Anaju entra en la academia con pasos apresurados. Sus compañeros deben llevar ya un rato cenando y calcula que tiene unos quince minutos para hacer lo mismo. Ha salido muy satisfecha de vestuario y maquillaje. Es un estilo urbano, más rebelde que el de Tusa, y lo han remarcado con un eyeliner que ha dado a su mirada un aspecto más felino.
Cuando la ve aparecer, Hugo parpadea un par de veces antes de mirarla de arriba a abajo. Los demás también reconocen su belleza y vitorean cuando la ven.
– ¡Estás preciosa, Anaju! –le dice Samantha al mismo tiempo que se abanica con la mano.
– Pues preparaos para ver a Nía –advierte la turolense–. Está impresionante.
La castaña se sirve la cena rápidamente. Es pronto y no tiene mucha hambre, así que coge poca cantidad. Toma asiento junto al rubio, que se mantiene en su asiento aunque su plato ya esté vacío.
– No me gusta –le susurra él. Ella le mira desconcertada.
– Tu mirada no decía lo mismo hace un momento –bromea.
Hugo sonríe ante su observación y maldice su incapacidad de disimular.
– Me va a resultar un problema –explica–. No voy a poder dejar de mirarte.
Anaju le lanza una mirada de advertencia, y él la capta. Llevan días poniéndose a prueba durante el día y persiguiéndose por las noches. No puede asegurar que la chica opine no lo mismo, pero él siente que en cualquier momento va a olvidarse de las cámaras y nada le impedirá tocarla. Incluso, a veces, olvida que tiene un micrófono que recoge todo lo que dice. Como ahora.
Por otro lado, a Anaju le es más fácil controlar la situación. Al menos, la mayor parte del tiempo. Pero cada día siente que su autocontrol disminuye un poco más. Y lo peor es que cada vez le importa menos.
La gala transcurre con normalidad. Tanto Maialen como Samantha se mantienen serias durante la noche, preparándose por si pierden a su persona. Aprovechando que las han sentado juntas, Anaju pasa la mayor parte de la gala sujetando la mano de la navarra. Tal y como ésta hizo el día que marcharon juntas hacia sus hogares y la turolense no podía parar de llorar. Ellas eran así; siempre estarían para recoger los pedazos de la otra.
Sus manos se separan cuando Roberto anuncia el único dúo de la noche. Por suerte, la entrevista no es incómoda. La pantalla muestra un vídeo en el que ensayan y los momentos más divertidos que han vivido juntos durante la semana.
Detrás del escenario, los estilistas trabajan con velocidad para cambiar la vestimenta de la chica. El estilo de Hugo compagina con las dos canciones; el de ella, desde luego, no. De un momento a otro, la Anaju rebelde desaparece. Esta vez viste unos pantalones anchos de cintura alta y un top sin tirantes que resalta su clavícula. Hugo se gira nervioso al escuchar los tacones acercarse.
– Madre mía –dice analizándola–. ¿A caso me quieres matar?
– Cállate –contesta la castaña golpeándole el brazo cariñosamente–. Me pones nerviosa.
Él coge su mano y la obliga a mirarle.
– No tienes que preocuparte por nada –la tranquiliza–. ¿Confías en nosotros?
La chica le observa unos segundos. Sabe que Hugo no se refiere únicamente a la actuación, pero asiente de todas formas. A pesar de todo, ella no dudaría en depositar en él toda su confianza. Él ve la honestidad en esos ojos tan oscuros que tanto le seducen y se acerca para depositar un beso tierno en los labios de la castaña.
– A por ellos –le dice al oído cuando Roberto dice sus nombres y el público comienza a aplaudir deseando verles aparecer.
La actuación es mágica. Anaju se deja llevar por la música y tan solo se dedica a disfrutar de las caricias que se proporcionan el uno al otro y de las sonrisas cómplices que se regalan cuando alguna frase de la canción hace referencia clara a su relación. El público se excita cada vez que divisa un gesto cariñoso y Hugo piensa divertido en cuál sería su reacción si supieran cómo se tocan en sus encuentros clandestinos antes de dormir.
Ambos terminan satisfechos y, por suerte, el jurado opina lo mismo. Esa noche los dos cruzan la pasarela. Por desgracia, Mai no lo hace. Llora desconsolada, pero todos saben que no se debe a su nominación. Hace unos minutos, Bruno ha tenido que abandonar la academia y su despedida ha roto el corazón hasta a la persona más fría del planeta.
