Falta de sueño (segunda parte)

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Al día siguiente me mudé a la residencia de mi amigo difunto. Sus empleados tuvieron excelentes atenciones para conmigo, me acomodé en el estudio en donde él pasaba gran parte del tiempo realizando el trabajo que me había encomendado. La investigación en sí, se basaba en el trastorno, causas, efectos y posibles soluciones, además de tratar raras mutaciones genéticas que derivan en un insomnio fatal, para la cual no existe posible cura; Arthur trabajaba en la búsqueda de una solución para este mal. Si bien es cierto contraer esta enfermedad es de carácter hereditario, cierto también es que existió un caso aislado en el Reino de Navarra, en el que un joven de veintitrés años fue víctima de esta clase de insomnio, sin tener padres o parientes en línea ascendente que padecieran esta deformación del sueño.

El nombre del joven era Fabián Okondo. Se hizo un estudio detallado y neurológico de su actividad cerebral, lo más asombroso de los estudios era que el paciente, no mostraba índices o resultados que lo detectaran como portador de dicho síndrome, simplemente aludía haber perdido la capacidad de dormir. El enfermo duró exactamente diecisiete días, ocho horas y quince minutos. Murió de un infarto de miocardio múltiple. El paciente sufría de esquizofrenia, demencia, y agudas etapas de alucinaciones. Fabián manifestaba que la causa de su insomnio se debía a un encuentro de tipo paranormal, como los que se cuentan en reuniones para asustar niños y que no les dejan dormir. Se extrae una respuesta de la entrevista de Enero veinticinco de mil novecientos cuarenta y cuatro, a las dieciocho horas con trece minutos "¿Desde cuándo sufre usted ausencia de sueño?" Con respuesta que se transcribe literalmente: "Hace dos semanas, neblina, es la neblina. La "cosa" no me deja... dormir. No quiere que la gente duerma... como ella. Cada que lo intento... me despierta".

Fabián murió tres días después, presentaba heridas en todo su cuerpo que se presumían él se había infringido, aunque los arañazos frescos en su espalda jamás se comprobaron, pues en sus uñas no había rastro cutáneo. Murió por no dormir, eso le produjo un ataque cardiaco. Es evidente que las alucinaciones que sufría el paciente eran demasiado crudas, estas lo estaban desgastando mentalmente. Sufría de una combinación de esquizofrenia paranoide y desorganizada, se sentía perseguido, escuchaba ruidos perturbadores y veía imágenes, en específico detallaba el joven, que se sentía acosado por una forma humanoide, de la cual no descifraba género, la describía como una persona sumamente alta, vestía una alba litúrgica sucia y maltratada, su rostro era algo difícil de describir para él, pues siempre evitaba verlo, escuetamente lo detallaba como una cabeza ovalada, como si estuviese aplastada por las laterales, una boca amplia, dando la impresión de estar gritando de horror, sus ojos eran dos orificios negros, no parecía haber nada en ellos y su cabellera era desgastada y ceniza. Lo definía como el rostro de sus peores pesadillas.

Esa entrevista fue realizada curiosamente por mi amigo Arthur, fue la última persona que lo atendió, se obsesionó tanto con el caso que quiso trabajar con él y en su investigación. Entre otros de los detalles del paciente español, y que tal vez no eran importantes, pero que por alguna razón mi amigo los tenía subrayados, era que Fabián, meses antes de caer enfermo, había tenido recesos cortos de descanso, gustaba de dormir poco y permanecer despierto largos lapsos; comenzó con periodos de sueño que se iban acortando paulatinamente. "¿Es posible que el organismo se acostumbre a dormir cada vez menos si lo estimulamos a estos lapsos breves?" Era una pregunta que tenía escrita Arthur a un costado de estos apuntes.

Los estudios seguían desarrollándose cada vez que pasaba una página, eran más de doscientos cincuenta y tres hojas de tesis, referencias y teorías de insomnio que pueden causar la muerte en un paciente sin adquisición hereditaria. Después de estas hojas, empezó un capitulo que se alejaba de los conceptos médicos, parecía un diario de actividades. Cada hoja que pasaba era un nivel más profundo en la personalidad demencial de Arthur aún desconocida para mí.

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