CAMILA

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"El dolor que no se desahoga con lágrimas puede hacer que sean otros órganos los que lloren" - Francis J. Braceland

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Me llamo Camila, tengo dieciséis años y esta es mi historia, quizá muchos dirán que tome el camino más fácil, pero nunca es fácil hacerse daño.

Desde que yo era niña crecí en un hogar destrozado, con padres ausentes y que en el momento en que estaban en casa solo me trataban como basura.

Pase mi niñez entre nanas y sin la presencia de mis padres, ambos trabajaban durante todo el día y cuando llegaban a casa lo único que hacían era insultarme y tratarme de manera denigrante.

Cuando llegué a la adolescencia comencé a notar que mis padres discutían constantemente y que ambos me culpaban a mí.

En la escuela comencé a sufrir bullying, ya que era la más pequeña, algo gorda y no me había desarrollado como una chica de mi edad.

Por todas estas situaciones yo caí en una fuerte depresión, me sentía sola, sentía que mi vida no valía nada, sufría en mi casa, en la escuela, en todos los lugares donde estuve y así fue como caí en algo muy grave: el cutting

Tenía catorce años cuando comencé a cortarme, en la escuela me habían insultado, golpeado y cuando llegue a casa, mis padres me gritaron diciéndome que cada golpe e insulto me lo merecía, me dijeron que todo era mi culpa; me encerraron en mi habitación, lloraba desconsolada, sentía un profundo dolor; me acerque a mi mesa de noche, abrí el cajón y saque mi cúter.

Al inicio tenía miedo, tenía en una mano el cúter y mi brazo estirado; me seque las lágrimas y me corte por primera vez, sentí un ardor en mi brazo y cerré los ojos, seguí cortándome hasta que ya no sentí dolor alguno, las lágrimas pararon y el dolor de mi pecho desapareció.

Tome el botiquín de primeros Auxilios que tenía en mi closet y con un poco de agua oxigenada limpie mi brazo y luego lo vende.

Me acosté en mi cama y me quedé dormida; tenía el alma y el corazón roto, pero en ese momento sentía menos dolor.

A la mañana siguiente desperté con un ardor en el brazo, me dolía demasiado y tenía mucha sangre en mi ropa; me vestí con una polera de manga larga y camine hacia la puerta, seguía cerrada así que volví a acostarme y trate de volver a dormir.

Desperté unas horas más tarde, me sentía muy triste y tenía hambre; me pare de mi cama y fui a la puerta, estaba abierta; salí despacio, procurando que mis padres no estuvieran, me dirigí al baño, me quite los vendajes, lave mis heridas y les coloque un nuevo vendaje; me cubrí bien y camine hacia la cocina, saque algo de comida del día anterior y regrese a mi recamara.

Mis padres llegaron tarde esa noche y se notaba que habían consumido alcohol, llegaron gritando y cuando me vieron comenzaron a insultarme.

Cerraron mi puerta y yo comencé a llorar amargamente, estaba sola y me dolía demasiado, tomé en mis manos nuevamente mi cúter e hice varios cortes en mi muslo derecho; buscaba tener la paz que había tenido el día anterior, lo único que deseaba era ya no sentir dolor

Continúe cortándome por varios meses, era la forma que yo usaba para desahogarme, para quitar mi dolor, era mi forma de afrontarlo todo.

Por largos meses me corte y corte casi todos los días, a veces tenía miedo, brotaba mucha sangre de los cortes que me hacía, era peligroso, pero aun así yo seguía haciéndolo.

Con el pasar del tiempo hice algunos amigos en la escuela, aunque la gran mayoría me hacia bullying, mi amiga era diferente o por lo menos eso pensaba yo por ese tiempo.

Mi amiga me cuidaba, me escuchaba y decía que siempre me apoyaría y estaría conmigo en las buenas y en las malas pero las amistades no suelen durar mucho tiempo; mi amiga fue cambiando conmigo, me ignoraba y aunque yo lo pasaba por alto: llego el día en que me di cuenta que ella no era una buena amiga; salí de clases y todos se estaban riendo, en eso sentí como una mezcla grasosa caía sobre mí, me limpie los ojos y note como mi amiga se reía a carcajadas y todos la felicitaban; sentí tanto dolor en ese momento, la única persona que pensé que me quería, me había hecho tanto daño, me sentía herida y solo salí corriendo, dejando a todos atrás.

Llegue a mi casa y me duche, sentía un profundo dolor en mi pecho, me seguía sintiendo sucia, me sentía lastimada, rota, inservible; fui a mi habitación, tome mi cuchilla y volví a cortarme.

Me corte hasta destrozarme el brazo, cortarme me ayudaba a sentirme viva, cortándome lograba que menguara el dolor, cortarme era la forma en que yo lograba afrontar el día a día y aunque muchos me juzgaran por hacerme daño, aunque muchos me dirán que solo quiero llamar la atención, que hay quienes tienen peores problemas; cada persona elige su camino, cada persona elige lo que más le ayuda y cortarme es lo que me ayuda a seguir viva.

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