La noche tiene un sabor agridulce. Anaju abraza a Mai hasta que ésta decide irse a dormir. Eva es la otra nominada. Por eso, Samantha no ha dejado de maldecir al jurado por condenarla a vivir la tortura de poder perder a sus personas más cercanas dos semanas seguidas.
Tras la partida de su amiga, la castaña no se queda sola en el sofá por mucho tiempo. Hugo se deja caer a su lado y le dedica una sonrisa triste. Al fin y al cabo, Bruno era como un hermano para ella.
– ¿Cómo estás? –le pregunta.
Ella intenta retener las lágrimas que luchan por salir de sus ojos y sonríe ligeramente. Hugo se da cuenta, y rápidamente la atrapa entre sus brazos. Anaju apoya la cabeza en su pecho, concentrándose en el ritmo de sus latidos para no llorar.
– Le voy a echar mucho de menos –reconoce–. Pero me duele aún más al ver a Mai así. Estoy tan acostumbrada a verla feliz que me destroza verla llorar.
Hugo está de acuerdo. Maialen es una persona que desprende luz e ilumina todo lo que toca. Cuando la conoces, solo quieres protegerla del mundo. Aunque él mejor que nadie sabe que, cuando se enfada, da miedo. Lo sabe porque, aunque Anaju no lo sepa, la navarra le llamó a los dos días de dejar la academia para recriminarle la forma tan fría con la que se había despedido de su amiga. Y no le dijo nada bonito. Él no entendió por qué se había puesto así hasta que descubrió que Maialen y Bruno ya sabían entonces cuáles eran los sentimientos de Anaju.
El rubio quiere distraer a la chica que tiene entre sus brazos y alejarla lejos del dolor. Por eso, la aparta suavemente y se estira sobre el sofá para coger su guitarra.
– Te he escrito una canción –dice de repente.
– ¿Qué? –pregunta ella sorprendida-. ¿Cuándo?
Hugo comprende su curiosidad. Ellos nunca se pierden de vista cuando están despiertos y ella nunca le ha visto componer algo relacionado con su persona.
– Por las noches –responde. Rápidamente ve las intenciones de la castaña y se adelanta–. Es culpa tuya, en parte. Cuando estoy en la cama te echo de menos y pienso en nosotros, y eso me inspira –concluye–. Tú me inspiras.
Anaju suelta de golpe todo el aire que había retenido mientras él hablaba. Sus ojos brillan, pero ya no es por las lágrimas que intentaba retener hacía unos minutos. Busca algo que decirle, pero el chico hace un gesto para que no hable y comienza a rasgar las cuerdas del instrumento. Suena una melodía delicada que cobra intensidad a medida que avanza, pero la voz de Hugo nunca la acompaña.
– Es preciosa –dice Anaju algo desconcertada–. ¿Por qué no la has cantado?
– Porque no está terminada –contesta Hugo–. Y quiero regalártela cuando sea el momento. Esto ha sido solo un adelanto.
Ella asiente, comprendiéndolo.
– ¿Me dices cómo se titula, al menos? –ruega. Y él no se puede negar.
– Solo si me prometes no hacer más preguntas –dice él. Ella asiente rápidamente–. Polaris.
Ella quiere saber más pero, en lugar de insistir, sonríe y se acerca para besarle. Él aparta la guitarra a un lado y la atrae hacia él para profundizar el beso. Sus labios se entrelazan como si no quisieran perderse nunca. Ambos saben que ese beso quiere decir mucho más que deseo. Es un beso que sabe a amistad, a amor y a promesa. Por eso, cuando se separan, Anaju no duda.
– Duerme conmigo.
Él sonríe.
– ¿Estás segura? –pregunta divertido–. Si dormimos juntos no habrá vuelta atrás. No podré dormir nunca más si no estás conmigo.
– Estoy segura –su voz suena con decisión antes de repetir su deseo–. Duerme conmigo.
– Estaba esperando a que me lo pidieras.
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¡Y aquí está el siguiente!Como veis, el título de la historia tiene un sentido. Tengo muchas ganas de que descubráis el significado completo.
Muchas gracias por leer esta historia. Intentaré actualizar esta noche. ✨✨
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POLARIS {Anahug}
FanficAlgunas veces, las obviedades más descaradas son las que pasan desapercibidas. A veces, el corazón se vuelve ciego y comete algún error. El tren parte y alguien lo pierde, a pesar de ser el único capaz de llevarle a su destino. Pero no siempre es de...