Hace dos horas que se han levantado y Hugo ya se ha dado cuenta de que retar a Anaju no fue una buena idea. Pensaba que ella jugaría a resistirse o, sencillamente, se negaría y le argumentaría cien razones por las que ese juego era mala idea.
Sin embargo, la chica lleva toda la mañana jugando con él. Ha acentuado sus movimientos en la clase de urban, cuando bailaban en pareja, y él se ha convertido en un títere de su sensualidad. Ha tenido que hacer tal esfuerzo para no besarle allí en medio, que ahora se siente exhausto mientras remueve su yogur en la mesa.
– ¿Qué es lo que te pasa? –le pregunta Flavio, haciendo que todos los ojos se posen en él. Incluidos los de ella–. Sigues acalorado. ¿Te encuentras mal?
– Un poco –dice el rubio, ganándose una mirada divertida de Anaju–. La clase de baile ha sido muy intensa.
Sus compañeros le miran extrañados, sin saber a qué se refiere. Tampoco ha sido para tanto, piensa Flavio para sus adentros, pero lo deja pasar. Todos siguen desayunando con normalidad, pero a Hugo no le pasa desapercibida la sonrisa de satisfacción que aparece en la cara de la castaña.
Al cabo de unos minutos, Anaju se levanta para colocar lo que ha utilizado en el lavavajillas. Él sabe que es su oportunidad, así sigue sus pasos y se coloca detrás de ella. Coloca una mano en la parte baja de su espalda y pega sus cuerpos para después inclinarse sobre ella y colocar lo que ha ensuciado. Puede notar como la chica se tensa al instante.
– Esto es la guerra –susurra él con voz ronca en su oído antes de separarse para irse a fumar.
A Anaju le lleva unos segundos salir del trance. El chico conoce sus puntos débiles y sabía perfectamente lo que causaría en ella utilizar ese tono de voz. Pero no piensa dejarse amedrentar tan fácilmente. Ella también conoce las debilidades del rubio.
No duda en ir al vestuario y cambiar su parte de arriba por una camiseta cómoda y ajustada que cumple con un factor clave que sabe que no pasará desapercibido para Hugo: es roja. Para acentuar el efecto, la chica hace una última parada en el lavabo y colorea sus labios. Cuando se mira en el espejo no puede disimular su sonrisa picaresca.
Se dirige rápidamente a la sala de ensayo, donde Vicky la espera pacientemente para comenzar. Su canción como solista de esta semana, No Gyals de Fusa Nocta, es la ocasión perfecta para sacar a relucir su lado más desenfadado y mostrarse seductora. La profesora de baile marca los pasos y ella los imita con una habilidad impresionante.
Como la chica tenía previsto, Hugo no tarda en aparecer. Al principio lucha contra sí mismo y tan solo mira de reojo, pero cuando nota ese color que tanto le gusta puesto en ella no puede evitar desviar su mirada para fijarse mejor. Es ahí cuando comete su mayor error, porque ya no es capaz de dejar de admirarla. Cuando eleva su mano derecha y comienza a jugar con su labio inferior, Anaju sabe que ha ganado el asalto.
Esto es juego sucio, se queja él en su mente.
El chico tenía pensado ir a practicar su canción a uno de los boxes, pero ensayar ya no puede importarle menos. Por el contrario, se sienta en la grada y se dedica a observar fijamente los movimientos de la castaña. Ella disfruta al notar su atención y aprovecha cada movimiento de cadera para lanzarle una mirada a través del espejo. Automáticamente, las pupilas de Hugo se dilatan.
Tras ensayar el baile, sus caminos se separan. No vuelven a coincidir hasta la cena. Él toma asiento a su lado y conversan con el resto de sus compañeros intentando esquivarse el uno al otro. Tras cerciorarse de que todos están distraídos, la mano de Hugo se cuela bajo la mesa y acaricia el muslo de Anaju, que da un pequeño bote al sentirlo.
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POLARIS {Anahug}
Fiksi PenggemarAlgunas veces, las obviedades más descaradas son las que pasan desapercibidas. A veces, el corazón se vuelve ciego y comete algún error. El tren parte y alguien lo pierde, a pesar de ser el único capaz de llevarle a su destino. Pero no siempre es de...