En cuanto bajo del escenario, con la mente embotada por todas las sensaciones que está experimentando mi cuerpo ahora mismo, los brazos de Carlos vienen a recogerme. Yo sólo puedo seguir mirándolo a ÉL, que está ahí, sentado, devolviéndome la mirada y con cara de querer salir corriendo. ¿Cómo le digo que sí le creo? ¿Cómo le explico que, aunque lo crea, tengo tanto puto miedo en este momento que no sé cómo volver atrás?
Todo empeora en el segundo en que Carlos considera que es un buen momento para terminar de hacer el capullo y plantarme un beso, que ni había pedido ni esperaba. Me quedo estática fruto de la sorpresa, pero sin quitarle el ojo de encima a Flavio, que de repente da la vuelta y se marcha de la sala sin volver a mirar atrás. Me faltan manos para quitarme de encima a Carlos, que me lanza una mirada de reproche, pero es que me da igual, no me importa en absoluto lo que sea que acabe de pasar. Lo empujo para poder ir detrás de la persona que verdaderamente me importa. Ya tendré tiempo de darle una hostia después.
Persigo a Flavio hasta la salida, corriendo como me permiten los tacones. La calle está desierta, por suerte.
- ¡Flavio! – lo llamo a voz en grito porque, aunque estoy segura de que ha debido oírme ir detrás de él, no parece que tenga intención de parar. Ni siquiera se gira para responderme.
- Vuelve dentro, Samantha – sigue andando y puedo notar en su voz un cansancio acumulado que no había oído antes.
- ¡Espera! ¿A dónde vas? Todavía faltan las subastas... - es lo primero que se me ocurre decir para evitar que se vaya. Quizá hubiese sido más valiente que le dijese: quiero que te quedes, pero no me veo capaz.
- ¿Y a ti qué cojones te importa? – y ahora sí se da la vuelta y me mira, pero ni siquiera parece él. La forma de contestar y la rabia contenida que muestra su lenguaje corporal y la expresión de su cara, hacen que de un paso para atrás. ¿Cómo hemos llegado hasta esto?
- ¡A mí no me hables así! Solo creo que quizá deberíamos hablar cuando todo esto acabe... - intento gritar: Flavio, quédate, hablemos, vamos a arreglarlo todo, pero por mi boca salen otras palabras.
- Samantha... no, no puedo más con todo esto.
Y ya no es sólo que lo vea agotado o conteniendo la rabia, ahora es que soy consciente de que Flavio está tirando la toalla y no sé cómo pararlo.
- Pero, si tú eras el que quería hablar y aclarar las cosas, ¿ahora de repente no? ¿Por qué todo esto otra vez? – reclamo intentando que dé marcha atrás, que no siga por ese camino.
- No sé, quizá es que esto es lo que estamos destinados a ser juntos: nada.
Flavio acaba de gastar su último cartucho para terminar de rematarme y yo no puedo hacer nada más que quedarme quieta, en medio de la calle vacía, viendo como se marcha y nunca más mira hacia atrás. ¿Y ahora qué?
Salgo del estudio con la sensación de felicidad que se te queda cuando las cosas salen bien hechas. Estoy orgullosa de mí, para qué negarlo. El primer concierto fue una pasada, pero aun así no podemos relajarnos y tenemos que continuar ensayando absolutamente todos los días, porque se vienen muchos más. Por el momento, la discográfica ha optado por dar conciertos más íntimos, en salas con aforos más limitados, porque así también lo requiere el nuevo disco. Es como si cada nuevo concierto fuese una presentación del mismo para los asistentes, y eso mola. Me estoy acercando aún más a mi público y es agradable.
Ahora mismo, todo va bien, todo está en calma. Estoy adaptándome a mi nuevo hogar, que ya parece mío por lo desordenado que está, estoy currando como nunca y estoy dedicando cada gota de mi tiempo libre a mis amigos y a seguir creando, porque sí, porque es todo lo que me apetece hacer. Quizá es que estoy madurando, quién sabe.
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Siempre tú
FanficSamantha y Flavio se vuelven a reencontrar después de más de medio año sin haber tenido contacto. Ella, dolida y orgullosa, ha construido una muralla a su alrededor que no va a ser tan fácil traspasar. Pero Flavio tiene un objetivo en la mente y no...