6 meses después
El éxito es una bendición. Hugo no tiene palabras para explicar cómo se había sentido durante los últimos meses; parecía un sueño. Sus canciones no dejaron de sonar en las emisoras de radio y continuamente recibía llamadas en las que le proponían nuevas ofertas y proyectos.
Durante los últimos meses, el cordobés había viajado más que en toda su vida. Su gira en solitario le había hecho descubrir ciudades de España e incluso en la discográfica hablaban de alargar la gira y llevarla a Latinoamérica.
Pero el exito también es oscuro. El ritmo es frenético. No hay tiempo para parar a respirar o tomarse unos días de descanso. Te arrebata llamadas y la posibilidad de reencontrarte con aquellos que hace tiempo que no ves. A veces, el éxito consume a las personas. Y no solo al protagonista, sino también a las que están demasiado cerca.
Hugo nunca ha podido verla llorar. Anaju lo sabe, e intenta retener las lágrimas que se asoman por sus ojos oscuros. No habla, porque si lo hace el nudo que lleva unos minutos instaurado en su garganta va a arrasar con todo.
– Por favor, Anaju –dice él cogiéndole de la mano–. Mírame. Necesito que lo entiendas.
La chica niega con la cabeza al mismo tiempo que deja escapar un sollozo. No puede reprimirse más y las lágrimas comienzan a brotar. Es la primera vez que pierde una batalla contra los demonios de Hugo.
– No puedo –responde al fin–. Esto no tiene sentido. Nos estás matando.
El rubio coge el rostro de la chica entre sus manos. Intenta sonar firme, pero su voz está quebrada por el dolor que siente al verla así.
– Nos estoy salvando, Anajús –contesta–. Si no hago esto ahora, dentro de un tiempo no habrá forma de arreglarlo. Nos estoy dando una segunda oportunidad.
– No –la chica le mira con ojos suplicantes–. Por favor. Te quiero.
– Lo sé –responde él. Sus mejillas también están empapadas–. Y yo te quiero a ti. Pero no puedo seguir arrastrándote conmigo. Te estás consumiendo por mi culpa. Yo no hago más que viajar.
– Pero siempre vuelves –replica ella–. Y una vez te dije que te esperaría siempre. Lo decía en serio.
– Pero no es justo, Anaju –el chico coge aire antes de continuar–. No puedes vivir esperándome. Y sé cómo terminaría esto. Nos acabaríamos desgastando y solo quedarían reproches y dolor. Tienes que aprender a ser feliz sin mí para poder ser feliz conmigo algún día.
Anaju no deja de llorar. Entiende lo que Hugo quiere decirle, pero ella siempre pensó que ellos serían más fuertes.
– ¿Desde cuándo te has vuelto tan maduro? –pregunta ella sorbiendo su nariz.
Él deja escapar una sonrisa sincera.
– Me prometí quererte bien –responde–. Y eso es lo que estoy haciendo.
– Estás rompiéndome el corazón –replica ella con desesperación.
Hugo acerca su rostro al de la chica y besa una de las lágrimas que caen por su mejilla.
– También estoy rompiendo el mío –admite–. Pero en su momento fui un crío y no estuve a tu altura. Tengo que estarlo ahora.
La castaña rompe la distancia y se abraza con fuerza al pecho de Hugo. El chico acaricia su espalda para intentar tranquilizarla.
– No te vayas, por favor.
La voz de la chica suena tan suplicante y dañada que Hugo siente que le acaban de clavar una daga en el corazón.
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POLARIS {Anahug}
FanfictionAlgunas veces, las obviedades más descaradas son las que pasan desapercibidas. A veces, el corazón se vuelve ciego y comete algún error. El tren parte y alguien lo pierde, a pesar de ser el único capaz de llevarle a su destino. Pero no siempre es de...