Capítulo XIV

934 57 27
                                    

La gala del domingo se convierte en una trampa emocional para Hugo, que tiene los sentimientos a flor de piel. No ha dejado de sonreír desde que se despertó en la terraza, con la brisa anunciando el comienzo de un nuevo día y el cuerpo desnudo de Anaju entre sus brazos. No cree que exista una mejor forma de despertar.

Anaju es la primera en cantar tras la actuación grupal. Sorprendentemente, se siente tranquila. Y ese es el factor determinante para que Me iré consiga crear una intimidad hechizante en el plató. La castaña se encuentra en el centro del escenario, de pie con el micrófono como único aliado. En un segundo plano se encuentra Manu, que acompaña con el piano la voz de la chica.

Tras hacer sonar la última nota, el público tarda unos segundos en despertar del momento hipnótico que acaban de vivir. Después, el plató retumba con los aplausos y Anaju cruza la pasarela rápidamente. Debido a la pandemia, no pueden recibir visitas familiares.

– Ha sido flipante, Anaju –dice un Hugo visiblemente emocionado cuando ella se sienta a su lado.

El resto de la noche, el rubio se mantiene al lado de la castaña con las manos entrelazas. A medida que los minutos avanzan, él aprieta su agarre. Ella le dedica varias sonrisas en un intento inútil de calmarle. Cuando Roberto pide a las nominadas que se pongan en pie para desvelar el veredicto del público, Hugo agacha la cabeza y cierra los ojos. No quiere mirar.

– El público ha decidido que debe permanecer en la academia...

El silencio invade el plató. Maialen y Anaju se miran sonrientes, con sus manos unidas para no perder su costumbre.

– Maialen.

El público aplaude, pero Hugo se siente incapaz de moverse. Está paralizado por el dolor. Tiene que ser Flavio quien se acerque a él y le conduzca hacia la pasarela. Por razones obvias, él será el último en despedirse de la turolense.

Cuando el vídeo de sus mejores momentos en la academia llega a su fin, Anaju avanza hacia sus compañeros, donde le espera Nía con los brazos abiertos. Los brazos de Flavio son los siguientes en arroparla. El chico suele ser discreto con sus emociones, por lo que Anaju se sorprende al ver una lágrima resbalar por su mejilla. Samantha es la siguiente en acogerla. No llora, pero sus ojos brillan y le recuerda que se deben una noche de locura y diversión por la ciudad condal.

Maialen es la penúltima de la fila. Sus brazos la estrujan con fuerza mientras llora desconsolada. Anaju acaricia la espalda de su amiga y se retira para mirarle a los ojos.

– Te mereces esto, Mai –dice sincera–. Tenía que irme contra alguien, y estoy muy orgullosa de que haya sido contigo. No podría haber escogido mejor forma de terminar esto.

Cuando sus ojos oscuros miran al final de la pasarela, su corazón se rompe. Hugo nunca llora, pero ahora no es capaz de retener las lágrimas. Parece derrotado, y así es como él se siente. No duda un segundo en atrapar la mano de la chica y atraerla hacia él para fundirse en un abrazo.

– Vámonos juntos –susurra en el oído de Anaju–. Dime que sí y me voy contigo. A donde sea.

Y no miente. En ese momento, su único deseo es cogerla de la mano y salir de ahí. Anaju da un paso hacia atrás, sonriendo con ternura, y fija su mirada en esos ojos nácar que ahora la miran aguados.

– Escúchame –dice al mismo tiempo que acuna el rostro del chico entre sus manos–. Vas a quedarte y vas a demostrar a todo el mundo que naciste para estar sobre el escenario, ¿de acuerdo?

Hugo vuelve a abrazarla, esta vez de una forma más desesperada. No quiere que se la lleven de ahí. Solo quiere besar sus labios y escucharle hablar de temas de los que él no tiene ni remota idea. Pero Anaju siempre ha sido la serena de los dos, y es ella la que se separa. Antes de alejarse, se inclina hacia él y deposita un beso en la comisura de sus labios.

Finalmente, él la deja marchar a regañadientes. Ve como la castaña da un último saludo hacia el público con una sonrisa agradecida en su rostro. Antes de desaparecer, Anaju le regala una última mirada de despedida.

Minutos más tarde, Roberto les anuncia que son los finalistas de la edición. Debería reinar la felicidad, pero Hugo solo puede pensar en lo que eso significa. Una semana. Solo tiene que aguantar una semana para volver a verla. Y eso es lo único que le consuela.

En el chat están presentes todos los profesores. Mientras aparece Noemí, todos les felicitan, pero Hugo no es capaz de recuperar su alegría característica. El profesor de interpretación le mira con cariño antes de envolverle en un abrazo.

– Panterita –dice con cariño, arrancándole una ligera carcajada al rubio–. Sé que has perdido a tu compañera de caza, pero ella va a estar bien. Me encargaré personalmente.

Hugo le responde con una mirada de agradecimiento y toma una bocanada de aire para aclarar su voz.

– No es solo eso –explica–. Ha trabajado tanto. Siempre lo ha dado todo por ayudarnos a todos. Me ha hecho mejor a mí. Merecía estar en esa final tanto como nosotros.

Iván asiente, de acuerdo con las palabras del cordobés.

– Esa chica es una luchadora, Hugo –dice el catalán–. Ha superado obstáculos enormes en su vida y se merece todo lo bueno que le depare el futuro. Y eso es lo importante, ¿comprendes? El futuro y con quién lo compartes.

Hugo mira a Iván con curiosidad y se sorprende cuando ve un atisbo de diversión en sus ojos.

– ¿Tú lo sabes?

– Cariño, olvidas que esa chica me adora –responde el profesor con diversión–. Sé una parte y la otra me la puedo imaginar. Además, fui yo quien creó las panteras. Y puedo asegurarte que ya en ese momento se respiraba algo distinto cuando estabais juntos.

El cordobés todavía recuerda como Anaju le había intimidado en aquella clase de interpretación. Se sintió un cachorro, sin saber qué hacer. Con tan solo una mirada, aquella chica fue capaz de convertirle en un niño inexperto.

Cuando el chat termina, Hugo se despide de sus compañeros y se va directo a la cama. Las sábanas aún guardan su aroma. El rubio suspira antes de frotar su sien con fuerza, intentando calmar sus pensamientos.

Se siente terriblemente solo y abandonado. Sabe que se encontrarán en siete días, pero, aunque parece poco tiempo, no sabe cómo va sobrevivir si la echa de menos de esa manera. Se remueve en la cama, buscando el lado de la almohada en el que Anaju solía posar su cabeza y así notar su perfume con más intensidad. Cuando se coloca, nota como debajo del cojín hay una superficie compacta.

Confundido, enciende la linterna de su teléfono y saca el objeto de su escondite. Es un libro que no le resulta familiar. Guiado por la curiosidad, pasa las primeras páginas hasta que en una de ellas ve una nota escrita a mano. Y reconoce la letra al instante.

Aquí se esconde todo lo que provocas en mí y nunca he sido capaz de confesarte

******
¡Hola!

Me ha dolido muchísimo expulsar a Anaju y espero que en la vida real llegue a la final por su talento, su esfuerzo, su actitud y, especialmente, por su calidad humana. Pero esto es ficción, y necesitaba introducir algo de drama. ¡No todo podía ir tan bien!

Nos leemos pronto

POLARIS {Anahug}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora