SOLO PARA PRESUMIR

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"Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos." - François de la Rochefoucauld

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Las cosas habían cambiado mucho, todos fingíamos delante de los demás, las mentiras acerca de la felicidad eran cosa de todos los días, yo ya tenía doce años y el sueño de mi madre se había vuelto realidad, yo era campeona en muchos deportes y en muchas actividades culturales, era la mejor en cada cosa que hacía, me esforzaba más que todos y todo para complacer las expectativas de mis padres.

Ellos siempre me dijeron que tenía que ser la mejor, tenía que ser perfecta en todo lo que hiciese, decían que era por mí pero en realidad era por ellos, yo era quien cumplía sus sueños, no los míos; practicaba todo lo que ellos soñaron alguna vez practicar, ganaba medallas y trofeos para ellos, para de alguna forma buscar obtener su orgullo y cariño pero para ellos nada de lo que hacía era perfecto, a pesar de ganar, siempre había algo que fallaba y yo comencé a pensar lo mismo, me volví mucho más exigente y critica conmigo misma, nunca estaba satisfecha con mi desempeño; ahora no eran solo mis padres quienes me decían que fallaba, ahora yo también me lo decía.

Una de las pocas veces que yo estaba en casa, vinieron unos amigos de mis padres, todos se reían y yo simplemente fui enviada a mi habitación pero desde ahí escuchaba como mis padres le mostraban a sus amigos cada uno de mis premios, se regocijaban y presumían de que yo, su hija había destacado en tantas actividades, de cierta manera, esto me hizo feliz, por primera vez sentí que los enorgullecía, que todo mi esfuerzo había valido la pena pero mi cerebro nunca logro entender eso, simplemente pensé, tengo que seguir siendo perfecta para que no dejen de quererme, tengo que seguir siendo perfecta para que se sientan orgullosos, tengo que obedecer, no debo equivocarme.

No puedo fallar

Y así continúe con mi vida, seguí destacando en todo aquello en lo que mis padres me metieran, seguí siempre siendo la mejor, seguí siendo perfecta ante los demás y lo que a mí me importaba, era perfecta delante de mis padres.

Pero todo tiene un límite, comencé a cambiar; mis sonrisas ya no eran reales, mis abrazos ya no estaban llenos de amor puro y limpio, ya no sabía si lo que hacía era por mi propia decisión, ya no sabía si me gustaba lo que hacía, llegué a un límite, pero no quise parar, ocultaba mis lágrimas, ocultaba mis problemas, ignoraba mis inseguridades; yo no debía tener problemas, no podía tenerlos.

A los trece me volví una persona distante, deje de confiar en los demás, tenía muchos amigos pero me sentía sola, nadie sabía que era lo que yo sentía, lo ocultaba todo; me mostraba fuerte en el exterior, segura de mi misma pero nada es lo que parece y aunque trataba de esconder todo, cubrirlo con sonrisas falsas, ignorarlo todo era peor para mí; quizá mis padres eran felices mintiendo y mintiéndose pero yo en mi interior ya no soportaba más dolor, cada vez me costaba más sostener la imagen que todos tenían de mí, me era más difícil fingir pero me daba más miedo mostrar a todos que yo no era tan fuerte, me daba miedo mostrar que era débil.

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