Con el paso de los días, Hugo aprende a vivir con una angustia constante que palpita en su pecho. Se ha sentido así desde el final de la gala, pero en ningún momento ha dicho nada. Se traga sus miedos y viste una sonrisa durante el día. Sin embargo, por las noches, esos miedos atacan su mente y le impiden dormir.
En cierta forma, el insomnio le viene bien. Así tiene más minutos para apreciar la belleza de la chica de la peca. Una chica que, por cierto, nunca ha hecho el intento de volver a su cama. Durante la madrugada, Hugo aprovecha para sacar su libreta y escribir canciones sobre la musa que descansa a su lado. Con cuidado de no despertarla, se incorpora en el colchón y se apoya en la pared. Y es así, disfrutando de verla dormir, como descubre que mirarla es su mayor fuente de inspiración.
El jueves por la mañana, el cordobés ya no puede ocultar las consecuencias de su falta de descanso.
– Hugo –llama su atención Anaju–. ¿Estás bien? Pareces cansado.
El tono preocupado de la castaña contrasta con la voz risueña de Samantha, que le observa desde el otro lado de la mesa.
– Tienes unas ojeras dignas de Halloween –apunta la valenciana–. ¿Estamos ya en octubre y nadie me ha avisado?
– Estoy bien –responde el rubio–. He pasado una mala noche, nada más.
Anaju asiente, pero la respuesta del chico no la deja convencida. Sus sospechas se acentúan cuando ve como Maialen lanza una mirada triste al susodicho, como si supiera qué es lo que realmente lo ocurre. Sin embargo, la turolense decide no comentar nada más.
El resto del día pasa volando, como si los minutos se esfumaran ante ellos sin que puedan hacer nada. Anaju está aprovechando esa semana para disfrutar de cada segundo de risas con sus compañeros y despedirse de Hugo con cada beso. Está segura de que el domingo será ella quien abandonará la academia, es capaz de sentirlo. Y sabe que Hugo también lo presiente, por lo que intuye que ella y esa falta de horas de sueño están relacionadas.
En cuanto a su tema de nominada, Anaju está disfrutando de cada detalle. Será la primera vez que cante Me iré frente al público y quiere que sea perfecto. Es su canción, y eso hace que se sienta especial cada vez que la interpreta. Lleva un rato ensayando en la sala del piano, aprovechando que la mayoría están en la habitación preparándose para despedir el día.
La puerta se abre cuando ella canta el estribillo. Hugo le sonríe a modo de saludo, con una mirada culpable en su rostro por haber interrumpido su momento íntimo. Toma asiento en uno de los taburetes y la contempla. Cuando suenan las últimas notas, el chico deja escapar un sonoro suspiro.
– Qué oportuna eres escogiendo canción de nominada –bromea él en relación al título de la composición.
Ella le dedica una sonrisa.
– ¿Crees que a la gente le gustará?
– Anaju, esa canción es preciosa –responde con seriedad–. Es imposible que a alguien no le guste.
– ¿Y tú cuando piensas enseñarme la tuya? –aprovecha ella para cambiar de tema.
– La nuestra –corrige él–. Es para ti, así que también es tuya.
– ¿Y cuándo tendré el placer de escucharla?
– Pronto –asegura con una sonrisa traviesa. Anaju le mira con los ojos entrecerrados.
– ¿Qué estás tramando? –pregunta ella–. No me fío de esa cara.
Él deja escapar una carcajada y le lanza un beso.
– Ya lo verás, no seas impaciente.
La chica deja escapar un bufido en señal de desacuerdo, pero se niega a rendirse.
– Polaris –dice recordando el título de la canción–. ¿Me explicas al menos el porqué de ese título? ¿Por favor?
Hugo se toma unos segundos para meditarlo. Sabe que el título no desvela gran parte de la canción, así que decide hacer una excepción. Además, le es imposible negarse cuando ella le mira con esos ojos. Y ella lo sabe perfectamente, por lo que sonríe cuando ve que el rubio avanza hacia ella y toma asiento a su lado. Antes de hablar, el chico entrelaza sus manos.
– ¿Recuerdas cuando me dijiste que fuimos fugaces?
Anaju asiente, concentrada en los ojos del chico que tiene delante.
– Te equivocaste –dice él–. No estamos destinados a ser fugaces. Tú no eres como una estrella fugaz, eres todo lo contrario.
Anaju le observa con curiosidad, sin entender todavía el significado de Polaris. El chico toma una bocanada de aire para calmar su nerviosismo antes de continuar.
– Dicen que la estrella polar fue la que convirtió el cielo en brújula –explica–. A diferencia del resto, ella siempre se mantiene fija en el mismo lugar. Las otras estrellas tienen que conformarse con girar a su alrededor.
– No lo entiendo –dice ella confusa.
– Para mí, tú eres como la estrella polar –aclara–. Tú eres mi brújula. Y no importa cuántas personas se crucen en mi camino, tú siempre te mantendrás fija en mi corazón. El resto tan solo podrán limitarse a orbitar en torno a ti, pero nunca nadie podrá hacerte sombra.
La chica le observa emocionada, luchando por grabar a fuego cada una de esas palabras en su memoria. Todavía no ha escuchado la letra, pero Anaju ya sabe que Polaris se convertirá en su canción favorita de por vida.
– ¿Te he convencido entonces de que no somos fugaces? –pregunta él sonriendo al ver esos ojos oscuros tan brillantes.
– Completamente –responde ella antes de besarle.
Sus labios se envuelven con dulzura, saboreando el momento tanto como pueden. Tras unos segundos, ella se aparta levemente con una mirada pícara al recordar parte de la explicación.
– ¿Así que soy tu brújula?
La cercanía en la que se encuentran hace que la risa de Hugo choque contra la boca de la castaña, que se estremece al notarlo.
– Exactamente –contesta–. No importa lo lejos que estemos, siempre volveré a contigo.
– Siempre es mucho tiempo –replica ella sonriendo.
Él asiente rápidamente.
– Lo sé.
Anaju esconde su rostro en el cuello del chico. Sus respiraciones son lo único que se escucha en la sala. Él la envuelve con sus brazos y la aprieta contra él mientras acaricia su largo cabello con una de sus manos. Por un momento, su único deseo es ser capaz de detener el tiempo.
– No quiero perderte –susurra Hugo.
En esa declaración, el rubio deja salir uno de sus mayores miedos. Quiere que ella lo entienda. Quiere que le espere fuera. Quiere tener un futuro a su lado.
– No me vas a perder –responde ella antes de depositar un beso en su cuello–. Estaré fuera.
– ¿Me esperarás? –pregunta él con temor.
Por suerte, la respuesta que recibe por parte de Anaju hace que su corazón se encoja de felicidad.
– Siempre.
– Siempre es mucho tiempo –advierte él, utilizando las mismas palabras que ella ha pronunciado segundos atrás.
– Lo sé.
******
¡Hola!
Perdón por el retraso. Se me complicó la tarde y quería dedicarle tiempo a este capítulo. Es de mis capítulos favoritos, por no decir el que más. La idea de Polaris fue la que impulsó esta historia y me hace mucha ilusión que al fin sepáis el significado.
Muchas gracias por vuestras lecturas, votos y comentarios.
Nos leemos pronto ✨
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POLARIS {Anahug}
FanficAlgunas veces, las obviedades más descaradas son las que pasan desapercibidas. A veces, el corazón se vuelve ciego y comete algún error. El tren parte y alguien lo pierde, a pesar de ser el único capaz de llevarle a su destino. Pero no siempre es de...