Los días pasan con rapidez y Anaju aprovecha cada uno de ellos para ensayar hasta el cansancio. Cada noche, su voz continúa cantando incluso cuando las luces se apagan y todo queda a oscuras. Pero nunca está sola. Hugo la acompaña en cada ensayo fuera de las clases. No habla, porque sabe que ella necesita concentración y que, si interviene más de la cuenta, la chica va a terminar pidiéndole que la deje sola.
Aún así, es él quien cada noche mira las agujas del reloj hasta que cree que ya ha sido bastante. Es la última noche antes de la gala, y sabe que ella querrá ensayar más que de costumbre. Aun así, se arriesga a recibir una negativa de parte de su compañera y, cuando la melodía deja de sonar, el rubio se levanta a apagar el reproductor de música para evitar que Anaju pueda hacerlo sonar de nuevo.
– Creo que ya es suficiente por hoy –dice él en voz baja acercándose a ella para abrazarla–. Llevas tantas repeticiones que es imposible que la voz te suene bien. Necesitas descansar.
– No tienes que estar todo el rato pendiente de mí –le responde ella. Intenta que su tono sea suave, pero él percibe un atisbo de inseguridad en él–. ¿Lo sabes, verdad? No quiero que te sientas responsable de mí; no me debes nada y puedes hacer lo que quieras.
Hugo siente un pinchazo en el pecho al escuchar sus palabras, pero no deja de mirarla ni un segundo para asegurarse de que la castaña presta atención a lo que está a punto de decir.
– Lo sé, y es lo que estoy haciendo –su voz es firme–. Y lo que más quiero es estar contigo, así que te toca aguantarme.
Ella deja escapar un suspiro a través de su sonrisa antes de atraerlo hacia ella para fundirse de nuevo en un fuerte abrazo.
– Gracias –susurra en su oído.
El cordobés quiere decirle que no tiene que agradecerle algo que él pagaría por hacer el resto de su vida, pero no dice nada. En su lugar, se alía con el silencio y dedica el resto de la noche a acariciarla en la cama para ayudarle a conciliar el sueño. Cuando la respiración de la chica se vuelve pesada, él sonríe satisfecho, sabiendo que tras un día duro al fin su mente descansa. Y es exactamente eso, el hecho de haber colaborado con sus caricias para ver a una Anaju en paz, lo que le hace sentir el hombre más feliz del universo.
La gala del domingo es distinta. Todos los concursantes pueden notarlo. Saben que esa noche tan solo serán seis quienes vuelvan, y el ver esa enorme academia tan vacía comienza a pesarles demasiado. En el turno de las nominadas, tanto Maialen como Eva dejan a los espectadores maravillados con sus actuaciones y todos les dan la enhorabuena a ambas cuando vuelven a los asientos.
Hugo siente una incomodidad en su interior que intenta esquivar durante el resto de la noche. No sabe identificarla y lucha contra ella para que no le afecte. Quizás esa sensación es el motivo por el que su actuación no sale como debería. Pero, en ese momento, a él eso no le importa. Sabe que Anaju es la siguiente en cantar y quiere admirar su actuación como ella merece. Cuando la castaña invade el escenario con esa actitud y esa forma de moverse, Hugo no puede evitar ponerse en pie para convertirse en su mayor admirador.
Anaju se da cuenta, y es por eso que, cuando la canción termina y llega hasta sus compañeros, no duda en sentarse a su lado y depositar un beso en su mejilla que no pasa desapercibido para el público, que grita. El rubio ve la sonrisa de la chica ante dicha reacción, y no puede evitar pensar que es un gran avance. Semanas atrás, ella nunca habría tenido esa muestra de afecto con él con tantos espectadores presentes.
Minutos más tarde, la voz de Roberto anuncia que Maialen es la salvada de la semana. Como siempre, la felicidad de poder disfrutar de un compañero una semana más contrasta con la tristeza de tener que despedirse de otro. Eva contiene las lágrimas durante su recorrido por la pasarela, pero éstas no pueden evitar brotar de sus ojos celestes cuando abraza a Anaju y esta le regala una última confesión.
– Da tú el primer paso, no pondrá tanta resistencia como crees–susurra la castaña en su oído antes de separarse y acunar el rostro de la gallega entre sus manos para borrar sus lágrimas–. En serio.
Hugo las observa con una sonrisa. Nunca pensó que podría ser capaz de mantener una relación de amistad con alguien con quien se había besado antes, ni se imaginó que una persona que le besa por las noches fuera capaz de no poner pegas a una amistad de ese tipo. Nunca había conocido la vida sin toxicidad. Por suerte, ambas chicas le habían dado una lección.
– Lucha por él –dice el rubio a la gallega cuando se abrazan.
– Tú también –responde la chica. Ambos se miran sonrientes cuando se separan, deseando que, esta vez, el otro sea capaz de dar con el camino correcto.
Cuando el jurado da los veredictos, Anaju no se sorprende al ver cómo otros compañeros cruzan la pasarela antes que ella. Su veredicto no es tan negativo como ella esperaba; recibe la enhorabuena por el trabajo realizado y le confirman que la afinación, esta vez, ha estado impecable. Es por eso que, cuando le dicen que a pesar de todo la tienen que proponer para abandonar la academia, ella lo acepta sin que una sonrisa abandone su cara.
Pero esa sonrisa no dura mucho tiempo. Flavio cruza la pasarela, y es ahí cuando se da cuenta de quienes son el resto de nominados. Maialen y Samantha asumen la nominación con deportividad y se mantienen firmes. Sin embargo, la persona de su lado no lo hace. Nota como una mano temblorosa se entrelaza con la suya, y es entonces cuando gira su cabeza para enfrentar sus ojos a los de Hugo.
Anaju sabe lo que el rubio está pensando, pero lo aparta rápidamente de su mente. Se niega a compartir palestra con él y su pecho se encoje con tan solo pensarlo. Los cuatro compañeros se colocan junto a Roberto, que les dedica una mirada compasiva antes de conectar con los profesores. Noemí se ve visiblemente emocionada y les admite que ha sido muy difícil escoger a su salvado.
Cuando Anaju escucha el nombre de Hugo salir de los labios de la directora, puede notar como su corazón da un vuelco de felicidad. El rubio abraza a sus dos amigas para, por último, mirarla a ella. La envuelve entre sus brazos con fuerza, transmitiéndole todos sus miedos.
Hugo cruza velozmente la pasarela con un nudo en la garganta. Sus manos toman la pizarra y, con dedos temblorosos, consigue escribir el nombre de su salvada. Ahora mismo, no puede comprender como hace unos meses fue capaz de dudar y poner otro nombre que no fuese el suyo. Anaju sonríe cuando el chico gira la pizarra.
Desgraciadamente para Hugo, a pesar de desearlo de una forma sobrehumana, su voto no es suficiente y es Samantha quien cruza la pasarela. Anaju y Maialen se miran emocionadas antes de unirse en un abrazo. Al separarse, entrelazan sus manos con fuerza.
– ¿Juntas? –le pregunta Anaju cuando es su turno de cruzar la pasarela y unirse al resto de sus compañeros.
– Hasta el final –responde la navarra antes de echar a correr.
Cuando sus cuerpos llegan al otro lado del plató, los brazos de Hugo buscan desesperados el cuerpo de la castaña. Y es ahí, cuando el miedo a perderla se manifiesta de golpe, cuando se da cuenta de que este era el mal presentimiento llevaba toda la noche atormentándole.
*****
¡Hola!
Aquí está. A partir de aquí la historia va a ser un poco más dramática, pero creo que os gustará.
Nos leemos de nuevo esta tarde, disfrutad ✨✨
ESTÁS LEYENDO
POLARIS {Anahug}
Fiksi PenggemarAlgunas veces, las obviedades más descaradas son las que pasan desapercibidas. A veces, el corazón se vuelve ciego y comete algún error. El tren parte y alguien lo pierde, a pesar de ser el único capaz de llevarle a su destino. Pero no siempre es de...