Capítulo XXII

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29 de febrero, 2028

La oscuridad aumenta la torpeza de la chica, que sujeta con fuerza la mano de su acompañante. Por un momento, Anaju ha pensado que su novio la estaba llevando al campo. A través de la ventana abierta del coche, el aroma de la naturaleza había llegado hasta las fosas nasales de la castaña. Y Hugo sabe que a ella le encanta respirar el aire puro de la sierra, pero su sorpresa es otra.

El sonido de los grillos ha dado paso al eco de los pasos de la pareja. Por ello, Anaju sabe que su destino debe estar en algún lugar de ese edificio. Se deja guiar, con toda su confianza puesta en el cordobés. Tras un par de minutos andando, el rubio la para y se separa de ella para agacharse y colocar un brazo por detrás de sus piernas, sobresaltándola.

– ¿Qué haces?

Hugo ríe ante su confusión.

– Hay escalones, así que te voy a coger en brazos –explica–. Si tenemos que confiar en tu agilidad con los ojos vendados, llegaremos mañana. O te caes por las escaleras, que conociéndote es muy probable.

No la ve, pero Anaju rueda sus ojos tras la venda y se acomoda cuando él la alza. Envuelve sus brazos en el cuello del chico y esconde su rostro en su cuello. El gesto no pasa desapercibido para Hugo, que no puede evitar estremecerse cuando el aliento relajado de la castaña choca contra su piel sensible.

Tras cruzar la puerta, Hugo deja a su novia en el suelo con cuidado. Antes de recuperar su vista, Anaju percibe un olor que la transporta. La lleva al pasado, de golpe. Exactamente, hasta ocho años atrás. Cuando todo era ingenuo e improvisado. El lugar donde fueron conocidos, amigos y enamorados. El lugar que les vio nacer.

Los ojos de la castaña brillan mientras recorren la vieja academia con entusiasmo. Hugo siente la emoción en su pecho, y una sonrisa se le escapa al ver la ilusión reflejada en la mirada de Anaju. No importa el tiempo que pase, ese lugar siempre será hogar.

Al igual que ellos.

– No me lo puedo creer –la chica deja escapar una suave carcajada y le mira–. ¿Cómo has conseguido esto?

– No ha sido fácil –admite rascando su nuca con una sonrisa tímida plasmada en su rostro–. Pero merece la pena, ¿verdad?

– ¿Estás de broma? –interroga ella–. Es increíble, Hugo. Tú eres increíble.

Anaju recorta la distancia que les separa y le abraza con fuerza. Él la arropa entre sus brazos y pasa la mano por su espalda con cariño.

– Como ves, está algo vacía –dice separándose de ella, que le observa expectante–. Pero me he encargado de que cuente con todo lo necesario.

– ¿Lo necesario para qué? –una ceja alzada decora el rostro de la castaña.

– Señorita –dice Hugo al mismo tiempo que sujeta a la mano de Anaju en un gesto reverencial–. Esta academia es toda nuestra hasta mañana.

La boca de Anaju se abre por la sorpresa.

– ¿Y dónde vamos a dormir?

Hugo le guiña un ojo con diversión y tira de su mano para que camine junto a él.

– ¿Quién dice que vayamos a dormir?

Anaju golpea su hombro con humor y, como es costumbre entre ellos, se deja guiar por él. Sus pasos les conducen hasta la sala de ensayo, repleta de velas que iluminan la estancia y un amplio colchón colocado en el centro. Antes de poder hablar, Hugo pone un dedo sobre los labios de la chica y la conduce hasta la terraza, donde una mesa está preparada detalladamente. Anaju ríe al divisar una caja de pizza reposando sobre ella.

POLARIS {Anahug}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora