15.

90 9 2
                                    


3 meses antes

«Magnus»

— Hable con mi padre.

Suelto luego de semanas ocultándolo, trate de darle poca importancia e ignorar la situación por completo, pero las palabras de mi padre se clavan en mi cabeza y rondan por ella una y otra vez, como un insecto al que no puedes matar, pero sigue rondando por el lugar.

Considero contarle a Alec toda la verdad y casi descarto la idea con la misma rapidez con la que llego. ¿Qué le voy a decir? ¿Cómo pretendo explicar todo? No estoy listo para que mi marido cambie la idea que tiene de mí, así que solo diré lo mínimo de la conversación que tuve con Asmodeus.

— ¿Tu padre? No me lo contaste — Sigue tomando notas sobre algunas inconsistencias que noto en el caso de los hermanos. — ¿Cómo te fue?

Pareciera que no le importa. No da señal de sorpresa luego de saber que tengo un padre y que me reuní con el a escondidas, para el es algo mínimo.

— Estuvo bien, solo... algunos problemas, pero nada por lo que debamos preocuparnos. — Resto importancia, a fin de cuentas, el no se la da.

— ¿Problemas? — Su vista se levanta de la pequeña libreta y me presta atención.

— Si... nada que me perjudique, solo son cosas de familia. — Miento, pues claro que nos perjudica de alguna manera, pero si yo trato de arreglarlo el no debe de enterarse.

— Ya... ¿Por qué nunca me has hablado de tu familia?

Su pregunta me toma por sorpresa, me quedo helado y comienzo a tartamudear sin llegar a formar una sola palabra. En ese instante su teléfono suena y por la expresión en su rostro y la rapidez con la que toma la llamada sé que es urgente y que no puede esperar, lo cual me salva a mi de un interrogatorio.

— Lo entiendo. — Pronuncia con un suave murmullo. — Vamos para allá.

Lo observo desde mi posición en la mesa, esperando a que me ponga al corriente con lo que esta sucediendo.

— Los hermanos salieron del país... sin razón alguna y saltando la orden impuesta por el juez, tal vez tengas razón y no sean tan inocentes como aparentan.

Toma la chamarra de piel y con un gesto de cabeza me indica que es hora de salir.

Una vez en la estación, Isabelle nos pone al corriente de lo ocurrido. En realidad, los hermanos tomaron un avión por la mañana rumbos a Londres, donde al parecer reside un familiar suyo que enfermo de gravedad, la historia parece real y se sustenta, pero no me convence del todo. Alexander se pone en contacto con ellos y les explica que tendrá que ir a Londres con el fin de verificar lo que dicen, ya que son parte de una investigación, los muy malditos ni siquiera se oponen.

Iz sale de la oficina dejándonos solos.

— ¿De verdad iras? — Lo observo atentamente, sin perderme ninguna de sus expresiones.

— Debo hacerlo, es parte de la investigación comprobar los movimientos. — Ni siquiera me mira, sigue en lo suyo reservando los pasajes. — Mi vuelo sale hoy a las 8 de la noche, lo que me deja pocas horas para arreglar una pequeña maleta.

— ¿Iras solo?

— Si... es necesario que te quedes a continuar con la investigación, ese es el punto de tener un compañero de investigación.

— Vale. — Le ignoro y me pongo a trabajar. — Entonces buen viaje cariño.

Mi voz es seria y mi actitud fría, no es que sienta un peligro al dejarlo ir solo, Alec no me traicionaría, solo no me gusta que este con esos dos rondando por las calles de Londres.

— No me quedare con ellos Magnus, solo iré a verificarlo, me quedare los días que ellos se queden y trabajare desde allá contigo, no existe razón para enojarse.

— Lo se... no estoy molesto. — Pero en realidad estoy muy molesto. — Ahora, será mejor que salgas o perderás ese vuelo, el trafico a estas horas es insoportable.

— ¿No me acompañaras? — Su pregunta es sincera, siento su mirada clavada en mi espalda.

— No cariño, no puedo hacerlo... tengo demasiadas cosas que hacer aquí.

Lo escucho suspirar y acercarse a mí, me planta un beso en la cabeza y yo cierro los ojos antes el toque de sus labios, para luego buscar su mirada y besarlo en la boca, un beso largo y de despedida.

— Te amo. — Dice sobre mis labios y se que lo hace, nunca dudaría de sus palabras.

— Yo también te amo... ten cuidado.

Y de esa forma lo veo salir por la puerta, dejándome solo en aquella habitación fría.

*******

Me tomo un par de horas mas dentro de la oficina, no queda nadie dentro, por lo que la única luz encendida es la mía y la de los pasillos.

Me dedico a verificar el expediente y encontrar todas aquellas cosas que no me agraden dentro de ellos. Hago un par de anotaciones de lugares y cosas que debo verificar, comenzando por las redes sociales de Dylan.

El chico no mantenía una vida activa dentro de las redes sociales, apenas posteaba lo necesario. La ultima fotografía subida es de el como amigos de lo que parece ser su trabajo, deslizo a la derecha y una foto llama mi atención por completo. Dylan sostiene a una chica de cabello rubio cenizo entre sus brazos, mientras ella le planta un beso en la mejilla.

Entro al perfil y por las fotografías que ella posteba parecía que sostenían una relación, pero aquella niña no sale en ninguno de los reportes. Busca su nombre en internet: Melissa Grey.

Su número de celular y correo electrónico aparecen al instante, es increíble la cantidad de información que una plataforma puede sostener, basta solo con poner el nombre de una persona para conocer todo de ella.

Marca el numero y llama, sabe que es tarde, pero si aquella chica era su pareja, puede saber algo que ellos desconozcan.

— Diga...

— Buenas noches... ¿Melissa Grey? — Pregunta para verificar.

— Si, ella habla.

— Mi nombre es Magnus Bane, soy agente de la policía de Nueva York del área de homicidios, estamos investigando la muerte de Eaten Lancaster o Dylan como lo conocía. ¿crees que podríamos hablar?

La línea queda en silencio, solo la respiración entrecortada de la chica.

— Dylan... ¿me meteré en problemas? — Parece que la pregunta va al chico y no a mí, pero decido contestarla.

— No... en ninguno problema, solo es parte de la investigación, lo único que queremos es resolver el caso, para que esto termine.

— Bien... mañana a las 11, lo espero en mi auto, yo le envió la ubicación.

Cuelga antes de que pueda contestar algo, su actitud me toma por sorpresa, es como si estuviera asustada de que alguien se enterara que hablo conmigo.

Esto cada vez se torna más interesante.

Can't Go BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora