Capítulo 18

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Capítulo 18

Alex POV

Sin duda mi venganza sería recordada por toda la eternidad. Nadie sabría lo que haría, tuve que aguantarme la risa, tenía todo fríamente calculado, cada maldito detalle. Aro y Cauis no volverían hacerle daño a Demetri. Ellos osaron meterse con mi amor, yo lo haría con sus esposas.

Sabía dónde estaban ambas, en la habitación de Aro sin sus guardaespaldas ya que todos estaban reunidos en el gran salón, y muy amablemente dije que aún seguía con dolor de cabeza y que no iría. Realmente eran unos imbéciles por creerme semejante mentira, mis hermanos sospecharon en especial Leonid, pero no dijo nada. Solo me miraron divertido, imaginándose lo que podría llegar hacer.

Toqué la puerta muy despacio, y al escuchar un 'pase', abrir la puerta y entre. Efectivamente allí estaban las dos. Hablando animadamente. Tuve que sonreír.

—Vámonos de fiesta.

'Siempre tan delicada y directa' – me dije a mi misma.

Ambos me miraron espantada, Athenodora comenzó a negar rápidamente con la cabeza. Sulpicia en cambio pareció divertida.

—Cauis...

—Athenodora, tu esposo está ocupado al igual que Aro y toda la guardia. Simplemente iremos a dar una vuelta...

—Alexandra, cariño —dijo Sulpicia —no podemos salir.

—Exactamente, puede pasarnos...

—Miren, yo me iré, tengo un maldito escudo que logró cubrir la ciudad completa. Nadie nos notara, me iré —me encogí de hombros —si quieren salir de estas cuatro paredes, pueden acompañarme. —me giré para irme y escuché como debatían rápidamente, al salir por la puerta la primera que estuvo a mi lado fue Sulpicia.

—Seguramente me arrepentiré de esto, pero quiero salir.

Ambas miramos a la rubia que estaba boquiabierta.

—Ustedes, ustedes...

—¿Quieres venir sí o no? —le pregunté.

—Si —admitió después de varíos segundos.

—En marcha.

—Las capas...

—Tengo ropa en mi habitación, vamos.

Las tres prácticamente volamos a mi habitación, allí sobre la cama había varios conjuntos sin estilo emo como Emmett solía llamarlo, realmente era ropa muy llamativa y sexy. Alma la había escogido hace tiempo y estaba en mi casa, pero cuando Demetri mandó a traer mis cosas, la ropa llegó también.

—¿De dónde has sacado todo esto? —preguntó Sulpicia sorprendida.

—Fue un regalo antes de ser transformada, llegó con mis cosas.

Rápidamente me cambié, y opté por un pantalón muy ajustado negro con unas botas altas, y una camisa semi transparente que dejaba ver el brasier que llevaba debajo. Athenodora opto por un bonito vestido negro y corto con un impresionante escote y unas botas altas que le llegaban por arriba de la rodilla. Y Sulpicia eligió una falda corta con una camiseta de tirantes de seda con unos impresionantes tacones.

—Tienes buen gusto —dijo Sulpicia mientras caminábamos por los pasillos.

—En realidad lo eligió una amiga —admití.

Fuimos rápidamente por los pasillos hasta llegar al pasadizo donde se conectaba con la vieja iglesia y por donde Heidi solía traer a los turistas.

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