Capítulo XX

928 49 22
                                    

Año y medio después

Dieciséis cuerpos se apretujan entre sí en un amplio sofá gris. Ríen nerviosos, sin saber con qué se van a encontrar. Es la segunda semana, por lo que todavía no se conocen en profundidad. Sin embargo, los vínculos más fuertes ya se han creado y se sienten como en casa.

La puerta se abre, dejando paso a la directora. Cuando reconocen al rubio que camina a su lado, los concursantes no pueden evitar aplaudir y ponerse en pie con rapidez. Él les regala una sonrisa y abraza a Noemí a modo de despedida.

El chico está nervioso, pero se desenvuelve bien. De su hombro cuelga una guitarra, que deja en el sofá para poder saludar a los dieciséis jóvenes que le observan con admiración. Tras la presentación, el rubio toma asiento en el sofá y se acomoda.

– Soy Hugo –dice sonriente–. Aunque creo que eso ya lo sabíais.

Todos ríen y murmuran entre ellos, entusiasmados. La mayoría recuerdan su paso por el programa en la anterior edición. A pesar de quedar tercero, el rubio terminó siendo el que obtuvo mayor éxito con su música.

Han pasado dos años, pero el cuerpo de Hugo ha cambiado. En veinticuatro meses, el chico ha tenido tiempo para hacer algo de ejercicio y hacerse varios tatuajes más. Ahora, la tinta negra cubre su brazo derecho casi en su totalidad.

– ¿Cómo os sentís? –pregunta–. ¿Estáis a gusto?

– Es raro –responde un chico–. Convivir con tanta gente así, de repente. Pero estamos siempre enfocados en la música y eso es genial.

Hugo asiente. Está de acuerdo, a él también le costó verse rodeado por tanta gente.

– Con el tiempo veréis el lado bueno –afirma él–. Es bonito tener quince personas en las que apoyarte. Y no solo aquí, sino también fuera.

– Eso es algo que me da miedo –dice una chica. Parece la más joven–. ¿Vosotros seguís teniendo contacto fuera?

– Sí –afirma Hugo, aunque sabe que es una verdad a medias–. Es cierto que luego cada uno tendrá trabajo y será difícil coincidir todos juntos, pero nosotros siempre estamos al tanto los unos de los otros. Aunque sea por teléfono.

O aunque sea a través de otras personas, se dice a sí mismo. Anaju y él, por ejemplo, hablan de vez en cuando. Pero no es una conversación de verdad, se envían algunos mensajes y ahí queda. Pero ambos se mantienen al tanto de todo lo que el otro hace a través del resto de sus compañeros. En concreto, de Samantha, que no para de recriminarle que ambos la utilicen de celestina.

Follad ya y dejadme en paz. Ese fue lo que último que le gritó a Hugo por teléfono el otro día antes de colgar. No la culpa, estuvo haciéndole un interrogatorio de tercer grado durante más de media hora sobre el significado de las canciones del segundo disco de Anaju, que acababa de salir a la venta. Y, aunque se había hecho de rogar, su nueva música estaba teniendo un éxito increíble.

– ¿Me acompañáis a dar una vuelta por la academia? –pregunta ilusionado–. Recuerdo que Noemí luego mete prisa, así que podemos seguir hablando mientras nos movemos.

Todos asienten y se ponen en pie para seguir sus pasos. Recorren el pasillo y Hugo echa un vistazo a las duchas, aquel escondite donde todos hacían encuentros clandestinos. El rubio observa a los concursantes con una mirada traviesa.

– Si algún día queréis un escondite, ya sabéis –dice.

– Ahora están abiertas porque nos hemos duchado –dice una chica–. Pero siempre están cerradas, como las habitaciones.

POLARIS {Anahug}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora