"El primer amor es sincero, transparente, directo, romántico, dar sin recibir nada a cambio, pasional, divertido, mágico, inseguro... Pero lo único que no es, es duradero" - Sara Valley (Poeta Española)
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El amor, uno de los sentimientos más hermosos que puede experimentar el ser humano, tanto cuando lo da como cuando lo recibe, pero no solo hablamos de un amor parental, sino de amor de pareja.
Esta es mi historia de amor, un amor ágape, un amor puro, un amor que fue mi cielo y mi infierno, un amor real, vivo y preciado.
Yo ya tenía trece años, mi vida no había mejorado en lo más mínimo; estaba sola, deprimida, siempre tratando de ocultarlo todo por medio de una falsa sonrisa, siempre complaciendo a los demás, cumpliendo cada deseo que mis padres tenían, poniendo a todos primero y a mí al final, ayudando a todos, resolviendo sus problemas, pero nunca resolviendo los míos.
Pero un día, uno de los peores que pasaba, un día en que la tristeza me consumía, conocí a alguien, una persona muy importante para mí; su nombre era Adam, él era algunos años mayor que yo.
Para la mayoría de personas, la relación que yo mantenía con él, no era correcta, yo era tan solo una niña a su lado, todos mis amigos me decían una y otra vez que él solo iba a jugar conmigo.
Pasaron algunos meses, yo era de cierta manera feliz, Adam y yo teníamos una relación estable y sana, yo tenía algo de miedo al inicio, sentía que mi relación seria igual a la que tenían mis padres, pero él se encargó de demostrarme que no sería así,
Le conté que las cosas en mi casa no eran perfectas, que no todo era lo que parecía, él al inicio no supo que decir, me tomo entre sus brazos y me dijo que todo iría bien, me apoyo como nunca nadie lo había hecho; comenzó a cuidarme mucho más que antes, siempre me trataba de la mejor manera y buscaba ayudarme cada vez que mis padres discutían, iba a mi casa y me sacaba de ahí, hizo que me enamorara más de él; me escuchaba, me entendía, no me juzgaba, me hacía tan feliz pasar tiempo a su lado pero aunque las cosas eran perfectas con él, había un problema, la edad que nos separaba y el que mis padres no tenían conocimiento acerca de nuestra relación.
Ambos pusimos todo de nuestra parte, él entendía que, en ese momento, yo no quería contarles a mis padres sobre nuestra relación, el comprendía la situación y simplemente ambos esperamos.
Siguieron avanzando los meses, yo ya no estaba tan triste, pasaba más tiempo con él que en mi casa, me divertía, practicaba los deportes con gusto; ya no era la misma, tenía un brillo en los ojos y una sonrisa sincera que hace mucho tiempo no tenía; me sentía única, importante y especial como nunca me había sentido.
Las peleas de mis padres y los insultos de mi madre, si bien me afectaban, me era más fácil ignorarlos, ya no lloraba tan seguido, volví a ser feliz; Adam me enseñó a quererme nuevamente, a valor quien era, fue mi ángel guardián y me creo mi propio cielo.
El día en que cumplíamos un año de relación, Adam me dijo que sus padres habían decidido mandarlo a otro país para que estudiara su curso superior en la carrera de leyes, me albergo una serie de sentimientos; por un lado, me sentía muy contenta y orgullosa de Adam porque iba a ir a estudiar a otro país, pero por otro estaba llena de tristeza, él se iría, ya no estaría conmigo y eso me dolía.
Él me dijo que no quería marcharse, que me quería, pero yo no podía ser egoísta, si yo lo amaba, tenía que dejarlo ir, era su futuro el que estaba en juego y yo no iba a arruinarlo, él merecía ser alguien grande, él merecía las oportunidades que se le presentaba y yo no me interpondría.
Unos meses después, antes de que él se marchara, tome la decisión de acabar la relación, no me mal interpreten, yo lo quería y no saben cuánto, pero mantener una relación a distancia era muy complicado y yo no quería ser una distracción para él; ambos conversamos sobre el tema y llegamos a la conclusión de terminar la relación; era la decisión correcta, a pesar del dolor que nos causaba separarnos, era lo mejor para él; antes de irse, me beso por última vez, me miro a los ojos y me dijo.
- Eres perfecta, nunca lo olvides; te amo y todo lo que vivimos no lo olvidare jamás.
Yo lo bese y le dije que lo amaba, le agradecí por ser mi salvador en un momento crítico de mi vida, le dije que jamás lo olvidaría y que le deseaba lo mejor para su vida. Nos miramos por última vez y él se marchó.
No voy a mentir, no diré que despedirme fue sencillo, no diré que el dolor que sentía era poco porque no fue así, me sentía deshecha, rota, deprimida pero no podía mostrarlo, tenía que ser fuerte, tenía que salir adelante, pero volvía a estar sola.
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ALONE
Short StoryDuele fingir que todo esta bien Duele sentir que estás solo aun cuando hay personas a tu alrededor Duele mentir Duele sonreír En este mundo estamos acostumbrados a mantener las apariencias; nos enseñan a fingir sonrisas e intentar alcanzar la per...