QUINCE AÑOS

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"Debo dejar de pretender ser algo que no soy". - Aladino

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Ya estaba cerca de cumplir los quince años, mis padres organizaban una gran fiesta para mí, con miles de personas que solo irían por cumplir con el compromiso; yo acepte la fiesta por ellos; mi padre y mis abuelos estaban muy emocionados por la fiesta, mi tía me llevaba de un lado a otro para buscar el vestido perfecto para mi cumpleaños y mi madre, ella solo me gritaba que yo era una inconsciente, que mi padre estaba realizando un gasto significativo por mi culpa.

Mis padres discutían constantemente por culpa de la fiesta y mi madre siempre terminaba yendo a mi habitación y me culpaba por todos los problemas que tenía; una de esas veces, llego gritando a mi habitación y me dijo con ira en sus ojos

"Desde que naciste, lo único que has hecho es crear problemas entre tu padre y yo, eres una niña mimada, caprichosa, nunca te esfuerzas, lo único que haces es hacernos gastar y gastar dinero; eres mi peor error"

Luego de eso se fue, cerro mi puerta de un golpe y se encerró en su habitación. Yo me quede callada, me recosté en mi cama y comencé a llorar, cada palabra que mi madre me decía quedaba grabada en mi mente, era una herida que nunca terminaría de sanar, era una marca que jamás se iría y que nunca podría olvidar.

Cuando conseguí calmarme y parar de llorar, aliste mis cosas para ir a entrenar, salí de mi casa y sola me marche a mi entrenamiento.

Cuando llegue, estuve bastante distraída hasta que me di cuenta que Alicia no estaba por ninguna parte, hace ya varios días que ella no asistía a los entrenamientos; me acerque a la entrenadora y le pregunte por Alicia y ella solo me dijo que estaba mal de salud.

Me quede toda la tarde con la duda, ¿Qué le había pasado a Alicia?

Así fue como decidí llamarla a su celular, pero me sorprendí bastante cuando su madre me atendió la llamada.

- Buenos días señora

- Buenos días cariño, ¿Qué necesitas?

- Bueno, yo quería saber que había pasado con Alicia, ¿Por qué no ha estado viniendo a entrenar?

- Mi hija está muy enferma, está internada en la clínica, dudo mucho que regrese a entrenar por el momento

- Está bien señora y ¿Puedo ir a verla?

- No estoy segura - dijo la mamá de Alicia dudando – preguntaré

- Gracias, me avisa, por favor

- Claro, cariño

- Adiós, le da a Alicia mis saludos

- Adiós, saluda a tus padres por mi

Una preocupación me invadía, ¿Qué le pasaría a Alicia?, ¿De que estaría enferma?

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Ya faltaba solo un día para mi cumpleaños, estaba muy emocionada, me encantaba mi vestido y sentía que esa noche seria perfecta; no había hablado con Adam desde hace tantos meses, pero cuanto deseaba bailar con él en mi fiesta, extrañaba su sonrisa y su voz mientras decía que me quería, lo extrañaba a él, pero todo pasa por algo y tenía que sacarlo de mis pensamientos.

Ese día iba a ser el último ensayo de mi fiesta, mis padres estaban muy centrados en la fiesta y yo estaba feliz, pero me sentía algo sola, no me importaba tanto la fiesta, ni los regalos, solo quería que por una vez mis padres me abrazaran y me dijeran que me amaban, pero no tenía muchas esperanzas de que eso ocurriese.

Esa noche dormí dulcemente, sin pesadillas, solo soñaba con mi fiesta; pero entonces en mi pecho sentí una presión, esa muchacha que ya no había vuelto a aparecer en mis sueños, estaba de nuevo ahí, la veía borrosa, pero ella sonreía y pronunciaba una sola palabra mientras me miraba fijamente

"Pronto"

Desperté algo angustiada por la mañana, pero deseché esos pensamientos de mi mente, ese era mi día, mi fiesta y nada debía arruinarlo.

Pase todo el día con el estilista, pero cuando me vestí, note que el vestido me quedaba algo justo, yo estaba gorda, mi mayor miedo se hacía realidad; me albergaba el miedo y los nervios, no me veía como yo deseaba, no me veía perfecta y eso me hacía sentir muy mal.

En la fiesta, todos se divirtieron, todos me llenaron de obsequios y me felicitaron, pero yo no estaba feliz, no me gustaba ser el centro de atención. Comencé a bailar con mis amigos, tomamos algo de trago y a mí me gusto, no me sentía en mis cinco sentidos, estaba eufórica y algo desorientada pero lo que más me gusto fue que por un momento sentí que mis problemas desaparecían.

Bailamos hasta las tres de la madrugada hasta que mis invitados se marcharon y luego de eso, mis padres y yo nos dirigimos a casa en el auto; cuando llegue, aun me sentía algo mareada por el alcohol que había consumido así que me acosté y me deje llevar por los brazos de Morfeo.

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