El calor de la chimenea invade la sala de estar. La botella de vino blanco descansa vacía sobre la mesa y las risas envuelven el lugar. En el sofá, Maialen se abraza a su amiga al mismo tiempo que ambas intentan poner fin al ataque de risa que parece haberles poseído. Bruno observa la escena mientras niega con la cabeza con una sonrisa.
– Es que fuiste un cabrón –el uruguayo mira a Ivan divertido–. Pusiste a Maialen la última a propósito.
Todos vuelven a reír. A las nueve fue la canción que condenó a Bruno a la nominación, pero él guarda un buen recuerdo de ella. Supuso la vuelta del programa y sus cinco compañeras le ayudaron en el escenario. Por supuesto, Iván jugó sus cartas para que interpretara con la navarra la parte más especial de la canción.
– Qué puedo decir, cariño –el catalán se encoje de hombros–. Me debo al espectáculo.
– Ya, ya –responde Anaju, su cabeza reposa en el hombro de Maialen–. Nos dimos cuenta, tranquilo.
– ¡Y lo sigue haciendo con los de este año! –dice en alto Javy saliendo de la cocina–. Traigo otra.
En sus manos lleva una botella de vino idéntica a la que se han terminado hace unos minutos. El moreno se acomoda al otro lado de Anaju y deja un beso en su frente antes de rellenar las copas vacías de sus amigos.
– Todavía me cuesta verte beber, Jujiti –dice Maialen.
– Siempre hay excepciones –responde la castaña.
Todos juntan sus copas para chocarlas unas con otras ante de dar el primer sorbo.
– Entonces, ¿cómo está yendo la edición de este año? –pregunta Bruno.
– Son geniales, tienen mucho talento –explica el profesor–. Pero vosotros siempre ocuparéis un lugar especial en mi corazón.
Ivan les guiña un ojo y todos ríen.
– ¿Mañana es la gala, no? –pregunta Javy.
– Sí, y por la mañana tengo el tren a Barcelona –recuerda–. Sin compañía, la vuelta se me va a hacer eterna.
– ¿Con quién viniste? –pregunta la la chica de flequillo.
– Con Hugo –dice–. Me estuvo haciendo trucos de magia durante el viaje. Y me tiró las cartas. Ya sabéis, literalmente.
– Fue de visita a la academia, ¿no? –pregunta Anaju. Lo leyó en las redes sociales, pero no fue capaz de verla.
– ¿No lo has visto? –la voz de Bruno suena con delicadeza.
– No.
La sala se enmudece. Anaju observa a sus amigos con confusión, que se miran entre sí como si no estuvieran seguros de qué decir. Tras unos segundos, la chica se harta del silencio.
– ¿Qué os pasa? ¿Qué me he perdido?
Maialen acaricia su brazo antes de responder.
– Creo que deberías verla –responde mirándola con dulzura.
Anaju mira al resto de los presentes. Ninguno dice nada, pero todos parecen estar de acuerdo con la navarra. La castaña respira hondo antes de tomar la decisión.
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POLARIS {Anahug}
Hayran KurguAlgunas veces, las obviedades más descaradas son las que pasan desapercibidas. A veces, el corazón se vuelve ciego y comete algún error. El tren parte y alguien lo pierde, a pesar de ser el único capaz de llevarle a su destino. Pero no siempre es de...