Capítulo 11

255 22 5
                                    

Capítulo 11

Alex POV

Otro día, otro entrenamiento, otras horas sin decir nada. Simplemente intentando no decir nada indebido, tal como Demetri me había indicado. No podía decir que era aburrido, pero tampoco estaba en la novena nube. Muchísimas reglas, entre cómo comportarse, caminar, dirigirse a otros inmortales, en cómo vestirse, ya que según Aro no éramos nómadas como para vestir como pordioseros. Todo mundo en la guardia debía vestir elegantemente, sin ropas rasgadas, mucho menos sucia, prolijamente peinados, y siempre, pero siempre cubrirse bien al salir del castillo, sea de noche, o esté nublado. Estaba prohibido llamar la atención.

Caminé a paso humano hasta donde se encontraba Aro mientras recordaba lo sucedido pocos días atrás. Leonid le anunció sus deseos de quedarse, igual Damien, Aro no se sorprendió, pero sí estuvo gratamente feliz. Sabía que Damien no quería quedarse, y más aún, que con los días comenzó a darse cuenta de lo que podía hacer.

Era capaz de poder ver la muerte de otros, tanto humano como vampiros, con los humanos no fue difícil descubrirlo, ya que cuando Heidi traería un nuevo grupo de turistas, él sabía exactamente quién acabaría con la vida de ellos, aquello estaba siendo una tortura para él, y no podía evitar sentirme culpable, a pesar, de que, ya me dijo que no tenía culpa de nada. Sin embargo, con los vampiros fue diferente, no había muchas muertes entre nosotros, y cuando lo vio, Aro lo detectó al momento, pensando que era alguna muerte de turistas quiso asegurarse, pero al soltarle la mano le sonrió a su hermano Cauis, no dijo nada.

Al otro día Demetri desapareció junto a Félix, volvieron a las horas. Y al hacerlo Demetri me confesó que había rastreado y matado a Hunter, el vampiro que delató mi existencia. Después de aquello, Damien me confesó lo que había visto: a Demetri arrancándole la cabeza a otro inmortal. Me hubiese gustado que todo fuera diferente, pero no lo era. Cada vez que Damien se le venía alguna visión, su mirada quedaba perdida, y sus ojos se volvían completamente negros, no solo el color cambiaba, sino que todo el ojo se volvía como dos pozos negros. Estaba consciente que no era lo que Aro esperaba, sin embargo, tampoco lo decepcionaba.

A los pocos días Aro nos mandó a llamar a los tres, y nuevamente nos preguntó si deseábamos quedarnos, y aunque Damien no estaba seguro de quedarse, Aro era consiente que no dejaría a sus hermanos. A continuación, nos entregó a los tres los escudos Vulturi con nuestros nombres grabados detrás. Me emocioné por aquello, no podía negarlo. Los tres fuimos y éramos conscientes de que le debíamos la misma lealtad a los Vulturis como a nuestra propia familia de sangre. Ahora éramos parte de ellos. También comenzamos a recibir un alto y abultado suelto, era más dinero de lo que pensé tener en algún momento, Aro nos advirtió que con el tiempo seguiría subiendo, sumando que cada quien podría hacer con ese dinero, lo que quisiese, como invertirlo. Y así tener más dinero.

Al llegar al último subsuelo Aro ya estaba esperándome, sonreía divertido como siempre, solo que estaba vez no se encontraba solo, sino con mi Leonid y Jane.

—Jane nos ayudará el día de hoy —anunció Aro y elevé mis cejas divertida. Mi hermano me guiñó un ojo...—Jane...

Al momento Leonid cayó al suelo comenzando a retorcerse de dolor, me abalancé contra ella.

—No —sentenció Aro —utiliza tu escudo.

—Yo...—quise volar a su lado, pero Aro estuvo junto a mi sosteniéndome del brazo.

—Utiliza tu escudo, evita que Jane lo siga haciendo.

Cerré mis ojos, intenté concentrarme, dejar la mente en blanco por unos momentos, y fue allí que al siguiente segundo abrir mis ojos de nuevo, Leonid estaba levantándose de a poco y Jane fruncía el ceño.

Mundos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora