Capítulo XV

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El cielo estaba nublado y el tono oscuro de las nubes advertía de que en cualquier momento los truenos comenzarían a sonar. Efectivamente, lo hicieron. Pero eso no hizo que Hugo se moviese de la terraza, donde llevaba sentado varias horas. Tras dar con ese libro, fue incapaz de conciliar el sueño por más de un par de horas. Así que, tras buscar una postura que le ayudase a dormir en ese solitario colchón y no dar con la forma, decidió levantarse.

Sus dedos pasan las páginas con calma, ya que su mente necesita tiempo para procesar las oraciones subrayadas en cada hoja. Es un libro que contiene poemas y textos, y Anaju subrayó en él cada frase que su corazón relacionaba con el rubio. En los márgenes, la chica había escrito comentarios para explicar a qué le recordaban algunas partes.

Los ojos de Hugo analizan cada línea con concentración. Debe ser eso, el estar en ese mundo paralelo que ha creado con ese objeto de papel, por lo que no es capaz de evitar sobresaltarse cuando un cuerpo se deja caer a su lado.

– ¿Desde cuándo te gusta a ti leer? –pregunta Samantha con una ceja alzada.

– Es de Anaju –contesta el chico. Sabe que esa respuesta es suficiente.

– Entiendo –la valencia le dedica una traviesa sonrisa antes de cambiar de tema–. ¿Estás nervioso? ¡Somos finalistas!

El rubio se encoje de hombros.

– Es increíble –responde–. Pero no puedo disfrutarlo de la misma forma.

– ¿Sabes que no es lo que ella quiere, verdad? –Samantha le lanza una mirada tierna–. Ya sabes lo que ella diría: Permítete estar mal hoy, pero mañana ya tienes que darlo todo.

Hugo ríe ante la imitación que la valenciana hace de Anaju, simulando un tono de voz sensual y correcto.

– En serio, Hugo –habla de nuevo la chica–. Además, si te enfocas en ensayar y trabajar se te pasará el tiempo más rápido.

– Tienes razón –admite él–. Gracias Sam.

– De nada, hermanito –contesta poniéndose en pie y haciendo un gesto hacia el cielo–. ¡Ya habrá tiempo para follar!

Hugo rompe a reír ante ese comentario. Mentalmente, agradece que las cámaras sigan apagadas. No cree que sea una bonita forma de confirmar al mundo que su relación ha dejado de ser únicamente una amistad. Aunque no está seguro de que haga falta confirmación; para la gente del exterior ellos siempre han resultado bastante obvios.

En el reparto de temas, Noemí les da el cuaderno a cada uno con la canción que se han encargado de escoger para la final y la que cantaron en la Gala 0. Antes de terminar, la directora les observa sonrientes y anuncia que tiene que darles una última noticia.

– El virus ha remitido –comienza a explicar–. Y, tras muchas horas organizándolo para hacerlo posible, todos vuestros compañeros estarán en la final para cantar Sal de mí.

Los cinco concursantes no pueden hacer otra cosa que levantarse y abrazarse entre risas y lágrimas de emoción. Están eufóricos de volver a ver a todos los que se marcharon hace ya tanto tiempo. Pero hay algo que ilumina todavía más la expresión del cordobés, y es el pensar que existe la posibilidad de que sus compañeros vuelvan antes del domingo para ensayar.

Noemí no les da más información sobre el tema, pero les comunica que van a poder hablar con sus familiares en una llamada. Hugo sabe que los fragmentos más suculentos de dicha conversación serán emitidos durante la gala, por lo que cuando es su turno mira a la directora.

– Noe –su tono es suplicante–. Dame unos minutos para hablar con mi madre en privado. Por favor.

– Hugo, sabes que no puedo.

POLARIS {Anahug}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora