14. El inicio del fin

4.8K 204 71
                                    

1 día para la salida del disco

- Lo ideal sería coger alguna sala audiovisual pequeña e invitar a quien tu quieras y a algunos especiales de prensa, así habrá noticias publicadas comentando la salida del disco y lo que les ha parecido a los redactores antes de que salga.

- Me parece bien pero yo no voy a ir, hacedlo vosotros. Yo voy a invitar sólo a unas cuantas personas muy cercanas a casa y ahí les enseño el disco, pero no les voy a pedir promoción en redes ni nada de eso, quiero que sea algo íntimo y privado – puedo escuchar el resoplido de Pablo, mi mánager, al otro lado de la línea. Últimamente le doy demasiados quebraderos de cabeza al no querer hacer nunca lo que él y la discográfica me proponen pero, por suerte, mi contrato con ellos me deja bastante margen de libertad para actuar como quiera, así que...

- Samantha, la prensa si hacemos una escucha anticipada del disco va a querer hablar con la cantante para hacerle preguntas. ¿Qué pretendes, que me ponga yo a responderles?

- Oye, pues no es mala idea – las bromas quizá en este momento no tienen cabida en la conversación pero es tan gracioso oír como se va desquiciando por momentos – Mira, a mi esta no me parece una parte importante del proceso. La promoción ya está hecha y hay entrevistas en las que ya he hablado del proceso de composición y de más, y en cuanto salga el CD me obligaréis a dar otras mil más, por lo que este paso nos lo podemos saltar. Además, hoy tengo que ir a revisar mi casa porque me han llamado los del seguro. No me da tiempo para todo. Lo siento, no te enfades que te arrugas, te llamo mañana – cuelgo antes de que le de tiempo a echarme la bronca con esa manera tan sutil que tiene. Una de las partes ventajosas de tener como manager a alguien con quien te llevas tan bien es que puedes hablarle como a un colega, la parte negativa es que la otra parte acaba conociéndote tan bien que termina resultando incómodo.

Miro el reloj: 11:26 de la mañana. He quedado con mi casero a las 12 porque necesita enseñarme unas cosas de mi pecera y tengo que firmar algunas otras para el seguro. De fondo, se oye el agua de la ducha correr. O se da prisa o no llegamos.

- FLAVIOOOOOO QUEDA MEDIA HORAAAAAA VAMOS A LLEGAR TARDEEEE – podría haberme levantado del sofá perfectamente para ir a hablar con él detrás de la puerta del baño pero para qué si gritando desde aquí me va a escuchar igual ¿no? Si da alguna respuesta no la oigo pero supongo que me ha oído cuando 5 minutos después sale del baño a medio vestir, sin camiseta y con un calcetín puesto y otro en la mano, y va derrapando hasta su habitación.

- Ya estoooy – aparece después de uno o dos minutos en la habitación despeinado y con el pelo mojado, un calcetín de cada color, la camiseta arrugada y con cara de haber terminado de correr una maratón. Mi primera reacción es echarme a reír, lo que hace que él vaya a mirarse al espejo que está en la entrada del piso para resoplar con la imagen que le devuelve este. – Bueno, podría ser peor. ¿Nos vamos?

Todo esto viene a la llamada que he recibido a las 8 de la mañana de mi casero pidiéndome por favor que me pasase en cuanto pudiese por el piso. A eso hay que sumarle los más de 50 WhatsApp que tenía de Pablo en los que recalcaba lo urgente que era que le llamase. Una mañana tranquilita, vamos. Lo gracioso es que mientras yo respondía al teléfono, Flavio seguía tumbado roncando a pierna suelta y como me dio pena, decidí que la mejor opción era no despertarlo y aprovechar para ir haciendo mis cosas. Lo que no me esperaba es que se fuese a despertar a las 10 y media de la mañana y se fuese a poner a remolonear casi 30 minutos en la cama/sofá. Ahora vamos con el tiempo justo.

Lo más extraño de toda esta situación es que estamos ambos en cierta forma cohibidos. Anoche dormimos juntos después de llegar a una especie de acuerdo en la que declarábamos que somos algo, aunque no se sabe el qué y hoy no tenemos tiempo ni para pararnos a ver qué tal. Bueno, yo no tengo tiempo, él se podría quedar aquí pero se ha ofrecido a acompañarme. Por suerte, después de hablar con mi casero y ser consciente de que no tengo coche e iba a tener que ir en metro o llamar a un taxi, se me ocurrió preguntarle a Aitor si nos llevaba. La suerte terminó en cuanto me dijo que había llegado a casa de fiesta hacía 1 hora y era imposible que se subiese al coche así, aunque se ve que le di tanta pena que me ofreció que cogiese yo su coche, siempre y cuando lo devolviese sano y salvo.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora