Mundos Cruzados

Capítulo 30

Capítulo 30

Alex POV

Esto era aburrido, debía buscar algo para hacer o terminaría volviéndome loca. No podía salir de nuevo a ver a Alma, a su bonita mansión que compró junto a Ben, lo había hecho tres veces la última semana y Aro no lo volvería a permitir, y a pesar de que estaba en la Toscana. No debía salir tan seguido del castillo.

Comencé a trabajar en el taller mecánico que Demetri me regaló, no solo arreglaba y construía mis propios coches, sino el de toda la guardia. En especial los de Marcus, era un gran aficionado a ellos. 

Los coches mi pasión, también conducía a altas velocidades, sin temor a que ocurriera algún accidente. Pero también llegaba un momento que deseaba hacer otras cosas, al no dormir las horas se me acumulaban y acumulaban.

Por mí no dejaría salir a Demetri de nuestra habitación, sin embargo, él tenía responsabilidades. Y ahora yo estaba aquí, admirando la gran biblioteca del castillo, pensaba seriamente en estudiar en la universidad, podía hacerlo a distancia, lo cual era una ventaja dada mi condición. O también podía estudiar música, en alguna escuela por la noche. Asimismo contratar a un profesor para clases particulares. Había tantas opciones de dónde escoger.

Me quedé mirando un pequeño escritorio, allí había un libro, parecía tan antiguo que no me anime a tocarlo. Simplemente me acerqué admirando su forma, pero una vela que estaba arriba del escritorio se cayó cuando la rocé con mi brazo, y para mi mala suerte cayó arriba del libro. ¿Por qué había velas si en el castillo ? Si existía la electricidad. No lo sabía. Simplemente estaba segura que Aro me mataría.

Quité mi capa y apagué el pequeño fuego que inicié, dejé caer la misma al suelo. Dejé la misma caer al suelo y cuando quise levantar el libro con mis manos, esté se deshizo en ellas, hecho polvo.

—No puede ser...—murmuré y en ese momento sentí la presencia de Aro. Me giré a la puerta y allí estaba él mirándome como miraría el verdadero Satanás. Con ganas de matarme. Tuve que sonreír.

.

Aro no dejaba de gritarme en el gran salón. Fue un maldito accidente. Yo no tenía la culpa de la existencia de las velas. Solo estaban sus guardaespaldas y mi hermano Leonid. El resto estaba ocupado en sus obligaciones y Demetri estaba fuera de la ciudad. Seguramente ya le habrían avisado del incidente.

—No tengo la culpa de que no usen la electricidad —murmuré entre dientes y aquello fue lo última gota de paciencia que tuvo Aro a mí.

Me sujetó del cuello con tanta fuerza que me hizo daño, llevé mis manos a su mano queriendo liberarme.

—Me has cansado Alexandra —siseó— ¡Eres una irresponsable! —gritó.

—Aro —mi hermano se puso a mi lado —Por favor, suéltala. Es una imbécil, lo sé, pero es mi hermana y la quiero.

—¡Ha quemado un libro de la biblioteca de Alejandría! —gritó desesperado.

—Es adoptada —le contestó mi hermano serio.

—Me defendiste hasta donde has podido hermanito —murmuré como pude aún con la mano de Aro en mi cuello.

El líder de los Vulturis me lanzó al otro lado del salón, antes de chocar contra alguna pared o columna, caí de pie.

—¡Desaparece de mi vista Alexandra! —gritó.

Antes de que dijera algo más, me giré y salí corriendo del gran salón, al hacerlo me coche con Demetri, que me veía serio.