"Lo que crees depende de lo que has visto" - Salman Rushdie
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Ya estaba próxima una fecha muy importante para mí, iba a cumplir quince años, todo había cambiado mucho desde que Adam se había marchado; al inicio, nosotros manteníamos una comunicación constante, él alegraba mis días, me contaba acerca de sus estudios, me contaba cómo era la vida allí y yo notaba la emoción en cada palabra que el escribía y eso era justo lo que me mantenía segura de que mi decisión era la correcta pero con el paso de los meses, me di cuenta que ambos nos estábamos aferrando al otro, así que decidí reducir la comunicación, converse con él y le dije la situación, le explique que me hacía más daño seguir hablándole tan seguido, después de dialogar por mucho tiempo, acordamos tratar de separarnos más, darnos espacio, dejar sanar las heridas.
Por esos meses, yo me había concentrado en entrenar para las competencias deportivas que se avecinaban; así que, llegado el día del viaje, toda mi mente estaba centrada en la competencia y en ganar.
Llegamos a la ciudad donde se iba a realizar la competencia de tenis, que era lo que yo más practicaba, me instale en una recamara con una compañera y la entrenadora llego a la habitación para comunicarnos que teníamos prohibido salir ya que al día siguiente comenzaba la competición.
En la tarde, ambas bajamos a almorzar y note muy rara a Alicia, mi compañera de habitación, me preocupe mucho al ver que no comía, pero luego llego la entrenadora y la obligo a comer todo lo que estaba en su plato; Alicia miraba aterrada su plato mientras comía y yo solo me dedicaba a mirarla y a acabar mi propia comida.
Cuando terminamos de almorzar, ambas subimos a la habitación, la entrenadora fue a descansar y cuando entramos a la habitación, Alicia corrió deprisa al baño; yo no comprendía que sucedía cuando de pronto comencé a escuchar arcadas provenientes del baño, me levante de la cama y me dirigí al baño para ver que sucedía, pero cuando llegue, me lleve una gran sorpresa.
Alicia estaba arrodillada en el suelo mientras vomitaba, al inicio me asusté, quise ir a buscar a la entrenadora, pero ella me retuvo; se levantó, fue hacia el lavabo y comenzó a cepillarse los dientes, salió del baño y yo la seguí, me sorprendía mucho lo que acababa de ver, era muy impactante para mí.
Se sentó en su cama y me senté a su lado, la miraba expectante, esperando respuestas y ella hablo.
- ¡Prométeme que no le dirás a nadie lo que has visto!
- Te juro que no le diré a nadie
- Está bien - acepto Alicia - la verdad de lo que viste es que yo no como
- ¿Qué?
- Yo no como y si lo hago vomito
- Pero... ¿Por qué?
- Porque si, por muchas razones, ya te expliqué así que ahora no me molestes más, no quiero hablar más del tema.
Esa noche dormí con miles de interrogantes en mi cabeza, preguntas a las que no le encontraba respuesta; a la mañana siguiente traté de centrarme en la competencia que tenía ese día pero
Mi cerebro solo recordaba las escenas del día anterior; lo único que deseaba era hablar con Alicia, entender, quería saber la verdad.
Fuimos a la competencia, mi equipo estaba conversando con unos amigos de otros equipos que habíamos conocido con anterioridad, iba a acercarme, pero entonces note que Alicia estaba alejándose, se sentó en una banca y comenzó a mirar hacia la nada con una mirada perdida.
Me acerque a ella, dispuesta a preguntarle todas las cosas que rondaban en mi mente, pero al llegar a su lado, me di cuenta que tenía los ojos rojos, había estado llorando; ella me miro y yo solo la abrase tratando de clamar su dolor. No podía preguntarle nada, no era correcto hacerlo en ese momento, ella no se encontraba bien.
Llego el momento de competir, traté de centrarme y aunque no fue mi mejor desempeño, conseguí ganar el primer lugar; Alicia quedo en segundo lugar y se notaba en su rostro que eso le afectaba mucho, pero lo que más me preocupaba era que había estado llorando antes de competir.
Regresamos al hotel en silencio, caminamos despacio, todo estaba muy tranquilo; nuestros compañeros estaban alegres, algunos habían ganado y otros no, pero a ellos no les importaba tanto como a Alicia y a mí.
Llegamos al hotel y nos enviaron a cenar; habíamos comido una ensalada de fruta en el almuerzo y todos moríamos de hambre, todos excepto Alicia.
Nos sentamos en la mesa y Alicia se acercó a la entrenadora, no sé qué le dijo, pero la maestra la envió a su habitación a descansar; yo no dije nada, solo miré como se iba.
Subí a mi habitación acabada la cena, Alicia estaba recostada en su cama, escuchaba música. Le dirigí una mirada y me acosté en mi cama, sentí sus ojos en mi espalda, pero no insistiría, si ella deseaba contarme, lo haría.
- Ana y Mía - dijo Alicia en un susurro
- ¿Qué? - le pregunte dándome la vuelta para mirarla
- Ana y Mía, esa es tu respuesta
Ninguna dijo nada más, ambas nos dormimos y al día siguiente partimos de regreso a casa; ella me ignoraba y yo a ella, separadas durante todo el viaje de regreso, pero, aunque yo ignoraba a Alicia, esos nombres no salían de mi mente; ¿Qué significaban?
¿Por qué eran tan importantes?
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ALONE
Short StoryDuele fingir que todo esta bien Duele sentir que estás solo aun cuando hay personas a tu alrededor Duele mentir Duele sonreír En este mundo estamos acostumbrados a mantener las apariencias; nos enseñan a fingir sonrisas e intentar alcanzar la per...