Miro el papel que tengo enfrente. Ufff, vaya basura. No soy capaz de escribir más que frases inconexas. Supuestamente este tiempo de vacaciones iba a ser el momento ideal para componer pero cómo si no soy capaz.
Vibra mi teléfono: llamada entrante de Anajú.
- ¡Hola, bebé!
- Saaaam, ¿qué haces? Me aburro.
- Pues componer, bueno intentarlo porque no me sale nada que sirva. Pero no pasa nada, ya saldrá – Anajú se ríe.
- Claro que saldrá. ¿Me invitas a tu casa antes de que me vuelva loca encerrada en la mía? Llevo cerveza.
- Te espero.
20 minutos después tengo a Anajú en la puerta de casa con un pack de 6 cervezas en la mano y una sonrisa de oreja a oreja. Nos acomodamos de cualquier modo en el sofá y estoy buscando algo de música que poner cuando noto su mirada inquisitiva en mí.
- ¿Qué pasa?
- No, nada, nada... No quiero que te cabrees.
¿Puede haber algo más molesto que alguien te diga que no te va a decir algo porque te vas a cabrear? Es decir, sólo decir eso ya me cabrea.
- Que no, dime.
- ¿Por qué has accedido a que Flavio te ayude con las melodías? – justo estoy dando un trago a la cerveza y estoy a punto de atragantarme.
- ¿Que yo he accedido? Pero si básicamente Mai me obligó. En ningún momento dije que sí sino que ya veríamos, pero él saltó con lo del lunes y a mi no se me ocurrió ninguna excusa lo suficiente creíble como para librarme. Pero aún sigo buscando una eh.
Anajú me mira como alguien miraría a su hermana pequeña cuando está a punto de darse la hostia de su vida.
- Cariño... ¿por qué no dejas que él diga lo que tenga que decir? Porque si no no vais a salir del: tu buscas la forma para verme, yo busco la excusa para no tener que hacerlo. Que él ya habló con nosotros y tampoco sería horrible si le dieses la oportunidad. Lo escuchas y ya luego decides lo que hacer.
Me levanto del sofá como un resorte porque ahí está el dichoso tema de las narices otra vez. Me siento violenta conque intenten que haga algo que no quiero hacer. Ya cedí a la petición de Maialen de hablar con él, estoy poniendo de mi parte para obviar todo lo que ha pasado entre nosotros y ser su "amiga" pero ¿qué más quieren?
- Anajú, no – es lo único que atino a decir.
- Pero Sam, estoy preocupada por ti. Te estás encerrando en ti misma otra vez y hacer como si algo no ha pasado no significa que de verdad no lo haya hecho. Hablasteis el otro día y parecía que estaba todo bien, pero ayer cuando insinuaran que os quedaseis a solas lo miraste como si tuviese 6 cabezas y te faltó tiempo para decir que no.
- ¿Pero por qué no podéis entender que no quiero estar a solas con él? Es incómodo porque es de las personas a las que más conozco del mundo pero que ahora mismo también es un desconocido.
- Yo te entiendo, bebé – y ahí está otra vez esa mirada, como las que tenía que aguantar antes, la de la pena y la compasión. – En serio, veo hasta lógico que te cueste estar con él pero eso es porque sigues con la espinita clavada y tú misma sabes que hasta que no habléis del tema no vas a conseguir sacarla.
- Tío, ¿por qué estáis intentando forzarme todo el rato para que hable o deje de hablar con Flavio? - ¿estoy alzando la voz? Sí, lo estoy haciendo. - ¿Lo obligasteis a él a que hablase conmigo cuando la cagó? A que no. Entonces por qué no me dejáis a mi tranquila, todos. No quiero hablar con él porque no estoy preparada, no es tan difícil de entender. ¿Qué es lo que iba a conseguir ahora tratando el puto tema? Nada más que reproches.
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Siempre tú
FanfictionSamantha y Flavio se vuelven a reencontrar después de más de medio año sin haber tenido contacto. Ella, dolida y orgullosa, ha construido una muralla a su alrededor que no va a ser tan fácil traspasar. Pero Flavio tiene un objetivo en la mente y no...