Maldito Edmund.

Maldito sentimiento de comodidad al estar con ese chico.

[(Ed, por favor, ni una sola palabra. No quieres quedarte sin eso, ¿verdad?)]

Edmund se removió cuando dejó de sentir mi cuerpo y abrió los ojos.

Fui la primera cosa que vio ese día.

Romántico, ¿a qué sí?

—Buenos días, Ellie—susurró con voz ronca.

Me dio un escalofrío al escucharlo.

HONEY, edmund pevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora